Santiago Domecq es una casa ganadera con sólidos cimientos y un futuro esperanzador. Porque los dos hijos del genial ganadero jerezano siguen la estela de su progenitor, luchando contra viento y marea por seguir erigiendo a la vacada gaditana como fundamental en las Ferias. Hoy nos centramos en Carlos Domecq Martel, un joven que lleva la bravura en su sangre y con quien hablamos hace unas semanas para que nos narrase su día a día.
“Desde que tengo uso de razón siempre he visto a mi padre implicado en la ganadería, ha sido, y, es, un hombre profundamente enamorado del campo bravo y un defensor a ultranza de las tradiciones de nuestro país. Desde chicos se nos ha inculcado ese amor por los animales. Tanto mis hermanos como yo montamos y hacemos todas las labores del día a día con los vaqueros y el mayoral. Es algo que nos apasiona, que no nos cuesta trabajo pese a vivir lejos de la finca durante gran parte de la semana” explicaba a este medio.
En esta casa ganadera son conscientes el camino que deben trazar para que el castillo de naipes no caiga al suelo con la primera brisa de viento que entre por la ventana. “Como bien apuntas, nosotros tenemos muy claro hacia donde debe ir la ganadería, y ese camino no es otro que seguir la línea marcada por nuestro padre. Es un referente absoluto para nosotros, un gran aficionado, ganadero metódico y ordenado amén de un gran gestor. La ganadería es pasión, pero no deja de ser una empresa donde los números deben cuadrar”.

Una vacada que tiene el futuro garantizado tras la irrupción de los hijos de un ganadero que está disfrutando del momento por el que pasa su ganadería. “Te voy a contar una cosa que pocos saben. Como en todas las vacadas los proyectos ganaderos pasan por momentos buenos, malos y regulares, era uno de esos momentos donde mi padre tenía una carga enorme de trabajo que le consumía gran parte de su tiempo y se planteó reducir la ganadería y dejarla para el disfrute personal”.
Tras unos segundo en silencio continuó con la historia. “Fue un momento de dudas, pero no por el proyecto en sí o su capacidad como ganadero, sino porque la presión era grande y no siempre es fácil navegar en este mundo del toro. Una idea que se le fue rápidamente de la cabeza al ver que nos tenía a nosotros detrás. No redujo, sino que aumentó progresivamente el número de hembras, apostó por nosotros y por ello le estamos infinitamente agradecidos”.
Viabilidad de las ganaderías de bravo

Como gran parte de los que nos leen ya saben, ser ganadero de bravo es únicamente rentable para unos pocos ganaderos, las inversiones son importantes, el mantener un toro durante cuatro años tiene unos costes muy elevados, y por desgracia, no todas las plazas pagan el toro al precio que este merece. En esta casa ganadera saben que si dependieran únicamente de aquello que les da el toro hubieron tenido que bajar la persiana hace tiempo, por todo ello son conscientes que hay que tener ingresos extraordinarios que hagan cuadrar los números a final de año.
“Como bien comentas son pocas las ganaderías que son rentables, eso lo tenemos claro, de ahí que cada uno de los hermanos tengamos nuestro trabajo, sabemos que es vital para labrarnos un futuro” nos comentaba Carlos Domecq. “Los ganaderos hacemos un enorme esfuerzo por mantener vivas las fincas, por limpiarlas y ayudar a su conservación, pero aquí nunca se habla del lucro cesante, hacemos un enorme esfuerzo, si quitamos al toro ten por seguro que la explotación arrojaría beneficios, pero en nuestro caso, a nosotros nos mueve la pasión por el toro, nunca lo monetario aunque sea importante”, concluía en su exposición.
Carlos Domecq y la madurez que da emprender el vuelo

Carlos lleva varios años viviendo en Madrid, un paso importante para su formación como persona al ser esta una ciudad poliglota y con muchas cosas por conocer. Sigue manteniendo sus amigos de Jerez, pero ese salto a la capital le abrió puertas que le han permitido vivir experiencias diferentes a aquellas que te da el campo. “La vida nos coloca a cada uno en un sitio distinto, nos pone pruebas para ver de qué pasta estamos hechos. Creo que el salir de casa nos da una visión diferente de la vida, nos ayuda a madurar”.
“Yo estudié la carrera de ADE en Madrid, posteriormente amplié mi formación con posgrado en agricultura y ahora trabajo en un banco de inversión en Madrid. Pese a no estar en el campo todo lo que me gustaría vuelvo siempre que puedo” nos explicaba. “Mi vida es el toro, y raro es el fin de semana o el día de fiesta que no bajo a Jerez, el poder montar a caballo o hacer cualquier labor de campo es algo que me apasiona”, añadía.
Precisamente el hecho de vivir fuera de casa le ha dado experiencias que difícilmente hubiera tenido de quedarse trabajando en la ganadería. “En mi trabajo me encuentro a mucha gente que no tiene ni idea de toros. Convivo con bastantes extranjeros que se han acercado a este mundo al conocerme. Me gusta llevarme al campo y a los toros a compañeros y amigos que no son taurinos, creo que es mi deber como aficionado. No quiero que suene a vanidad, pero creo que he puesto mi granito de arena, es algo que me reconforta”, finaliza.