El hasta ahora apoderado de Andrés Roca Rey, el también matador de toros Roberto Domínguez, ha decidido poner el punto y final a su vinculación profesional con el toreo, lo que implica también su ruptura con el peruano, cuya carrera ha estado dirigiendo durante cuatro años. Así lo ha hecho público mediante una carta publicada en un medio de comunicación, en la que anuncia que cierra definitivamente el capítulo taurino de su vida, lo que corta de raíz, además, sus futuras relaciones con otros toreros o empresas.
Por su parte, el torero peruano ha publicado una emotiva despedida en sus Redes Sociales, en la que agradece a Roberto Domínguez «el tiempo «una etapa increíble, muchas emociones, muchos momentos duros, miedos y muchas metas y sueños que hemos conseguido juntos! Gracias por su dedicación y compromiso con Roca Rey (el torero) y también con Andrés (la persona). Ahora, tomando las riendas de mi carrera con gratitud y determinación mirando hacia nuevos horizontes. Agradecido por el camino recorrido y listo para los desafíos que vienen».
A partir de ahora, y pensando en el futuro de la tauromaquia, el torero que más gente lleva a las plazas queda libre, lo que provocará, presumiblemente, un aluvión de llamadas interesándose por conducir el Ferrari que el propio Roberto Domínguez afirmó que lleva dentro el peruano.
La decisión de Roberto, y su forma de ponerla en práctica no son nuevas en su carrera, dado que ya se retiró por sorpresa, siendo aún matador de toros, por otro tipo de inquietudes que lo mantuvieron alejado del mundo taurino durante algún tiempo, hasta que decidió volver, incluso, a vestirse de luces, en la que terminó siendo, a la larga, la etapa más exitosa de su carrera como matador de toros.