En la localidad gaditana de San José del Valle se encuentra uno de los hierros más importantes del campo bravo español. La divisa de Fuente Ymbro, desde su creación en 1996, ha vivido un ascenso meteórico con la lidia de grandes animales que le ayudaron a ocupar el lugar que actualmente tiene. Su procedencia Jandilla, ganadería, base de ésta y de muchas otras, le sentó los cimientos genéticos de un proyecto que en 2023 hace de este hierro uno de los más solicitados por las empresas tanto de festejos en plaza como populares.
Aquí, como en el resto de ganaderías, el comportamiento viene marcado por la sangre que lleva por sus venas, fundamentalmente al encaste al que pertenece. En el campo bravo hay procedencias que dar un toro más altivo en el campo y otros que se caracterizan por su nobleza, pero siempre hay animales que se salen del guion. Aquí en Fuente Ymbro tenemos un claro ejemplo de ello: un animal que no acepta que se le maneje como al resto de sus hermanos, se arranca y es peligroso, de ahí que esté solo y apartado.
Ricardo Gallardo explica que ellos deben ayudarse de los bueyes para sacar al toro porque, si no, acaba dando la cara al encontrarse solo. Este animal ha sido apartado por su peligrosidad en el grupo, y así lo cuenta el ganadero: «No se cansaba de pegarse con todos y este tipo de toros, el día que pierden, lo matan». Es un ejemplar realmente peligroso y por ello ha tenido que ser aislado del resto. Se aprecia cómo se acercan al vallado los demás a ver qué hace el toro solitario y lo único que se puede comprobar es que desafía a su entorno en todo momento.
Los ganaderos apartan y dejan en un único cercado a este tipo de toros para evitar las peleas y, asimismo, las heridas y cornadas que pueden hacerse entre ellos. Pero esto conlleva que luego, al encontrarse en los corrales vuelva a encenderse la mecha. Aquí los roles se cambian, el toro en el campo es una cosa y en los corrales es otra. El jefe ya no lo es tanto fuera de su territorio, de ahí que se tenga que tener especial cuidado con ellos.
En el campo cualquier excusa es buena para que comiencen las peleas, una vez por el cambio de tiempo, otra vez por rencillas pasadas… por ello siempre hay que estar ojo avizor. Es cierto que el animal bravo es muy sensible a los cambios atmosféricos, se vuelve irascible, se irrita y ahí vienen los mayores problemas. El líder campa a sus anchas, pero en cualquier momento puede saltar la chispa que provoque un ‘golpe de Estado’ en el cercado.
Se alían todos, le rodean para pegarle y si cae al suelo, puede ser el peor momento porque el resto de toros aprovechan la situación, pudiendo llegar a ser corneado y herido de gravedad. Si éste sobrevive, es perseguido por toda la camada, ya que todos los toros se ponen a favor del toro ganador, que es el que consigue herir de alguna manera al que mandaba anteriormente. Esto parte de su naturaleza y de su jerarquía.
Por todo esto, la única decisión factible frente a un toro tan peligroso es apartarlo para evitar que lo maten. Incluso en algunas ocasiones se echan becerros en el cercado de los toros para que se tranquilicen y no se peleen tanto. Una vez más el campo bravo muestra su cara más ancestral y salvaje, algo que no muchos conocen y que son el fiel reflejo de un mundo donde el buenísimo no tiene cabida.