MADRID

El premio de un genio: lo que Morante hizo tras cuajar su toro en Madrid


jueves 29 mayo, 2025

Tras su genial obra al primero de la tarde, Morante se sentó en uno de los estribos de la plaza con la única compañía de su inseparable cigarro

Morante
Morante, minutos más tarde de su obra épica en Madrid. © Luis Sánchez Olmedo

Ayer, Morante de la Puebla ofreció una lección de toreo profundo y sentido en la Corrida de la Prensa, celebrada en el marco de la Feria de San Isidro. Ante un toro de Garcigrande, el sevillano dejó marcada su huella en una afición que lo esperaba tras sus cuatro tardes en Sevilla. Fue una tarde en la que mostró estar muy lejos de esos toreros de carácter funcionarial, espadas que tarde tras tarde parecen justificar su presencia con faenas largas y monótonas a toros de distinta condición.

El diestro de la Puebla del Río es distinto al resto hasta en la forma de trenzar el paseíllo, de coger los trastos o de andar por la cara de los toros. Muchos celebraron, con razón, su extraordinaria faena al primero. Pero incluso llegó a estar mejor con el cuarto —véase el tono irónico—, al que despachó sin miramientos con una estocada en el rincón de Ordóñez. No fue premeditado ni con alevosía: simplemente le tocó en suerte un astado desagradable de Garcigrande, frenado y sin celo.

Así, sin anestesia ni preámbulos, Morante formó la mundial al primero. Bajo, musculado, tocadito arriba de pitones. Lo meció de salida a la verónica casi sin tocar, no ya sin perder pasos: sin enmendarse, por uno y otro pitón. Tremendo. Qué manera de torear. Derribó el toro en varas y apretó para dentro en banderillas, donde Morante hasta tuvo tiempo de salir a cuerpo limpio a hacer el quite a José María Amores. El inicio de faena, por bajo, fue soberano. De una suavidad exquisita. El prólogo de una obra mayúscula. Toreo ceñido, enroscado, ejecutado en una baldosa. Sin perder pasos ni rectificar. Por el izquierdo, el toro vino más al paso, pero aún así le sacó una gran serie de naturales, para volver a la derecha y concluir su obra. ¡Qué faenón! Tras un cierre colosal, la estocada precisó de tres descabellos. A pesar de la petición unánime del público, consciente de haber presenciado algo histórico, el presidente decidió hacer el ridículo. No concedió la oreja ni la vuelta al ruedo, escribió nuestro compañero José Miguel Arruego en las páginas de Cultoro la tarde del pasado miércoles.

Una faena que quedará guardada en la retina de todo buen aficionado, pese a que el cigarrero no paseara las dos orejas del interesante primero de Garcigrande. Una labor de gran importancia, que conectó rápidamente con unos tendidos que ya habían saboreado un saludo a la verónica de los que hacen historia. Tras su paso por Sevilla, José Antonio se reencontró con la afición capitalina en su tradicional Corrida de la Prensa, festejo que celebraba su 125 aniversario.

A diferencia de otras ocasiones, vimos a un Morante menos arrebatado. Pese a ello, se abrió en canal para regalar a Madrid una faena de cadencia absoluta, de abandono en las formas y en el fondo. Tras pasaportar al astado salmantino, se le pidió de forma mayoritaria una oreja que no fue concedida por el usía. Tampoco dio la vuelta al ruedo: prefirió digerir todo lo que acababa de ocurrir junto a su inseparable cigarrillo.

54552787910 2b424a43fd O

Una imagen que se hizo viral tras su publicación en redes por parte de Simón Casas, que se encontraba en un burladero del callejón, próximo al sevillano. “Morante de la Puebla, soñando la obra de arte que realizó con su primer toro (el único bueno de la corrida de hoy). Es que hay faenas que son realmente de ensueño… Yo, como aficionado, la volveré también a soñar esta noche”, escribió el francés en su cuenta de Instagram, minutos después de la grandiosa faena de Morante a Seminarista, de Garcigrande.

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Simon Casas (@simoncasas1)

Desde la primera verónica parsimoniosa de Morante, usando medio capote para torear y reduciendo además la llegada del toro, el tendido lo supo. Podía olerse. Iba a vivirse un momento histórico. Estaba iluminado José Antonio, y más tarde lo remarcó. Ya tenía la muleta en la mano. Ya estaba pasando al de Garcigrande con la rodilla flexionada, el vuelo en el recorrido más largo, gustándose en los embroques. Entonces surgió, entre el griterío, un trincherazo rotundo, sorpresivo, macizo. Y el berrido de Madrid anunció que pasaba algo. Algo grande. Algo ligado a las cosas que hacen historia. Así lo escribía Marco Antonio Hierro, pasadas las once de la noche, en su crónica de la decimoséptima de abono en la primera plaza del mundo.

Una faena histórica que vivieron con pasión las 22.964 almas que llenaron hasta el tejadillo la Monumental de Las Ventas. Si antes hablábamos de la publicación en redes de Simón Casas, esa misma fotografía fue captada desde otro ángulo por el periodista Juanma Lamet. Una imagen que mostraba a Morante de la Puebla fumando un cigarrillo, apoyado en las tablas. La instantánea fue tomada después de que José Antonio dejara una de las faenas más rotundas de los últimos años en Madrid. La acompañaba un breve texto: “Morante, sentado y fumando, pensativo. Intentando digerir el atentado ilegal del presidente. No hay palabras”.