En la finca madrileña de Panillas Alamar se encuentra la vacada de María Elena Herráez Hernández, una divisa de encaste Núñez ubicada en el término municipal de Villa del Prado. Una ganadería con un número de animales muy reducido al tener en torno a 20 reproductoras y un semental marcado a fuego con el hierro de la casa. Una finca ganadera que sirve como banco de pruebas para este selecto grupo de hembras procedentes del hierro de Antonio Jiménez.
La Comunidad de Madrid cuenta con unas 90 explotaciones ganaderas, que se agrupan en 68 ganaderías que albergan más de 11.500 ejemplares, lo que la convierte en la 5ª comunidad autónoma con mayor número de ganaderías de este tipo. Estas explotaciones ocupan una extensión superior a las 14.000 hectáreas y representan más del 6,5% de las explotaciones de ganado vacuno de la región.
“Se fundó en 1974, pero cuando falleció mi suegro en el 97 lo quitamos todo; él tenía Benítez Cubero con Domecq, y en 2010 me cedió Antonio unas vacas de Núñez. Actualmente seguimos teniendo el mismo hierro, solamente hemos variado la letra” nos detallaba Javier, representante de la casa de María Elena Herráez Hernández.
“Actualmente tenemos poco ganado, 18 vacas; el año pasado lidié dos erales y cinco añojos para lidiar este año. No tengo espacio, por eso no puedo dejar más”, exponía en la entrevista telefónica que se le hizo hace unos días a la ganadería madrileña, una apasionada del toro de Núñez que ahora disfruta en su casa sin la presión de las grandes plazas
De divisa verde y blanca y con señal de oreja horquilla en ambas camina una ganadería con el único objetivo del disfrute de sus propietarios, de ahí que el objetivo sea mantener esta punta de vacas para seguir manteniendo unida a la familia en torno al toro bravo, ese que es el Rey indiscutible de una casa que busca en el toro de Núñez ese tipo de animal que tiene un tranco de más tras la muleta.
