Hace dos semanas, la Asociación El Toro de Madrid tenía como invitado al espada murciano Paco Ureña, uno de los diestros más demandados por el aficionado. Una charla que se llevó a cabo en el restaurante Puerta Grande de la capital madrileña. En dicha charla se pusieron sobre la mesa diversos temas relacionados con su figura, amén de otros relacionados con su temporada. Un año que no ha sido fácil para un diestro que se quedó fuera de cosos tan relevantes como Sevilla, coso donde ha triunfado en varias ocasiones.
Valencia, Madrid, Santander, Azpeitia, San Sebastián, Bilbao, Murcia, Albacete o Zaragoza, haciendo triplete en Las Ventas y doblete en la capital del Turia, fueron las plazas de mayor envergadura donde se contó con Ureña… Un espada que vio frenada en seco su temporada tras su paso por la primera plaza del mundo, siendo Santander el siguiente coso donde contaron con su presencia casi finalizando el mes de julio, algo que el propio espada murciano no acabó de entender, más si cabe tras sus dos tardes isidriles, la última con un corridón de Victorino.
Pese a esos 16 paseíllos, el murciano siempre ha sido un torero tenido en consideración por los aficionados. Franco y sincero, Ureña contestó a pecho descubierto a cada una de las preguntas que se pusieron sobre la mesa, esas que todos los presentes hicieron con el mayor de los respetos ante un torero que tenía mucho que contar. Una tertulia que se desarrolló de forma distendida por un espacio de más de dos horas.
“El período que estuve sin torear de Madrid a Santander fue duro para mí, para mi familia, para mi cuadrilla, para mi apoderado, en general para mis amigos, porque, sinceramente, cuando pasó la tarde de Madrid con los Victorinos pensaba que iba a tener otra situación profesional, que iba a marcar un antes y un después, no sé si equivocadamente o acertadamente, pero lo sentía así por lo que había vivido en la plaza” comentó Paco Ureña a los miembros de la Asociación El Toro de Madrid.
“A los tres o cuatro días surge la baja de un compañero que deja un montón de sustituciones en las ferias y creía que iba a poder coger alguna sustitución, pero no llegó ninguna. Nadie me llamó. Así que un día sentado en casa, hablando con mi apoderado por teléfono del tema, colgué y le dije a mi mujer: “Me quito, no puedo más”. Esa fue una situación en la que me tambaleé mucho”, sin duda unas declaraciones que dejaban al descubierto el sentir se un espada que no veía recompensado con contrato su interesante paso por Las Ventas.
Pero Paco sabía que no podía fallarle a su cuadrilla, esos que aguantaron el chaparrón hasta ver la luz en un mes de julio donde la llamada de José María Garzón hizo recobrar la sonrisa a un torero que no conseguía entender la situación por la que estaba pasando: “A los tres días rectifiqué, pensé que estaba tonto, pero sufrí mucho y lo gestioné mal, porque me afectó mucho, no era capaz de salir de un bucle. Luego, afortunadamente, todo pasó”.