Ya contamos en más de una ocasión hay un número ingente de matadores de toros que han acabado formando su propia ganadería ya fuese esta como disfrute personal o con el objetivo de llegar a anunciarse en plazas de importancia. El ser criador de bravo no es algo sencillo requiriendo esto de mucho trabajo, constancia, ilusión, buen gusto e intuición. Durante gran parte del siglo XX y el primer cuarto del XXI esos toreros que decidieron dar el paso lo hicieron con la responsabilidad de buscar un tipo de animal que les llenara como aficionados pero que valiera para hacer esas faenas que siempre soñaron.
Atrás quedan nombres como los de Machaquito, Juan Belmonte, Diego Puerta, El Viti o Paco Camino, diestros ya fallecidos que emprendieron una aventura que hoy en día perdura en vacadas a ambos lados del charco. Después de ellos vinieron otros matadores de toros que se decidieron por emprender un viaje que todavía continúan, este es el caso de Pedro Moya ‘Niño de la Capea’, Roberto Domínguez, César Rincón, Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’, Enrique Ponce, Julián López ‘El Juli’, Miguel Ángel Perera o Alejandro Talavante entre otros.
Una lista de diestros al que se ha sumado recientemente José Antonio Morante Camacho más conocido como Morante de la Puebla. El sevillano se hizo hace unos meses con una punta de animales marcados a fuego con el hierro de Alcurruén vacada de la familia Lozano de encaste Núñez. José Antonio se hizo ganadero tras la compra del célebre hierro de Pérez de la Concha en una subasta -en primera instancia- llevada a cabo en la RUCTL.
Al no pertenecer a dicha asociación de ganaderos fue su buen amigo Fermín Bohórquez quien pujó para llevarse finalmente esta joya, esa con la que marcó a fuego a sus animales D. Joaquín de la Concha y Sierra en 1823. Un hierro que tiene una antigüedad de 1850 y que acabó forjando un tipo de toro muy particular al estar este compuesto mayoritariamente por sangre de Santa Coloma y un porcentaje de sangre de Lesaca. Con el tiempo esa sangre se fue perdiendo dentro de la casa hasta acabar quedando el hierro vacío y sin ganado.

Hasta la finca ‘Malvaloca’, entre los términos municipales de Villamartín (Cádiz), las Cabezas de San Juan y Utrera se llevó el sevillano la punta de ganado de la rama Núñez que había adquirido tiempo atrás. Para ser efectiva la compra se debía dotar al hierro de unas 25-30 vacas y un semental algo que el propio espada sevillano cumplió a rajatabla. Un espada que en su día tuvo ganado procedente de vacadas tan prestigiosas como Núñez del Cuvillo o Zalduendo, ese que ahora apuesta por un camino más serio enfocado al medio-lago plazo.
Por este nuevo paso le preguntó Jesús Bayort en la entrevista publicada recientemente en ABC: “Es un proyecto romántico que he empezado junto a Pedro, mi amigo y apoderado. Después de comprar el hierro de Pérez de la Concha fuimos a por unas vacas de Alcurrucén para darle forma a este sueño” declaraba un espada que sabe del tiempo y el esfuerzo que requiere ser ganadero de bravo.
“Es algo que dará sus frutos cuando pasen muchos años y que me parece muy bonito, aunque por el momento no sea demasiado serio” comentaba antes de avanzar que esta compra puede venir de la mano de otra más importante dentro de un tiempo. “Quizás pronto emprendamos un proyecto más profundo” acabó explicando José Antonio en una entrevista que ha dado mucho que hablar.