Pues sí, miren ustedes. Hay cosas que uno percibe en una plaza de toros en tardes como la de hoy que no merencen la pena, puestos a valorar esfuerzo y premio. Pero, ojo, entre los que vestían el chispeante y también entre los que llenaban un tenido que se colmó por completo por enésima vez en esta feria -vamos a colocar en ella la corrida de hoy, pese a no estar en el abono-. Visto lo visto, sobró, pese a que a Ureña le venga de auténtico lujo la oreja que paseó hoy. Lo cierto es que la corrida fue un petardo precisamente porque hay cosas que no merecen la pena. Empezando por algunas del murciano.
Que tengas que entregar tanto a una profesión que cada vez se acuerda menos de lo que entregas, Paco, no merece la pena. Porque el esfuerzo de hoy, con un hombro fuera, después de haberte roto la crisma con la arena venteña por ofrecerle tu verdad a un animal que exigía y que buscaba -hasta que encontró- no se va a ver reflejado en un trato mejor de cara a Otoño o incluso al año que viene, donde partirás de nuevo en la situación de inferioridad que te otorga la independencia. En la que vivirás muy tranquilo y nada tendrás que reprocharle al tipo que ves en el espejo, pero si te fijas en lo que ese le ha entregado al toro por el camino, la cuenta no está tan clara.
🎥 RESUMEN de la Corrida In Memoriam que hemos vivido en @LasVentas
— OneToroTV (@OneToroTV) June 16, 2024
➡️ Faena épica de Paco Ureña que corta una oreja al sexto tras un fuerte volteretón
➡️ Ovación para Manzanares que exprimió con muletazos de mano baja a un primero que rehuía de la muleta
➡️ Buenos momentos de… pic.twitter.com/NulL2UG7ok
Hoy lo hizo Ureña con un zapato de Jandilla. Bajo de cruz, armónico de hechuras, estrecho de sienes, vareado de carnes. Tanto que nunca debió salir al ruedo más importante del mundo, por bonito que fuera. Bravo fue desde que salió embistiendo por abajo y con brío el capote de un Ureña que lo lanceó a la verónica , antes de que se fuera a meterle los riñones con fijeza y empleo al penco de Juan Melgar. Perfecto el piquero, que le dio lo justo en dos varas bien agarradas. Y perfecta una cuadrilla que sobresalió en la lidia -a cargo de Agustín de Espartinas- y en las banderillas, que clavaron Curro Vivas y Azuquita. Pero al citar largo el de Lorca ya vino el colorao con ganas de guerra, entregando movilidad a cambio de quietud, de gobierno y de planta agarrada, pero había transmisión, y tenía importancia lo que hacía Paco. De ahí que corease Madrid las dos series de mano zurda que remató despatarrado y pasándose muy cerca al animal por delante de la barriga, mirando al tendido.
Hasta que se revolvió el toro en el natural que quería enroscarse Ureña y lo empaló por la corva, tirándolo al aire y viendo cómo caía desmadejado, inerte ante el toro, que lo miraba sin reaccionar. Dramático el momento hasta que se bajó el de Lorca de las parihuelas que lo llevaban a la enfermería y quiso seguir entre los dolores intensísimos que se mostraban en su rictus. La plaza con él mientras se volvía a poner, con el toro aún muy vivo, mareado y casi tullido. El espadazo de rápido efecto le puso en la mano una oreja que sólo paseó en el camino de la enfermería. Seguro que, a estas horas, él dirá que sí, pero previendo el retorno, puede que sea una de esas cosas que no merezca la pena.
Otra es ver a Talavante cuando viene como lo hizo hoy. Porque el problema no es que estuviera apático o fuera de la tarde, que parecía no ir con él. Lo grave fue que le salió un toro bravo -el quinto- y aún no está muy claro lo que quiso hacer con él. Era ese toro el paradigma de Jandilla para Madrid; musculado, cuesta arriba, de mano corta y generosa caja, y serio por delante, que es a donde apuntaban las puntas bien colocadas. Un toro con su cuajo, su hondura… y su bravura, con las complicaciones que ello conlleva. Y tantas pareció tener, que aún anda Alejandro despachando embestidas como puede en su cabeza, porque en la realidad dejó de hacerlo con un espadazo que tampoco mereció la pena. Eso con el quinto, que tuvo transmisión; con la clase por un lado y la humillación por otro del segundo le puso intención, pero no dejó recuerdo alguno. Tampoco debió merecer mucho la pena.
Como a Manzanares volver a Madrid después de haber estado enfermo, porque saludar una ovación después de haber enseñado a quedarse en la muleta, primero, y a embestir después a ese manso primero, que sólo tuvo cierto fondo por toda virtud, sabe a muy poco en una corrida de la que se esperaba tanto. El cuarto tris de El Pilar -que salió después de un colorao indigno de Jandilla y de uno de El Pilar que tal vez sí hubiera merecido la pena ver en la muleta- fue un tren feo y destartalado que se fue tras el trapo a media altura y sin clase alguna, pero también sin emoción. Tampoco en ese lote encontraremos recuerdos que merezcan más la pena.
Pero sí debería haberlos en la escenografía de una tarde cuyo homenaje a Antoñete quedó en un minuto de silencio, un cartel en un vomitorio y un brindis al cielo -sólo uno- que dejó un Ureña que conserva lo que siempre se llamó vergüenza torera. Eso a uno de los grandes referentes de la historia del toreo en Madrid. Pero si eso es todo lo que se le ocurre a las mentes pensantes para sacar del abono una corrida In Memoriam, igual no merece la pena que abusen de ningún otro nombre. Hay miles de excusas para celebrar un festejo de estos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Madrid. Corrida In Memoriam por Antonio Chenel ‘Antoñete’. Lleno de «No hay localidades».
Toros de Jandilla y dos sobreros de El Pilar (cuarto bis y cuarto tris) una escalera indecorosa de presentación de la que se escapó el perfecto quinto. Manso con cierto fondo el huidizo primero; enclasado a diestras y humillado a zurdas el segundo; geniudo de cara suelta el tercero; devuelto por flojo un cuarto sin entidad; devuelto el cuarto bis por blando; descompuesto y sin humillación el cuarto tris; eigente el bravo quinto; con fijeza y correa el exigente sexto.
José María Manzanares (grana y azabache): ovación con saludos y silencio.
Alejandro Talavante (nazareno y oro): silencio tras aviso y pitos.
Paco Ureña (verde hoja y oro): silencio y oreja.
PARTE MÉDICO UREÑA: Fractura desplaza tercio medio clavícula izquierda. Pronóstico reservado. Fdo. Máximo García Padrós / García Leirado
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO