Actualmente el mundo del toro vive momentos esperanzadores gracias al aumento de los festejos taurinos, la gran afluencia de espectadores a las plazas, el momento que vive la cabaña brava y la gran amalgama de espadas con interés que hay en el escalafón. Un 2024 que empieza a escribir sus últimas páginas a la espera de Otoño (Madrid), Valencia, El Pilar (Zaragoza) o San Lucas (Jaén), amén de otros cosos como Las Rozas, Úbeda o Alba de Tormes entre otras.
Pero si echamos la vista atrás durante los años 2020 y 2021 los negros nubarrones de la Pandemia amenazaban con dar un golpe de muerte a una fiesta de los toros que andaba tiritando. De todos los activos de la fiesta, el ganadero era el que mayores problemas estaba pasando, las camadas se habían quedado en el campo sin poder lidiarse y las ayudas eran prácticamente mínimas. Muchos de ellos decidieron bajar la persiana al no poder soportar unos gastos desorbitados.
Este fue el caso del hierro de Sayalero y Bandrés, una vacada que había sido adquirida en 1980 por Victoriano Sayalero López y Juan Luis Bandrés Guerrero, socios tanto en la ganadería de bravo como en la naviera ISNASA. Una vacada que en manos de D. Carlos Arruza había tenido sangre santacolomeña procedente de las vacadas de D. Felipe Bartolomé y D. Joaquín Buendía, y posteriormente, eliminando esta y yendo a la finca Martelilla para adquirir machos y hembras del Marqués de Domecq.
Un hierro que en manos de ambos socios copó carteles importantes en ferias de relevancia, hasta que en la citada pandemia vendería gran parte de su simiente a José Antonio Alonso, propietario del hierro extremeño de Piedras Blancas. Una ganadería con sangre similar a estar compuesta en su gran mayoría por animales del Marqués de Domecq. «Actualmente, tenemos unas 140 vacas con esta sangre y varios sementales. Estamos caminando poco a poco, el trabajo se va notando, queremos ir con pies de plomo pese a tener ya resultamos importante a nuestras espaldas«, nos comentaba en una entrevista el citado José Antonio Alonso.
Una sangre que también viajó hasta la provincia de Sevilla, concretamente a la vacada de Toros de La Plata, hierro que compraría unas 30 hembras para refrescar la sangre procedente de Manolo González, González Sánchez-Dalp y Guadalest vía Torrestella que pastan en la finca ‘Las Majadillas’. Pero volvamos a la divisa que adquirió la mayor parte de los animales que componían la divisa de la familia Sayalero. Alonso se llevó 108 vacas y 3 sementales una vez cerrado el trato, buscando con esta nueva compra refrescar la ganadería que poseía en tierras de Mérida.