Domingo López-Chaves, El Capea y Joaquín Galdós trenzaban, este lunes, el paseíllo en la plaza de toros de la localidad salmantina de Ledesma con un encierro de Ignacio López-Chaves y El Capea lidiándose.
Poder y torería, los argumentos de López Chaves para desorejar al primero
No tardó mucho López Chaves en ver la bondad de las embestidas del toro por el pitón derecho, aunque también su falta de fuerza, acrecentada por una vuelta de campana antes de su encuentro con el caballo. Ya las verónicas del quite, todas por ese buen pitón, mostraron la suave calidad del fijo toro y el gusto del toreo del salmantino. Por eso se puso pronto a torear con la muleta, justo en la segunda raya de picar, llevando muy toreado al animal, primero a media altura, dándole pausas para que se afianzara, y después exigiéndole un poco más por abajo, por donde el toro respondió con tanta clase como falta de fuelle. Entonces lo probó por al natural y el toro, al principio tardo, la tomó sin entregarse, pero obligado por el poder de la muleta de Domingo, siempre bien colocado. Poco a poco lo fue metiendo en la el trapo rojo y, después de dos series, ya pasaba completo, sometido en naturales hondos y muy de verdad, tanto que, en un parón a la altura del embroque, el toro derrotó por dentro y volteó al torero rompiéndole la taleguilla y dejando un evidente varetazo en el muslo derecho. Ni se miró el local, que volvió a pararse en el mismo sitio para retomar donde lo había dejado y cuajar una torerísima faena, premiada con dos orejas tras la estocada.
El Capea, sin opciones ante el áspero segundo
Topó con brusquedad en el capote de El Capea el segundo, un toro que sacó genio tras el puyazo y que se movió con aspereza, sin clase ni entrega en la muleta de un torero que sabía perfectamente a lo que se enfrentaba y que tiró de firmeza para ganar la acción en cada envite. Sin embargo, a pesar de los muletazos de castigo, el toro respondió haciendo hilo con el torero, que lo macheteó por la cara antes de dejar una habilidosa estocada, que necesitó un golpe de descabello. Una ovación premió el esfuerzo del salmantino.
Capacidad y destellos de la clase de Galdós ante un manso tercero de escasas posibilidades
Suelto en su condición de abanto se mostró en su salida el vareado tercero, que soltó la cara en las verónicas con las que le recogió Joaquín Galdós. Pero fue en la muleta donde lució más el peruano, pues le dio al toro un trato exquisito, apostando por la firmeza de plantas y una muleta muy planchada., la necesaria para ir puliendo las aristas de la falta de casta, los derrotes y ese molesto punteo en el embroque. Joaquín le pudo primero por el derecho, tanto que en un par de ocasiones el toro se derrumbó nada más salir del muletazo por su descompuesta embestida, y después, con el toro más aplomado, suavizó el trazo sin perder el dominio. Sin embargo, el viento molestó lo suyo y el toro, lejos de agradecer el buen trato, terminó protestándolo todo. La espada cayó entera en buen sitio, pero necesitó dos golpes de descabello, antes de que el torero saludar a la ovación tras el aviso.
Galdós también se va a hombros después de una seria faena al sexto
No fue fácil el exigente sexto, que ya en el primer tercio atacó con carbón en cada arrancada, también en el caballo, y vendió cara cada embestida en la muleta, donde pidió un sitio, una distancia y un tempo muy específicos para entregar su franqueza. Joaquín lo vio claro y no dudó en someterlo por bajo para plantarse enfibrado en las series en redondo por el derecho, por donde siempre llevó muy embebido al toro en la muleta, ligando los muletazos y buscando esa perfección que pedía el toro para poder suavizar el trazo, lo que consiguió no pocas veces, conectando rápidamente con el tendido. Menos claro fue el toro por el izquierdo, por donde el toro careció de ritmo, excepto en tres naturales recios y templados. Bravo el torero peruano, que supo darle a toro lo que pidió en cada momento y selló su salida a hombros tras la estocada y el descabello.
La espada deja sin premio la buena faena de López Chaves al desrazado cuarto
Más enrazada fue la salida del cuarto, un toro que peleó mejor en el caballo y galopó codicioso en las entonadas verónicas de López Chaves. Sin embargo, hizo pasar fatigas a los banderilleros, pues los esperó siempre antes de arrerar hacia adentro con ímpetu. Así, con ciertas reservas, llegó al último tercio, pensándose cada embestida en el buen inicio muleteril del torero de Ledesma, que tuvo que encelarlo e las telas rojas ayudándose de la voz y los toque fuertes. Entonces el toro mostró lo que verdaderamente tenía, que no era mucho, pues renunció a la pelea y se desentendió después de llegar obligado a cada embroque. Domingo, siempre bien colocado, no sólo tiro de autoridad para provocar las arrancadas, sino que, una vez embarcadas, aprovechó para relajar el brazo y acompañar el viaje con gusto y suavidad al natural. Y, aunque el toro siempre fue a menos, el torero se encargó de mantener el interés del público poniéndolo todo él. Dos pinchazos precedieron el efectivo espadazo final, por lo que el premio que se antojaba justo, se quedó sólo en una merecida ovación.
Dos orejas para El Capea, que entendió a la perfección un toro del hierro de casa
El quinto dio una pelea de bravo en el caballo, aunque llegó a la muleta pronto, con fuelle, pero sin terminar de humillar y saliendo un poco desentendido y con la carita alta de cada muletazo. Pedro lo fijó en un buen comienzo por toreros doblones, para después tirar de las embestidas con firmeza, primero, y pulso después, para que el toro no perdiera el interés al final del trazo. También fueron impotentes los tiempos, que le dieron duración a un toro que agradeció el buen trato de Capea con una embestida más intensa y completa cada vez, sobre todo por la derecha. Más brusco en el viaje por el izquierdo. Por eso, tras un par de series interesantes, con algún muletazo de valor, volvió a la derecha para cuajar la mejor tanda de todas, por el ritmo, el temple y la profundidad de cada muletazo. La espada entera y efectiva dio paso al doble trofeo.
Galdós también se va a hombros después de una seria faena al sexto
No fue fácil el exigente sexto, que ya en el primer tercio atacó con carbón en cada arrancada, también en el caballo, y vendió cara cada embestida en la muleta, donde pidió un sitio, una distancia y un tempo muy específicos para entregar su franqueza. Joaquín lo vio claro y no dudó en someterlo por bajo para plantarse enfibrado en las series en redondo por el derecho, por donde siempre llevó muy embebido al toro en la muleta, ligando los muletazos y buscando esa perfección que pedía el toro para poder suavizar el trazo, lo que consiguió no pocas veces, conectando rápidamente con el tendido. Menos claro fue el toro por el izquierdo, por donde el toro careció de ritmo, excepto en tres naturales recios y templados. Bravo el torero peruano, que supo darle a toro lo que pidió en cada momento y selló su salida a hombros tras la estocada y el descabello.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de Ledesma (Salamanca). Corrida de toros. Un cuarto de entrada en tarde agradable.
Toros de Ignacio López-Chaves y El Capea, noble y obediente pero de escaso poder el primero, de Carmen Lorenzo;desrazado, áspero y sin clase el segundo, de Ignacio López-Chaves; descastado y protestó el vareado tercero, de Ignacio López-Chaves; el cuarto, de López-Chaves, sacó un punto de casta, pero pronto se vino a menos, tornándose reservón y desentendido;
López Chaves (coral y oro): dos orejas y ovación.
El Capea (nazareno y oro): ovación y dos orejas.
Joaquín Galdós (azul marino y oro): ovación tras aviso y dos orejas.
INCIDENCIAS: El Niño de la Capea saludó una ovación al romper el paseíllo.
FOTOS: EMILIO MÉNDEZ
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