CAMPO BRAVO

Muere ‘Alazana’, la mítica yegua de Lagunajanda: «Fuiste un reflejo de Dios y vuelves a la luz: ¡Nunca te olvidaré!»


sábado 7 septiembre, 2024

Se trata de un ejemplar que se había convertido en el ojo derecho de su ganadero, Salvador de la Puerta.

Lagunajanda
Un toro de Lagunajanda y, a la derecha, la yegua. © Adrián

Recientemente el programa TodoCaballo de Canal Sur emitía un reportaje en la ganadería gaditana de Lagunajanda en el que se daba a conocer la doma que tenían los animales de la casa. En el mismo Salvador de la Puerta Domecq enseñaba como varios de los caballos de la casa estaban totalmente habituados a estar junto a las vacas bravas de la ganadería. Con esto se conseguía que los equinos perdieran el miedo a estar con los animales bravos, algo fundamental para el trabajo diario en el campo.

Uno de esos animales era una yegua alazana, un ejemplar que se había convertido en el ojo derecho de su ganadero. Pese a sufrir varios percances trabajando junto al toro este animal siguió saliendo cada mañana a realizar sus labores, pero por desgracia hace unos días la citada yegua empezó a encontrarse mal, se la veía apagada, algo que preocupó sobremanera a un ganadero que no dudó en llamar a los veterinarios. Lamentablemente los veterinarios no pudieron hacer nada por ella, falleciendo esta a las pocas horas de su intervención.

Una yegua alazana que era todo corazón y nobleza, esa que provocó las lágrimas de un ganadero que le dedicó unas hermosas palabras en su cuenta personal de Instagram: “A pesar de dos cogidas de cinqueños cuando todavía estaba a cuatro riendas, no hubo resabio, ni trauma, ni siquiera desconfianza. Así son las almas grandes, rompen lo razonable porque descansan en el corazón, seguro que volveremos a galopar juntos”.

 
 
 
 
 
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Animal que quedará guardado en el corazón de un Salvador que confió ciegamente en ella, una yegua que no dudó en estar dispuesta a dar su vida por él en más de una ocasión. Un criador de bravo que volvió a recordar todos los momentos vividos con ella a través de sus redes sociales: “Aquel 29 de septiembre de 2020 me enseñaste que: si de amor capaz de morir eres no cejes de buscar a quien te cuide, pues si no tu entrega será lo que te lleve. Como la vaca brava que embistiendo en una acometida más su final le sorprende, donde su voluntad llega pero su corazón se desprende”.

“Como tu hoy alazana, que por entrega todo lo hubieras dado en aquella pendiente arriba de tierra oreada, en galope hasta las rodillas enterrada, tras la vaca indómita pero por ti controlada. Ahora te veo serena cuando antes tu respiración no te seguía, y de tu sudor desprendiendo vapor que te rodea, como diosa que más que real te esfumas y te elevas, hacia el cielo donde tu alma sin límites no tiene cerrojos a tanta entrega. Dios te bendiga”, finalizó escribiendo Salvador.

«Alazana», el corazón, los pies y las manos de Salvador de la Puerta

Vaca Brava
La yegua con una vaca en Lagunajanda. © Instagram

Una yegua que fue el corazón, las piernas y los brazos de un ganadero que siempre confió en la nobleza de un animal que perdurará en su recuerdo, su compañera cada día de trabajo en Jandilla, esa que le salvó de momentos de dificultad en momentos donde no había hueco para el miedo. Todo aquel que brega a diario con el toro bravo es consciente que el peligro puede sobrevolar en cualquier momento, de ahí que sea fundamental tener un animal con nobleza, valor y el corazón.

El pasado verano mientras Salvador de la Puerta corría a los toros junto al vaquero y su mayoral uno de los animales se volvió y les dio la cara. Jinete y caballo soltaron riendas para salir galopando por el corredero hasta dejar atrás a ese díscolo astado que no quería seguir ejercitándose. Desafortunadamente se produjo una caída fruto de la mala suerte y no de la pericia de su ganadero, un percance que explicó en una publicación el pasado 16 de julio en sus redes sociales.

“Las caídas a caballo en el campo son como una tarta de reyes, puedes disfrutar ese trozo ligero y sabroso y quedar en anécdota de la que aprender o te puede tocar en tu ración el garbanzo negro y ser una fatalidad. Esta mañana paseando los toros, lo que pudo ser un garbanzo negro no acabó en tanto. Imprudentemente cuando reteníamos al final del corredero, en el descanso de la carrera de ida, los 13 toros del tercer cerrado, todavía en proceso de coger la sistemática, solté las riendas de la buena alazana y con Diego, el mayoral, entre libreta y charla le fui pasando unos números de unos becerros” comentaba.

“Fue entonces cuando la yegua bajando la cabeza enganchó las riendas con su mano izquierda, y al levantar la cabeza y sentir el apoyo en el bocado no dejó de ir hacia atrás hasta el punto de caerse encima mía. Afortunadamente ninguna desgracia ocurrió, los toros nobles fueron aguantados por el gran Diego, y desde el suelo pude soltar esa rienda del bocado entre caricias y buenas palabras. Fue bonito ver como mi alazana, cuando aún estaba en el suelo me vino buscando con su hocico agachado como si de un perro fiel se tratara. Noble alazana, nobles toros, un gran mayoral y un servidor muy dolorido” finaliza escribiendo en sus redes sociales el pasado verano.

 
 
 
 
 
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