Parece un cartel de otros tiempos, de esos años 90 en los que Jesulín de Ubrique llenaba las plazas y Finito de Córdoba fletaba aviones para verlo en la Monumental plaza de toros México. Dos toreros que de una forma u otra han soportado mucho a una fiesta de los toros que, en muchos casos, vivía por encima de sus posibilidades. Una burbuja que explotaría años más tarde y que daría un baño de realidad a un sector que siempre fue cortoplacista.
Pero el cartel tiene otro elemento sorpresa: la inclusión como sobresaliente de Julio Aparicio, un torero que al igual que Jesulín y Finito irrumpió con fuerza de novillero y se asentó en las grandes ferias como matador de toros. Un torero con un corte muy especial que dejó faenas para el recuerdo en plazas como Sevilla, Madrid, Nimes o Salamanca. Un torero diferente, con una personalidad fuera de toda duda, pero el cual acabó diluyéndose con el paso de los años.
Ahora la plaza de toros segoviana de Mozoncillo acartela al gaditano y al cordobés en un festival taurino donde se lidiarán cuatro novillos de la divisa sevillana de Badía Hermanos, una divisa con procedencia Villamarta adquirida en 1999 a los herederos de Manuel Álvarez diez años después de su muerte. Una ganadería con una personalidad propia que pasta en las fincas ‘El Parroso’ y ‘Huerto Gaena’ del término municipal de Morón de la Frontera.
Un festejo en el que dos figuras del toreo andarán arropadas por otro de esos espadas con el que compartieron cartel tantas veces en ferias de importancia, una tarde, la del 15 de agosto, donde los aficionados podrán volver a ver juntos a dos toreros que dejaron su sello en el toreo. Una tarde donde, pese a aparecer como sobresaliente, Julio Aparicio está también en el foco de una afición que espera ver también al madrileño, ya sea con un quite o en algún momento de la tarde muleta en mano.
Un festejo que se organiza con motivos de las fiestas patronales de Mozoncillo en honor a Nuestra Seoña y San Roque, patrón de la localidad segoviana. Por tanto, un cartel que nos trae reminiscencias del pasado, de una época donde el fervor por los toreros era más que evidente por una sociedad que aún no se había dejado llevar por una corriente animalista que actualmente tiene entre ceja y ceja al toreo.
