ENTREVISTA

Rafael de Julia: «Lo he pasado tan mal hasta llegar a Madrid que la tarde compendia mis 44 años de vida»


lunes 16 septiembre, 2024

El madrileño vive hoy "un sueño que no creí posible que se hiciera realidad hasta que lo pude sentir en la arena"

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Rafael de Julia en su vuelta al ruedo al anillo de Las Ventas © Luis Sánchez Olmedo

Era un junco. Reconozco que me sorprendí de la delgadez que percibí en Rafael de Julia al entrar en la plaza. Enjuto, serio, concentrado, sabedor de lo que significaba aquella tarde para el resto de su vida. «Llegaba con siete tentaderos y sin toros a puerta cerrada», comenta. Sólo eso desde que decidió retirarse, hace ya diez años, y volver, ya en la pasada temporada.

Y es que no es fácil, hoy por hoy, ni siquiera hacer tentaderos para los matadores de toros. Este es un mundo que tiene remotas reminiscencias del que él conoció cuando quería ser torero, pero ahora, que regresa por necesidad vital, está vuelto del revés. Afortunadamente, torear sigue siendo torear, aquí y en la luna, y cuando sabes hacerlo, el paso del tiempo sólo te puede mejorar. “Es cierto. Tal como toreé ayer en Las Ventas no había toreado jamás. Ni siquiera en mis mejores momentos de salir por la Puerta Grande”, reconoce. “Te juro que no me importaba cortar orejas, sino sentir lo que estaba sintiendo. De hecho, al salir de esa tanda tan rotunda con la mano izquierda, en el toro de Castillejo, me emocioné y tuve que contenerme para no romper a llorar”.

Nos pasó a muchos en el tendido también, y los olés barrigueros que atronaban el coso eran la muestra perfecta de que el toreo es un sentimiento. Pero también es muy duro, nadie sabe cuánto si no es torero. “Lo he pasado tan mal desde que decidí regresar que vivir una tarde así compendia mis 44 años de vida”, sentencia rotundo, “y creo que es por mirar hacia adelante de forma positiva. Por ver siempre lo bueno por encima de lo demás, porque creo que la actitud que demostré está fuera de toda duda, pero para eso venía mentalizado; romperme como me rompí con los dos toros… Eso no me lo esperaba”.

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Rafael de Julia en Las Ventas. © Luis Sánchez Olmedo

Pero, cuando llegó el momento, Rafael estaba preparado. Y vestido de grana y oro en la plaza más importante del mundo, viéndole virtudes a un toraco de Concha y Sierra que solo las aguantaba hasta llegar al embroque. De ahí en adelante, era todo expresar. “Y hacerlo convencido de que vas a llegar al tendido con lo que tienes que expresar”, matiza Rafael, que tiene muy claro que esto no debe ser flor de un día. “Creo que tengo sitio en los carteles porque estoy en un momento clave de mi vida profesional, y me he pasado diez años sin pegar un muletazo al aire, trece sin pisar el ruedo de Las Ventas. Pero sabía que cuando llegase el momento tenía que ser un retorno y no un adiós”.

En ese periodo de tiempo, solo la Copa Chenel lo sacó del ostracismo, pero no llegó a las últimas rondas y se olvidó su nombre entre los carteles del pasado. La tarde de ayer, en Madrid, vino a decir que es imposible torear así si no se pasan los cuarenta. “Está claro que yo jamás había toreado con ese poso, con esa madurez en cada decisión y esa pausa en cada ejecución”, conviene De Julia reflexionando sobre mi afirmación. “Por eso sé que tengo mucho más dentro, y esta actuación la siento como si fuera el triunfo a la perseverancia y a saber lo largo que es este camino”, sentencia.

Rafael De Julia

También es cierto que tuvo dos toros tan serios como cuajados de las virtudes que él necesitaba en cada momento. Ya hemos hablado del primero, de Concha y Sierra, pero el bueno fue el cuarto, ese murube de Castillejo que tuvo clase para siete toros. «Me alegro profundamente de que les saliera ese toro a los ganaderos», comenta Rafael convencido, «no sólo porque me tocase a mí, sino porque admiro mucho la apuesta que están haciendo por lidiar a pie y el concepto del toreo que tienen. De hecho, uno de los tentaderos que ha hecho ha sido en su casa, y cuajé una becerra con la mano izquierda como nunca. ¡Qué clase tenía el animal! Mientras me mentalizaba los días previos, en los que lo estaba pasando regular, pensaba que tenía que torear al toro de Castillejo como aquella becerra en el campo. No era lo mismo, claro, pero las sensaciones fueron muy parecidas».

Una cosa quedó clara cuando la noche caía en Madrid, en la tarde de ayer: a este Rafael de Julia hay que verlo más y mejor.