Un cartelazo más el que reunía Carmelo García en la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda para su Feria de la Manzanailla, a la que traía una corrida de Santiago Domecq y confrontaba en el paseíllo a Morante de la Puebla, Andrés Roca Rey y Pablo Aguado, uno de los carteles más solicitados de este inicio de temporada.
Una corrida de Santiago Domecq que exigió la mejor versión de los tres toreros, los cuales; cada uno por su palo, correspondieron al llenazo en los tendidos con actuaciones marca de la casa. Porque el toreo nace del pueblo y sin ellos nada tiene sentido. Hoy la afición de este precioso rincón del sur del sur disfrutó de una grandiosa tarde de toros. Matices a parte, la forma que tuvieron de interpretar el toreo estas tres espadas y de embestir los pupilos de D. Santiago Domecq, engrandecieron una fiesta que no se puede permitir abandonar ni dar de lado a la España rural, porque para que el árbol crezca fuerte y robusto el agua tiene que llegar a sus raices.
Morante fue pura magia, Roca Rey rotunda entrega y máximo valor, mientras que Aguado fue todo suavidad, pulcritud y naturalidad. Al toro se le lleva con el capote, pero se le torea y se le manda con las muñecas, que es donde el toreo tiene el pulso y el tacto. Ese pulso y ese tacto que le pusieron a sus faenas dos toreros sevillanos que tienen como dogma de fe el torear despacio, el hacerlo sin prisa, porque el toreo que nace del alma no está hecho para mirar el reloj, porque para ellos el toreo; por encima de todo, es una necesidad, una forma de encontrarle sentido a la vida. Ese sentido que nunca perdió un Roca Rey que está de vuelta, un torero que mantiene su colmillo afilado y que más allá de gustos particulares o conceptos del toreo no falla cada tarde a su cita con el triunfo.
Morante dibuja el toreo al natural y le corta las dos orejas al ovacionado primero
Paladeó Morante el toreo ante el interesante primero de Santiago Domecq, un animal no sobrado de fortaleza pero de embestida noble y repetidora. Ya lo pulseó en un recibo de capa en el que su cenit vino en las tres últimas verónicas; capotazos de fino trazo y toreo con las palmas. Morante sabía de la calidad del animal, pero también era consciente que había que ir haciéndolo poco a poco. Su posterior quite por verónicas a media altura tuvo empaque, tersura y ritmo. Por el derecho siempre tendió a hacer hilo y embestir con la carita a media altura, sin embargo por el izquierdo la tomó con calidad pese a faltarle humillación. Por ahí corrió la mano el de La Puebla, dibujando muletazos con el sello de la calidad. Toreó con con las yemas en una labor que caló una enormidad en los tendidos. Volvió a derechas para esta vez si dibujar muletazos marca de la casa, siempre buscando torear al toro con todo el cuerpo e intentando vaciarlo detrás de la cadera. Dos orejas cortaría tras dejar una estocada en buen sitio. Faena de cintura y muñecas, de temple y suavidad ante un toro que sacó fondo de bravura.
Roca Rey pasea los máximos trofeos de un segundo de vuelta al ruedo
Le montó un auténtico lío Roca Rey al exigente segundo, un toro encastado de Santiago Domecq que embistió con todo en la muleta del peruano. Ya con el capote había canalizado las embestidas del animal en los lances de recibo. Variedad capotera que volvió a sacar a relucir en un posterior quite capote a la espalda. Un toro al que había que hacérselo todo perfecto, tanto en tiempos como en distancias y alturas, ahí sobresalió en temple capotero de Javier Ambel. Se vivió todo con gran intensidad, incluso los pares de un Antonio Chacón y un Paco Algaba que saludaron montera en mano tras un gran tercio de banderillas. Inició faena por estoicos estatutarios, un ramillete de pases por alto sin mover ni una pestaña. El toro acometía con transmisión a la firme muleta de Andrés. Por el derecho llevó largo y templado a un astado que embestía con todo. Aguantó esas explosivas embestidas iniciales para dejar una tercera serie maciza y poderosa. Por el izquierdo el toro tenía mucho más que torear, exigía una barbaridad en colocación y alturas. Había que llevarlo, someterlo, pero por ahí de se desordenaba más y sacaba a relucir su genio. Tras una tanda desigual volvió a la mano derecha. Al de Santiago Domecq le faltó mayor clase pese a ser pronto, repetidor y hacerlo todo por abajo, pero sus embestida muchas veces eran por dentro. A la mínima equivocación se lo podía echar a los lomos. Y así fue, el de Santiago Domecq levantó del suelo al peruano y lo mantuvo entre sus pitones unos segundos angustiosos; afortunadamente no tuvo mayor gravedad. Volvió a derechas para dejar dos tantas de máxima entrega y verdad metido en los terrenos del toro. La plaza era un manicomio. La espada viajó certera y paseó los máximos trofeos de un astado premiado con la vuelta al ruedo.
El tercero fue un toro muy incierto de Santiago Domecq, un animal que siempre vino por dentro y sin humillar. El sevillano intentó soltarse de capa pero las embestidas a la defensiva del animal no propiciaron ver ese toreo tan personal del sevillano. Ya con la muleta el toro mantuvo esos defectos que ya había marcado durante su lidia. Porfió Aguado ante un animal que todo lo hizo a regañadientes, nunca se deslizó tras las telas. Tiró por la vía de la raza y la entrega sabiendo que era la única manera de que la mecha prendiera. Toro que nunca fue metido en los chimes y con el que Aguado nunca se pudo confiar. Lo mejor vino en las dos tandas finales, siempre ganándole un paso y empapando de muleta al toro. Pero se atascó en la suerte suprema y lo que podía ir camino de una oreja quedó en ovación tras aviso.
La espada priva a Morante de pasear una oreja ante el pasador cuarto
Más liviano fue el colorao que hizo cuarto, un toro que ya demostró de salida que no iba a estar sobrado de raza. Toro este que siempre embistió a media altura y acortando el viaje. Vimos a un Morante muy dispuesto, siempre queriendo sacar lo máximo posible a su antagonista. Aprovechó las inercias de un toro que más que embestir, pasaba. El de la Puebla del Río acertó a llevarlo a su altura, sin obligarlo, ya pondría el torero lo que le faltaba al animal. Muy firme y dispuesto anduvo el sevillano en un trasteo para aficionados. Se colocó siempre perfecto, asentado en el albero y buscando hacerlo todo con la máxima suavidad. Poco a poco fue sacándole muletazos a un astado que tendía a acortar el viaje y protestar. Con el toro ya casi en tablas dibujó dos series al natural de toreo relajado, cintura partida y toreo de muñecas. La gente estaba caliente, dispuesta a pedir la oreja, pero tras una media estocada falló con el descabello y todo quedó en una cariñosa ovación desde el tercio.
El poder y el valor de Roca Rey vuelven a pasear los máximos trofeos del quinto
Muy por encima del geniudo quinto estuvo un firme y resolutivo Andrés Roca Rey. Ya desde salida dejó claro quien iba a mandar de los dos. El de Santiago Domecq tenía prontitud y galope, pero todo lo hacía con demasiado genio. Se le cuidó en varas llegando muy enterito a la muleta.. Roca Rey volvió a plantear un trasteo por la vía de la quietud de plantas y el poder muletero. Tandas que no pudieron ser largas por la condición de un astado que tendía a soltar la cara y defenderse de mitad de muletazo hacia adelante. Le aguantó miradas y embestidas por dentro un Andrés que pisó el acelerador desde el primer momento. A zurdas el toro siguió punteado los engaños, algo que fue puliendo poco a poco el peruano. Toro al que había que tragarle una enormidad debido a su áspera condición. Pese a llegar mucho su embestida al tendido esta fue exenta de clase y entrega. La faena acabó de explosionar con un final de trasteo en la distancia corta. Tras dejar una buena estocada paseó nuevamente los máximos trofeos del astado. Antes había saludado Javier Ambel en un tercio de banderillas de gran compromiso.
Aguado se rompe al natural en una faena que la espada deja en ovación
Y volvimos a ver a ese Aguado de sus mejores tardes toreando al natural con elegancia, temple y gusto al humillador sexto. Ya de salida buscó acoplarse a la encastadita embestida de un animal que fue agarrando clase durante el paso de su lidia. Embistió con franqueza al peto y galopó en banderillas, tercio en el que se desmonteró Iván García por dos pares importantes. Brindó al respetable una faena de guante de seda, de esas en las que el toreo se siente pleno. Pese a no estar sobrado de fuerzas el animal siempre quiso irse tras los vuelos. Aguado vio rápidamente que el pitón era el izquierdo. Le intentó abrir los caminos en la primera tanda por doblones, pero el toro pedía las manos. Pese a que su pitón era el izquierdo comenzó su labor por el derecho con muletazos a media alturita en los que siempre bucó el toreo por la vía del temple. Pero lo mejor vino a zurdas, por ahí brotaron naturales a cámara lenta con el toro tomándola con gran ritmo. Cuanto más le apretabas mas se reducía. Le imprimió ritmo a un trasteo con el denominador común de la pulcritud. El de Santiago Domecq lo quería todo por abajo pese que a derechas le faltara un punto más de entrega. Se reencontró Aguado consigo mismo, brotó ese toreo que nace sus muñecas y acaba en las yemas de sus dedos. Su final de faena por naturales a pies juntos calaron en el respetable ante un animal que siempre humilló. Pero aquello que iba camino de premio se esfumó al fallar a espadas, quedando todo en ovación.
FICHA DEL FESTEJO
PLaza de toros de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Feria de la Manzanilla. Corrida de toros. Lleno de No hay billetes.
Toros de Santiago Domecq, correctos de presencia y de encastado juego; Con clase y buen ritmo a zurdas en justo de fuerzas primero; con emotividad y trasmisión en sus embestidas el humillador y tecloso ‘Cautivo‘ premiado con la vuelta al ruedo; falto de raza el geniudo y a la defensiva tercero; con nobleza el pasador a media altura cuarto; con disparo y prontitud el humillador pero geniudo quinto; de gran clase y ritmo el humillador a zurdas sexto.
Morante de la Puebla: dos orejas y ovación con saludos
Roca Rey: dos orejas y rabo y dos orejas y rabo.
Pablo Aguado: ovación tras aviso y ovación.
INCIDENCIAS: Saludaron tras banderillear al segundo toro los banderilleros Antonio Chacón y Francisco Algaba. En el quinto, se desmonteraron Javier Ambel y Francisco Algaba., mientrs que en el sexto Iván García saludó una ovación.
FOTOGALERÍA: EVA MORALES