La de Juan Pedro Domecq es una de esa ganaderías que son santo y seña del campo bravo y que ha nutrido a gran parte de lo que es hoy en día el escalafón ganadero. El toro que creara Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio poco se parece al de hoy en día, un empresario de familia francesa que creo su ganadería para potenciar las bodegas que poseía y así mantener su popularidad. Juan Pedro nació en Jerez de la Frontera un 15 de octubre de 1881, falleciendo el 9 de marzo de 1937.
De sus cuatro hijos, únicamente Pedro no fue ganadero, continuando su hijo Juan Pedro con el hierro de Veragua y comenzando un nuevo proyecto tanto Salvador (Toros de El Torero) como Álvaro (Torrestrella). Pese a no ser ganadero, Tío Perico -así le llamaban cariñosamente- se ganó un nombre dentro del panorama taurino. De sus tres hermanos, Juan Pedro fue el que siguió una línea más marcada, buscando un tipo de toro que le llenara como ganadero, introduciendo nuevas líneas que potenciaron el animal que criaba en la laguna de la Janda.
Tras una larga enfermedad, Juan Pedro Domecq y Díez falleció en Jerez de la Frontera en 1975, dividiéndose su vacada entre los diez hijos, quedándose a los mandos del hierro familiar su primogénito del mismo nombre; Juan Pedro Domecq Solís, el cual abandonó Jandilla para asentar en campamento base en la ya mencionada finca Lo Álvaro. Allí, por tanto, se llevan criando toros desde hace casi 50 años, un lugar que ya se ha convertido en un icono del campo bravo.
Casi 50 años después es su hijo el que comanda la nave de un proyecto ganadero que no pasa por su mejor momento, algo que constata su ausencia de Sevilla este 2023 y los carteles anunciados en plazas como Valencia y Madrid, cosos donde las figuras no apostaron por el hierro de la V de Veragua. Aun así, este año lidiará un número importante de corridas donde tendrá la oportunidad de volver a ganarse un sitio en los carteles de mayor boato.
Por la ausencia de Sevilla le quisimos preguntar al ganadero afincado en la sierra norte sevillana, un hombre apasionado por el toro bravo que anda en la búsqueda de la excelencia, esa que viene de la mano de la regularidad. Juan Pedro tiene la espinita de no estar en Sevilla, pero sabe que no etapas de la vida y que si los resultados son los que espera no tardará mucho en ser exigida nuevamente por las figuras en las plazas de mayor fuste. Así nos lo contaba en una entrevista de Juan Andrés Viedma este martes en Cultoro.
Juan Pedro Domecq y su no comparecencia en El Baratillo
PREGUNTA. “En Sevilla se ha pasado de tres tardes a ninguna. ¿Cómo ha sentado este paso?”
RESPUESTA- “No es agradable, pero allá el empresario. El año pasado me pidió ir a la tercera tarde, cuando yo no quería ir a la tercera, ya que me parecía que era demasiado. Es marcarse unos objetivos tremendamente complejos. Pero insisto, en Sevilla dos corridas me gustaron y una no. Se descansa un año y no pasa absolutamente nada. Todo se andará. A mi padre curiosamente también le pasó: el año que lidió tres, al año siguiente no lidió. Lo que saco en conclusión es que no es bueno gastarse tanto un año, al final se paga”.
PREGUNTA. “Ha lidiado tanto que en el momento donde hay un fallo, está la opinión para atacarle”.
RESPUESTA- “Una sobreexposición errónea. Cada uno tiene los fallos: yo al decir que si (a la tercera) y los otros tienen su parte de culpa. Yo asumo la mía”.
PREGUNTA. “Rematando el tema de Sevilla. Se comenta que las redes sociales han influido mucho en la empresa para no contratar una corrida de su casa”.
RESPUESTA- “Puede ser posible, pero lo mejor es preguntárselo al empresario. Ya he dicho que a mi padre le pasó y a mí me ha vuelto a pasar. Las redes sociales pueden ser una de las circunstancias y otra puede ser que el propio empresario que no lo ha considerado oportuno”.
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