El campo bravo esconde numerosos tesoros, joyas sin pulir, hierros que se encuentran orillados y fuera de esas ferias donde podría relucir y darse a conocer. Uno de ellos es la divisa jiennense de El Añadío, una ganadería jiennense con sangre Santa Coloma. Los Coquillas de María Jesús Gualda siguen resistiendo a los vaivenes de los años gracias a una dura selección y a un respeto de las hechuras.
Es un hierro que lidia prácticamente su camada en festejos menores; las novilladas se han convertido en su salvavidas ante un sistema que no da cancha a ganaderías de encastes supuestamente menos apetecibles. Su ganadera sabe aquello que tiene en la mano, conoce a la perfección ese tesoro genético que llegó a su casa hace varios lustros, por ello sigue fiel a un concepto de toro, ese que le llena como criadora de bravo y que poco a poco -no sin dificultades- está consiguiendo poner en el mercado.
Este tipo de toro de encaste Coquilla tiene un comportamiento muy particular en el campo, más si cabe al estar en una ganadería en el que el contacto con el hombre es el justo y necesario. Hoy compartimos un vídeo filmado por Toros para Todos de cómo una vaca brava salta los muros de los corrales de la ganadería jiennense, algo que a muchos podría parecer extraño pero que se da alguna vez que otra en las ganaderías de bravo.
Un reportaje en el que la ganadera quiere retentar dos vacas viajas en una de las faenas más bonitas y exigentes que hay en el campo bravo. El torero encargado será Curro Díaz, un espada de contrastada trayectoria que pasa gran parte del invierno en esta casa. Pero el problema radica en que ambas vacas no se separa ni un segundo de sus crías, algo que complica el enchiqueramiento de estas. Una de ellas está recién parida, por lo que no va poner nada fácil la faena.
«Estos becerros nacieron en los corrales, no conocen campo abierto. Vamos a tener que subirlos al coche y llevarlos al cercado. Tenemos este problema porque se quedaron aquí vacas para retentarlas y parieron en los corrales«, señala. Una vez separada de su becerro esta mantiene un comportamiento irascible, anda enfadada, de ahí su reacción. El instinto de protección de estos animales es enorme; incluso las vacas que ya han parido varias veces no lo pierden pese a saber el desenlace final.