De unos años a esta parte, el nivel de regularidad alcanzado por las divisas españolas está de fuera de toda duda. La exigencia en los tentaderos y la profesionalización de las vacadas (sanidad, alimentación y manejo) han llevado a éstas a conseguir mantener esa citada regularidad durante su temporada. Ya sea en un concepto de toro encastado y fiero o en otro enclasado y noble, un gran número de hierros están viendo como el número de toros embistiendo en sus camadas es muy alto.
Debido al nivel alcanzado, algunas ferias de América, como la de Lima o ganaderos afincados en países como Perú o México, han vuelto a dar el paso que lustros atrás hicieron sus predecesores. Amén de estos dos países tan taurinos, también hay sangre española en vacadas de Ecuador, Colombia y Venezuela, tierra donde el toro bravo sigue teniendo gran importancia pese a los ataques animalistas.
Ganaderías como La Quinta, Garcigrande o García Jiménez, entre otras, se han prestado a la venta de vacas y sementales para nuevos proyectos ganaderos al otro lado del charco, pero el trasiego de animales y las complicaciones para su exportación, hicieron que se viera en las pajuelas una vía alternativa más económica y fácil de llevar a tantos kilómetros. Ganaderos como Álvaro y Juan Pedro Domecq fueron pioneros a la hora de la inseminación, algo que han copiado innumerables ganaderos con el paso del tiempo.
Dentro de esa amalgama de hierros que apostaron por sacar pajuelas a sus toros más célebres está Victorino Martín, ganadero y veterinario de profesión, el cual únicamente saca semen a sus toros para inseminar a vacas de la casa, nunca para su venta. Pese a ser una vacada consolidada y con gran demanda, su actual ganadero se decantó por decir no a los distintos cantos de sirena venidos de tierras aztecas para comprar pajuelas de sus mejores sementales.
Hierros como el cacereño tienen una gran carga genética detrás, una divisa con una base muy sólida que de cambiar de opinión podría hacer caja con estas ventas -que oscilan entre los 1.500 euros si se trata de un toro vivo y unos 10.000 si el toro está muerto en otras ganaderías, según ha podido saber este medio-. Por lo tanto, si de un animal se pueden obtener un gran número de pajuelas, la cifra puede alcanzar cotas astronómicas, algo que Victorino Martín no valora, ya que tradicionalmente no abre su ganadería a otros hierros.
Hay toros contrastados que le han salido por un pico a más de un ganadero, animales por el que se pagaron cifras altísimas y que han servido para asentar proyectos ganaderos. Según algunas fuentes consultadas por este medio, se han llegado a pagar cerca de 200.000 euros por uno de esos sementales estrella durante el tiempo que está el toro con las vacas, un precio que no está al alcance de determinados bolsillos. Algo así podría pasar con el célebre “Cobradiezmos” un animal que tras ser indultado en Sevilla está cumpliendo con muy buena nota sus labores como raceador.