El campo bravo esconde historias que muchos desconocen. Los animales son imprevisibles y en gran parte de los casos tienen reacciones que uno no se espera, pero son las menos ya que los hombres de campo conocen a cada animal y saben en un alto porcentaje que comportamiento van a tener. Este es el caso de una de las historias que contamos hoy, acaecida en la ganadería de Conde de la Corte, ubicada en las cercanías del municipio pacense de Jerez de los Caballeros.
Tanto los toros como las vacas son animales de costumbres: a ellos no les gusta que les molesten, por lo que siempre tienden a apartarse cuando ven a los caballos. Cosa distinta les ocurre con la persona que les lleva el pienso. Por tanto, al ver caballos, saben que los van a mover, algo que no les gusta nada.
Gracias a la pericia de caballo y caballista, el novillo de Conde de la Corte sale del lugar
En este caso, el mayoral tenía la tarea de pasar a los novillos de un cercado a otro, pero uno de los astados de la camada no estaba por la labor, refugiándose junto a una pared de piedra que había en el cercado. El novillo, en ese momento, fue imprevisible: estuvo y no será fácil sacarlo de ahí. Gracias a la pericia de caballo y caballista se consigue tirar del animal. El trote templado del caballo encela al novillo que acaba finalmente saliendo del lugar donde estaba refugiado y se sentía más poderoso.
A los animales bravos no se les puede consentir que se salgan con la suya, ya que luego aprenden y costará más en el futuro moverlos. Para ello es fundamental conocer las querencias de los animales y trabajar con ellos jugando con ese factor.
En este caso, se ha mencionado, el animal estaba obcecado -ofuscado o enfadado-, por lo que no está para muchas bromas. Al encontrarse solo el peligro aumenta, eso lo saben muy bien los hombres de campo ya que tienen que ser conscientes que un paso en falso les puede suponer un problema grave. La pericia y los años de experiencia, junto a un gran caballo, le ayuda a solventar esta situación.