CAMPO BRAVO

La tremenda historia de un semental bravo que es ciego y que ‘toca’ a sus becerros para reconocerlos


miércoles 1 noviembre, 2023

Esta historia tuvo lugar en la ganadería El Añadío, una vacada jiennense que sigue apostando por el toro de la rama Coquilla

Toros
Un toro santacolomeño. © Pablo Ramos

El campo bravo esconde numerosos tesoros, joyas sin pulir, hierros que se encuentran orillados y fuera de las ferias por un sector que no apuesta por darle un hueco a determinadas divisas, ganaderías que por su fenotipo deben ser cuidadas y lidiadas en plazas de segunda y tercera, ya sea en novilladas o corridas de toros. Una de esas es la jiennense de El Añadío, una vacada de encaste Coquilla que está dando muy buenos resultados en festejos menores.

Su paisaje ondulado está salpicado de grandes encinas, acebuches, lentiscos… y cubierto de pasto natural de gran valor nutricional, en el que pasta la vacada que comanda María Jesús Gualda. Una vacada que conviven con la fauna autóctona, como todo tipo de aves, venados, jabalíes, zorros, perdices, liebres, linces… El Añadío es una finca de casi 400 hectáreas de dehesa, ecosistema natural propio de la península ibérica.

Está situada en el término municipal de Vilches, al nordeste de la provincia de Jaén, y en ella, desde mediados de siglo XIX, sucesivas generaciones de una misma familia se han dedicado, y siguen haciéndolo, a su gran pasión, la cría del toro bravo, ese que pese a los vaivenes del tiempo siguen protegiendo en esta zona tan particular de la provincia de Jaén.

Por su ubicación, al encontrarse en un lugar tan importante como Sierra Morena, se puede divisar grandes extensiones de sierra y olivar, así como los cuatro parques naturales de la provincia de Jaén, un lugar donde el toro bravo es el Rey, de ahí que María Jesús Gualda, propietaria de la ganadería, cuide con mimo a un encaste en peligro de extinción, una sangre que debería ser preservada y potenciada para no tener que lamentarnos por su perdida dentro de unos años.

Hace algún tiempo los compañeros de Toros para Todos se acercaron hasta la finca jiennense para conocer la historia de un semental ciego, un toro que se había ganado el derecho a padrear. Al contrario que pasa en las ganaderías de manso o en otro tipo de explotaciones, aquí se respeta al semental. La ganadera podría optar por llevarlo al matadero debido a sus problemas de visión, pero el toro es mucho más que un reproductor, es una parte de la ganadería, por eso, este toro, morirá de viejo en la sierra jiennense.

El semental tenía muy complicado el dar con su lote de vacas en un cercado tan amplio y escarpado, por ello su ganadera decidió meterlo en una de las cercas colindantes al cortijo, allí con un número reducido de hembras y sin grandes extensiones de terreno podía existir la posibilidad de que cubriera a alguna de ellas. Y así fue, parte de las vacas que estuvieron junto a este astado quedaron preñadas, el toro ciego ya tenía descendencia, por lo tanto, habrá que esperar hasta que tengan dos años y se puedan tentar, comprobando así si consigue transmitir su simiente a su descendencia.