Esta temporada 2022 que ahora se va ha sufrido una aplastante bajada del número de festejos de rejones que se han dando en nuestra piel de toro -no así de otro tipo de festejos como corridas de toros, que al menos se mantendrían-. Una bajada que en muchos casos tiene que ver por el escaso interés del aficionado por ver determinados carteles, algo que sin duda debe hacer replantearnos la confección de los mismos, dándole mayor atractivo y provocando que el aficionado vuelva a las plazas para disfrutar de este espectáculo.
Una corrida de rejones que ha ido perdiendo peso en las plazas de relevancia: sin ir más lejos, Madrid ha reducido a dos los carteles de su próxima Feria de San Isidro en lo que respecta a la corrida de rejones. Sevilla, años atrás ya suprimió la corrida matinal del domingo de Feria previa a la corrida de Miura. Esta reducción ha llevado a muchos rejoneadores a no pasar de las 10-12 corridas al año.
Por lo tanto, se pone muy cuesta arriba salir adelante en tipo de festejo cada vez más minoritario para aquellos rejoneadores que empiezan o que no gozan de las oportunidades en las ferias de mayor boato. Sin ir más lejos, el líder del escalafón ha sumado en torno a 50 festejos en 2022, un número importante, pero alejado de aquellos que ese propio rejoneador sumaba hace un par de lustros.
El pasado mes de octubre este medio ya les comentaba los problemas para sobrevivir siendo rejoneador, los altos costes tanto en personal como en manutención y trasporte hicieron que muchos rejoneadores pusieran pie a tierra. Si empiezas de 0 el adquirir una cuadra con un nivel medio alto para poder optar a entrar en las distintas ferias sale por un pico, más si cabe cuando los festejos en los pueblos andan bajo mínimos y el poder en funcionamiento una cuadra se antoja una quimera.
Para un rejoneador, un caballo es mucho más que una herramienta de trabajo: es un compañero con el que pasa gran parte del día, de ahí que el precio de estos no estén marcados por una cantidad estipulada previamente. Por eso cada vez se antoja más difícil progresar en este mundo si no tienes un respaldo económico que te ayude a tener una cuadra medianamente aceptable que te ayude a salir adelante
Existe la compra-venta de animales, pero cuando se trata de las estrellas de la cuadra de un torero a caballo: el valor de estos alcanza cifras auténticamente millonarias. Incluso muchos rejoneadores no ponen precio a sus caballos debido al afecto y cariño que les tienen a lo largo de su carrera. Hay nombres de caballos que por aquello que hicieron en el ruedo nunca se les ha puesto precio, más si cabe cuando ya andaban en manos de rejoneadores de alto nivel como podían ser Fermín Bohórquez, Pablo Hermoso de Mendoza o Diego Ventura.
Pablo Hermoso y Cagancho, el caballo que se convirtió en cisne
El propio Pablo Hermoso contó en una entrevista que el famoso Cagancho le costó 280.000 pesetas, animal que con el tiempo subió su valor hasta cifras estratosféricas. Este animal era el patito feo de la casa de Brito Paes, un caballo feo, flaco, cabezón y con las patas repletas de úlceras sangrantes, vamos, un animal destinado a no acabar siendo una estrella, pero que gracias a Pablo pasó a convertirse en un cisne.
Un animal que ha dejado una enorme simiente en la yeguada del rejoneador navarro, el cual ha tenido hijos que han llegado a demostrar en el rudo la sangre que le corría por sus venas. En una entrevista, Pablo Hermoso de Mendoza llegó a declarar: «Mis caballos no tienen precio». Hay quienes aseguran que un solo ejemplar de su cuadra puede costar un millón de dólares, pero él, con toda templanza, insiste en que no están en venta.
Diego Ventura y la dureza por la pérdida de las estrellas de su cuadra y una carrera meteórica
A diferencia de otros rejoneadores, Diego Ventura empezó su carrera con animales de una cierta edad, caballos experimentados, pero que no estaban para la élite de las grandes plazas. Con estos caballos fue poco a poco subiendo escalones y ganándose un nombre. La menor cuantía de estos caballos le ayudaba a ir poco a poco entrando en un circuito donde las colleras servían para poder torear un mayor número de toros.
Su padre, Antonio Ventura, le veía algo a esos caballos, porque elegía un animal contrastado para un adolescente que empezaba a torear con unas condiciones innatas. Con el paso del tiempo y su ascenso a las grandes ferias empezó a tener caballos más jóvenes que le dieron la vuelta a su carrera como quien se la da a un calcetín Caballos que criaba en su casa y los ponía a torear con pocos años.
Esos animales que alcanzaron fama mundial y precios fuera de mercado. Pero la meteórica carrera de Diego estuvo unida por la pérdida de caballos estrella en momentos óptimos de su carrera: Manzanares, Dólar, Remate, Guaraná, Revuelo, Distinto, Califa… todos animales en el cenit de su carrera que mermaron una cuadra que a base de trabajo y constancia fue sacando animales que mantuvieron el nivel de dicha cuadra en todo lo alto.