El pasado sábado tenía lugar en la plaza de toros de Arles una nueva edición de su corrida Goyesca. En la tarde se acartelaban los sevillanos Morante de la Puebla y Pablo Aguado junto al pacense Alejandro Talavante. Una corrida que acabó en triunfo para Talavante tras pasear dos orejas del quinto de la tarde y perder con el descabello otros dos posibles premios con el primero de su lote, entonando así mucho más el cierre de su temporada.
Tras romper el paseíllo la terna ataviada con sus trajes goyescos se encaminaba hacia la presidencia, nada más saludar empezaron los acordes de «La Marsellesa» cantada al unísono por una plaza que casi llenaba la plaza, un coliseo romano que tiene una gran historia detrás.
Fueron momentos muy emotivos en los que los franceses cantaron con gran emoción su himno nacional, ese que les hace erizarse la piel, y el cual sienten de verdad sin importar su sexto, inclinación política o religiosa. Rugió el anfiteatro para darle un impulso a una terna que venía ilusionada con cuajar un toro.
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Una tarde especial por muchos motivos, esa en la que ya han toreado las máximas figuras del toreo y donde han podido sentir a una afición única por su sensibilidad y su entrega, esa que sintió una terna que pudo paladear el toreo y sentir a una plaza entregada con el toreo de Morante, Talavante y Aguado.
Pero no es la única plaza francesa que entona “La Marsellesa”, otras como Nimes, ciudad francesa que también celebra las corridas de toros en un Coliseo Romano, también ante de comenzar el festejo entonan su himno nacional puestos en pie, algo que emociona tanto a los toreros que trenzan el paseíllo como a todos aquellos que acuden al festejo y la escuchan por primera vez.
Pero en la Goyesca de Arles 2017, recordamos como ocurrió algo sorprendente: según cuenta el diario ABC, «un antitaurino irrumpió en la plaza de toros de Arles, buscando a Julián López «El Juli» por la espalda. Lejos de apoyar al espontáneo que saltó al ruedo, y al que las autoridades detuvieron rápidamente, la grada francesa rompió a cantar «La Marsellesa», el himno galo, en pie y agitando pañuelos blancos, para así animar al matador».