Adentrarse en la finca El Palomar es hacerlo en una de las ganaderías de bravo más prestigiosas de nuestro país, una vacada con un encaste en peligro de extinción que únicamente se conserva en pureza en un abanico muy reducido de hierros. Un proyecto ganadero al que la familia Flores le ha ido dando forma con el paso de los años, y que durante décadas se colocó en los lugares más selectos del escalafón, siendo exigida por los espadas con mayor fuerza del momento.

Se trata de una vacada que ha pasado por varias etapas durante su larga y dilatada historia, siendo éste un momento de asentamiento para una divisa que poco a poco quiere recobrar el protagonismo que tuvo antaño. Una divisa entroncada en la sangre Gamero-Cívico encaste que dota a los animales de un gran esqueleto, amplia badana, gran seriedad en su encornadura y mirada, amén de una variedad de pelajes que va desde el negro mulato y chorreado pasando por el castaño y el colorao.
La antigüedad de esta ganadería se remonta al 15 de mayo de 1928 cuando Miguel Espinosa Armillita, Fausto Barajas y Gabriel de la Haba «Zurito» lidiaron un encierro de esta vacada manchega en Madrid. Sus inicios se remontan al año 41 momento en el que los hermanos Flores – Samuel, Leonardo, Melquiades y Carmen – iniciaron su aventura ganadera al comprar una punta de ganado perteneciente al hierro de Eduardo Olea (Vistahermosa) y otra procedente del hierro de José Vega (Veragua-Santa Coloma).

No sería hasta 1925 cuando la ganadería daría sus salto definitivo tras la adquisición de vacas y sementales de Juan Domínguez Delgado (Gamero-Cívico), momento a partir de lo cual empezaron a anunciarse como Samuel Hermanos. Al igual que a muchas otras vacadas de bravo la Guerra Civil diezmó gran parte de la ganadería aunque se repuso en 1939, esta vez únicamente con machos y hembras de procedencia Gamero-Cívico. En 1941 se decide dividir la ganadería en dos lotes iguales: Manuela Agustín López Flores y Samuel Hermanos, anunciándose esta como Samuel Flores en 1968 y haciéndose cargo de la misma cinco años después Samuel Romano López-Flores.
Por el momento, y tras varios problemas en años anteriores con la infertilidad de sementales, la vacada ha decidido esta temporada lidiar algunos toros en los festejos populares y guardarse grandes balas para la próxima temporada y, sobre todo, la de 2027, el año de la explosión. La buena noticia es que los inconvenientes de infertilidad ya están solventados y la gloria de los «samueles» recobrará vida en las Ferias de aquí a dos temporadas.
