Siempre ha existido una relación especial entre Rafael de Paula y José Antonio Morante de la Puebla, dos toreros que han fraguado una gran amistad con los años. Dos toreros que se admiran mutuamente, los cuales no esconden cada vez que pueden dicha amistad. El jerezano hace tiempo que necesita de una silla de ruedas para moverse, ya que sus maltrechas rodillas hace tiempo que dijeron basta.
Un torero que ha convivido con ese hándicap durante toda su carrera, fruto de una infancia nada fácil por las calles de Jerez de la Frontera. Años muy duros para una familia humilde del barrio de Santiago, que sin embargo no hicieron que Rafael diera el paso para querer ser torero.
Con sus cimas y sus simas, el torero gaditano dejó su huella en infinidad de aficionados, formando parte de la historia del toreo. Un torero que fue espejo para muchos, incluso para un Morante de la Puebla que se nutrió de ese concepto. Paula siempre ha declarado su admiración por Belmonte, mientras que Morante se decantó más por Joselito, pese a ello la unión de esas fuentes derivó en una tauromaquia muy personal.
Una vez retirado de los ruedos, ambos fraguaron una amistad sincera, esa que los llevó a unir sus caminos allá por 2006 en un apoderamiento algo suigéneris. Pese a ello los lazos se entrelazaron y la amistad se hizo aún más duradera. Tras la pandemia se les ha visto juntos en diferentes plazas de toros como Ronda, Sevilla o Madrid, tres plazas en las que estuvo presente Rafael.
Goyesca de Ronda, San Miguel en Sevilla y ahora Otoño en Madrid, tres fechas en las que Paula era un asiduo en el ruedo y ahora lo es un José Antonio que sigue levantando pasiones. Fechas en las que se pudo ver a los dos de nuevo juntos disfrutando de las corridas de toros donde se anunciaba el torero de La Puebla del Río. Una imagen que han agradecido los aficionados, el ver a Rafael en una plaza de toros siempre es una grata noticia, ojalá que en 2023 su estado de salud no empeore y pueda seguir disfrutando de lo que más le gusta.