6 Novillos 6, media docena de oportunidades que se marcharon al desolladero, ya no con las orejas puestas, sino con casi todas sus embestidas dentro. Al final, seis silencios y siete avisos fue el triste balance de una tarde en la que sólo Villita dejó destellos de lo que puede llegar a ser.
Una nueva oportunidad para los novilleros ofrecía Madrid este domingo con un encierro de Gabriel Rojas que sobresalía por su presencia con un cartel interesante que componían los novilleros Sergio Felipe, Villita y Miguel Zazo.
Silencio para un desbordado Sergio Felipe
Novillo: Alto y largo de hechuras, con las puntas por delante, el buen primero, que resultó fijo, pronto, con recorrido y transmisión
Altivo y ofensivo se mostró el primero desde que asomó por chiqueros, aunque tampoco hizo demasiado caso a las telas. Sí al caballo, al que acudió presto, pero sin emplearse a fondo. Fue en la muleta en la que se vio su verdadera codicia, cuando Sergio Felipe, pasadas las primeras tandas de tanteo, se afianzó por derechazos en una serie emotiva po la ligazón y el temple. A izquierdas el tono bajó, más por la falta de gobierno (y sitio) que por la disposición de un novillo siempre fijo, pronto y noble. Quiso el albaceteño recuperar el terreno ganado con la derecha, pero esta vez los muletazos le salieron trompicados y se hizo evidente que había sido desbordado por el buen fondo del utrero. La espada cayó trasera y tendida.
Villita estropea con la espada una faena de pulso y gusto
Se antojó corto el saludo capotero de Villita al segundo, un novillo al que castigaron de mala manera en el caballo y que recortó el viaje con peligro por el pitón izquierdo en banderillas, pero que entre su falta de fuerza escondió clase y buen fondo. Pronto encontró Villita la distancia para, uno a uno, invitar al novillo con suaves toques y mimarlo con temple hasta el final, con cadencia y pausa para que el nube «Tasquito» recuperara el fuelle. Así, desmayó el trazo en varios muletazos de buen corte, también la natural, hasta que, una vez el novillo estaba afianzado y encelado, consiguió ligar una serie sedosa y fluida, con el novillo haciendo el avión tras la tersa muleta con ritmo y hondura. No fue una faena de muchos muletazos, fue de pocos pero bien esculpidos, trabajados cada uno de ellos. Mérito en la inteligencia de Villita, que echó todo por la borda con el mal uso de los aceros.
A Miguel Zazo se le atasca la buena «Carabina» de su presentación
El tercero trajo un ímpetu encendido en sus reunidas hechuras, el mismo que le llevó a fijarse pronto en el capote de Migue Zazo, que corrió bien los brazos a la verónica, antes de que «Carabina» se disparara directamente hacia el caballo, al que tumbó en el segundo encuentro. Ya en la muleta, Zazo se plantó en los medios, a donde acudió pronto el novillo, en una tanda de derechazos que resultaron apurados y revoltosos, pues «Carabina» protestaba las cercanías y pidió un sitio que el toledano tardó en descubrir. Miguel probó alturas, distancias, terrenos y distintas maneras de tocar, pero cuando por fin se encontró cómodo, al natural entre las rayas de picar, su faena se naufragaba en un mar de muletazos sin sentido. De esa tanda sobrrsalieron un par de naturales delicados y hondos, pero resultaron muy poco para la faena que el novillo llevaba dentro. Además, la espada tampoco es una suerte que tiene hecha.
Sergio Felipe no encuentra la nota del buen «Corneto»
Tardó poco el cuarto en enseñar la excelente forma de tomar las telas, pues una vez fijado reducía solo la marcha en el embroque para empujar con intención tras los hilos (fueran de percal o franela). No le pilló el punto Sergio Felipe a la verónica, pero sí lo hizo Villita en un lucido quite. Esto pudo descentrar al albaceteño, no lo vio claro con la muleta, por mucho que «Corneto» repicara con la claridad de su bondad. Felipe lo pasó sin más, hasta que al natural hilvanó una serie apreciable, que no terminó de redondear y aquello nunca remontó. Una pena, porque oportunidades así se suceden poco, mucho menos en Madrid. Agarró una buena estocada después de varios pinchazos, al tiempo que sonaba el aviso.
La espada vuelve a jugarle una mala pasada a Villita
La ovación que recibió el serio quinto a su salida centró la atención del (hasta ahora) distraído público en la arena. La pena es que en su preciosa estampa no trajera el buen fondo (al menos con la misma franqueza) que sí tenían sus hermanos de camada. Algo se que hizo evidente en su deslucida manera de tomar un pésimo castigo en varas, y en la indefinida manera de acudir a las banderillas, aunque permitió el lucimiento de Raúl Caricol en un gran tercer par, del que salió ovacionado. Ya en la muleta, Villita, muy centrado y dispuesto, sabía que debía gobernar primero para lucirse después. Por eso sometió en los primeros muletazos, que resultaron más deslucido cuando quiso estirar el viaje, pues el novillo tenía muy medido su relación corrido, una vez sobr pasado este, protestaba visiblemente. Inteligente, el toledano ofreció la muleta a la altura de la cintura y espero al novillo, que entonces sí se empleó mejor, más cómodo, y Villita relajó el corto trazo hasta la cadera por ambas manos. Su que acertado y con varios buenos muletazos, su labor no terminó de encontrar consenso y lo que muchos valoraron y aplaudieron, otros protestaron, pues consideraron que faltó ajuste y profundidad. Lo cierto es que el novillo nunca embistió con entrega y Villita aprovechó las (no pocas) virtudes del de Gabriel Rojas para sacar lo muletazos limpios y construir una faena ciertamente interesante. La espada, entera y tendida, no fue suficiente y necesitó varios volo e de descabello.
Miguel Zazo tampoco se encontró frente al sexto
Largo, ensillado y ofensivo resultó el sexto, que también fue ovacionado en su salida, y tardó en hacer caso al eléctrico capote de Miguel Zazo. Pasados los primeros tercios, el novillo llegó a la muleta esperando apuesta, una muleta que le exigiera lo suyo para entregar las embestidas que prometieron su fijeza y prontitud, pero Zazo tardó en afirmarse y, cuando quiso, no terminó de pasar la línea, resultando una faena insulsa, algunas veces superado por la pujante intención del novillo, y otras abrumado por su aparente falta de ideas. Y mientras eso pasaba, el novillo seguía esperando esa apuesta que nunca llegó, tampoco con la espada.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Feria de la Comunidad, primera de abono. Alrededor de 5000 espectadores. Novillos de Gabriel Rojas, fijo, pronto, con recorrido y transmisión el primero; clase en su embestida el segundo; de reunidas hechuras el tercero; de franca calidad el bien hecho cuarto; serio en su presencia, pronto en su corto recorrido de escasa humillación y entrega del quinto; serio y con disparo, aunque no regaló nada el sexto.
Sergio Felipe (rosa y oro): Silencio tras aviso, silencio tras aviso.
Villita (marfil y oro): Silencio tras aviso, palmas tras dos avisos.
Miguel Zazo (roda y oro), que se presenta en esta plaza: Silencio tras aviso, silencio tras aviso.
FOTOGALERIA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO