Sayalero y Bandrés es una de esas ganaderías que quedó marcada por una fatal cornada que sesgó la vida de un torero. Una vacada que fue formada en 1926 por don Heraclio Carreño con reses procedentes de Villagodio y Arribas. Años más tarde sería adquirida por don Maximiliano Sánchez, pasando posteriormente por las manos de Juan Fraile o Carlos Arruza, quien eliminó el ganado adquirido para empezar de cero con animales de Felipe Bartolomé y don Joaquín Buendía, variando este el hierro que anteriormente tenía.
Tras un tiempo con el ganadero anteriormente citado, eliminó todo y adquirió simiente de la célebre vacada de El Marqués de Domecq. En 1967 es vendida a María Isabel Ybarra pasándose a anunciarse en 1978 como “María Isabel Ybarra e Ibarra e Hijos”. Una vacada que en 1980 encontraría nuevos propietarios, en la figura de Victoriano Sayalero López y Juan Luis Bandrés Guerrero, socios tanto en la ganadería de bravo como en la naviera Isnasa.
Unos ganaderos que mantendrían la vacada en las grandes ferias hasta el trágico suceso de Pozoblanco, donde un toro de la casa segó la vida de Francisco Rivera Paquirri. Luego irían poco a poco perdiendo su sitio hasta salir de esas plazas importantes donde los toreros más cotizados se rifaban los animales de este hierro. Un problema que ya vivieron en sus carnes otros ganaderos que se vieron obligados a deshacerse de su ganadería tras caer en desgracia.
Fue en 2008 cuando la ganadería entonces llamada “Sayalero y Bandrés” se traslada desde tierras de Andalucía al Campo Charro. Allá por 2018 la familia Sayalero decide emprender el camino de vuelta a casa, llevándose la totalidad de la vacada a la provincia de Cádiz, lugar donde pastaría hasta la compra de ésta por parte de José Antonio Alonso y Pedro Trapote, los cuales se hacen con la totalidad de los animales hace tres años. Alonso se llevó 108 vacas y 3 sementales para refrescar la ganadería pacense de Peñas Blancas, antes Sánchez de Ybargüen -procedencia Maribel Ybarra, la misma que Sayalero y Bandrés-, mientras que Trapote adquirió un lote menor de 28 hembras para sumar a su hierro de Toros de la Plata.
«Actualmente, tenemos unas 140 vacas con esta sangre y varios sementales. Estamos caminando poco a poco, el trabajo se va notando, queremos ir con pies de plomo pese a tener ya resultamos importante a nuestras espaldas«, nos comentaba su actual ganadero, José Antonio Alonso, en una entrevista para este medio. “Tener ese número de vacas nos ayuda a abrir las líneas y a intentar ampliar familias. El proyecto es ilusionante, el año que viene haremos 10 años con la ganadería, creo que se va notando nuestra mano«, añadía el ganadero.