El campo bravo salmantino ha perdido esta tarde a uno de sus pilares fundamentales, miembro de una saga de ganaderos ilustres y hombre entrañable y muy querido en su tierra. Carlos Charro Sanchez-Tabernero nos ha dejado esta tarde, a los 74 años de edad, y con él se va el hombre que forjó dos hierros hasta llevarlos a las cotas más altas del toreo.
Entre su propio hierro, a nombre de Carlos Charro y creado con ganado de El Torreón -cuando aún era de Felipe Lafita- y con sementales de Jandilla, y el que compró para ponerlo a nombre de su hija Loreto Charro -fundado con vacas y sementales de El Pilar y el que más resultados y alegrías está dando, Carlos se convirtió en un referente del taurinismo salmantino, desde su laboratorio de Peña de Cabra, en Narros de Matalayegua.
De trato amable y divertido, siempre se le quiso en su tierra, pero no siempre lidió en su plaza de La Glorieta como le hubiera gustado. Hombre de campo, pero de los charros castellanos con más sorna, Carlos siempore fue referente para todos y un faro donde guiarse para su hija Loreto, también ganadera y titular ahora de todo el ganado de que cría, junto a su marido, Fernando López, en Peña de Cabra.
El cuerpo está siendo velado desde esta misma tarde en el tanatorio de San Carlos Borromeo de la capital salmantina y el funeral se oficiará mañana, martes21 de noviembre, a las 16.30 horas en la iglesia del Carmen.
A Loreto, a Fernando, y a toda su familia, el equipo de Cultoro quiere transmitirle su más sentido pésame.
