Llegaba la tarde veraniega de los rejones, que regresaban a la temporada venteña por el mes de agosto con el horario nocturno y seis caballeros en el cartel, uno de ellos para confirmar su alternativa con una corrida de toros de José Cruz, poco habitual en los festejos de caballos.
Fría confirmación de Borjas para la calurosa noche
Se emplazó pronto el de José Cruz, tras la ceremonia, en los medios del ruedo, como midiendo todo lo que pasa a en el ruedo sin terminar de acudir, por lo que el jinwte burgalés, más que parar, tuvo que provocar las embestidas para encelar al toro y evitar que se aquerenciara. Un rejón, después de una pasada en falso, bastó como castigo para un toro que no mostró mayor movilidad en los primeros tercios. Borjas quiso alegrar la entrada en banderillas con un tierra a tierra, para después clavar un palo en un quiebre al violin bastante atropellado. Consiguió después, de afuera hacia adentro, templar una buena carrera del toreo tras la grupa del caballo, aunque al los pitones tocaron la piel de su montura, desluciendo el trance. No era fácil la lidia del toro, que pesó lo suyo en los medios, pero que tenia alegría en su tranco cuando se arrancaba. Una pena que fallará el temple, pues los toque se sucedieron constantemente. Más limpio resultó un palo al violín para cerrar el tercio, aunque cayera en cualquier sitio. Asadas también, aunque fugaces, fuera de n las últimas más pasadas para dejar las cortas. El rejón definitivo entró al segundo intento, y el silencio firmó su confirmación, por mucho que saliera a saludar una ovación que el mismo provocó al asomarse a la boca del burladero.
La apuesta de Armendariz fue premiada con una oreja
También un único rejón de castigo dejó Armendáriz en su turno, ante un toro que midió más y esperó antes de despegar con arreones encendidos a las monturas del navarro. Quien, a pesar de algunos toques, arriesgó con seguridad para tratar de imponerse. Más lucido fue su segundo quiebro, ofreciendo el pecho con verdad. Fue inteligente también, eligiendo los terrenos, pues ejsba al torneo en el límite de los medios y atacarle allí, provocando su arrancada a la boca de riego. Ganó en confianza el navarro, que batió con «Farruco» en la cara del toro para dejar dos palos de mérito, aunque también salió tropezado del segundo, cuando el toro se le puso por delante en la salida. La imperturbable expresión de «Espartano» en las cortas dejó ver lo mucho que se dejaría llegar en el rejón de muerte, una garantía segura para que el acero cayera sólido, dando paso a la primera oreja de la noche.
Esforzada lidia de Magro ante un manso de libro
No mostró mucho interés por las cabalgaduras el suelto tercero, por mucho que Iván Magro lo fuera a recoger en la puerta de chiqueros y los tocó con la voz constantemente para intentar fijarlo después de cada arreón intempestivo. Su hasta se repuchó el torero en los capotazos con los que Marco Galán buscó su celo. Nada qué hacer, una vez pasado el objeto, el toro perdía el interés y se marchaba a tablas buscando otra cosa mejor que hacer. Así las cosas, el madrileño buscó alegrar al tendido con la expresión de «Triunfador», jugando bien los terrenos de las tablas para atacar y provocar las embestidas. Clavó al estribo y, aunque la colocación no fue excelsa, aprovechó los galopes huidos del toro, que en un momento terminó aculado en chiqueros, para componer las carreras con el caballo por delante. Las cortas, antes de las lanzadas para alegrar al tendido, tuvieron que ser con el auxiliado muy cerca de la surte, para evitar la huida del manso y tuvo Magro que sorprender al toro a la media vuelta para dejar el rejón de muerte te al segundo intento, antes de echar pie a tierra para descabellar y escuchar el aviso y la ovación de premio a su esfuerzo.
Una oreja ligera, como la lidia de Palha
Más animoso fue el comienzo de la lidia al cuarto, pues Francisco Palha cambió la embestida del toro una vez salió de chiqueros, para después reducir los círculos en los medios y pararlo con poder. Después se arrancó de frente para dejar otro hierro, mientras el toro mostró más intención de pelea que los anteriores. Ayudó, por supuesto, el más espectacular concepto del portugués, sobre todo porque a la tarde le faltaba chispa y el luso conecta con facilidad. No obstante, es cierto que el toro ayudó más y Palha buscó una lidia más ligera, sin apenas exigirlo tras los embroques (aunque pudo hacerlo, pues el fuelle del toro lo pormitia) y casi limitarse a pasar, clavar con facil vistosidad y salir a recibir la ovación. Más atropellado resultó el final con las cortas, pues del primer encuentro salió rebotado y sin un estribo. El rejón efectivo y su conexión con el público, le fueron premiados con una oreja (con petición de segunda) tan ligera como su lidia.
Moura firma una faena seria y comprometida que se queda en una ovación
Emocionante resultó la tira portuguesa con la que Miguel Moura recibió al quinto, al que, una vez salió de chiqueros, lo atacó con un decidido galope ligeramente en diagonal para ganar el embroque y dejar un primer rejón, delantero, pero espectacular y arriesgado en su ejecución. Y de ahí en adelante, todo fue otra cosa. Una lidia con sentido y comprometida con un toro fijo, aunque de galopes cortos y alegres. Por eso Miguel apostó en las batidas, atacando de tercio a tercio, con mucha verdad, y tal vez exagerando un poco en el gesto, pues el toro se le abría demasiado, lo que no fue obstáculo para dejar los palos arriba y salir con aplomo, buscando de nuevo los pitones del toro para enganchar alguna arrancada y estirarla lo más posible. Esta vez, el espectáculo nacía de la lidia, no de la búsqueda del aplauso fácil, porque si algo tuvo la faena de torero de dinastía, fue seriedad para sacar lo mejor del toro siempre desde el caballo. Por eso hubo verdad en los galopes de costado cerca a las tablas, con la intención de dejar al toro colocado para la siguiente suerte. Una pena que no fuera certero con el acero, porque suya ha sido la faena de más peso de lo que va de noche y se quedó con el premio menor de la ovación.
Pérez Langa se decanta por alegrar al tendido y pincha el premio
Tampoco fue fácil el sexto, que acometió sin ritmo y perdía el interés en los caballos en cualquier momento, lo que dificultó la intención de Pérez Langa fijarlo y centrarlo, después de dos rejones desprendidos. Después pidió la complicidad del público con los balanceos previos a dormir s palos al cuarteo de apreciable ejecución. Aprovechó las querencias el maño para hilvanar alguna carrera a la grupa y adornó con elásticas lanzadas las entradas unas banderillas finales más tropezadas, a pesar de lo distantes y ligeras. Es cierto que el toro no era un dechado de bravura y obediencia, pero valía para algo más de compromiso y menos fuegos de artificio, por mucho que los comprara el público. El par a dos manos dejó ver las posibilidades de un toro que mereció mejor trato. El acero (o los, porque se terminó echando el toro con dos rejones en su cuerpo), al final, evitó lo que pudo ser otro trofeo ligero y dejó todo en una ovación, que a caballo parece reglamentaria.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Festejo de rejones. Menos de un cuarto de entrada en tarde calurosa.
Toros de José Cruz, reglamentariamente despunta dos para rejones. Cinqueños todos. Óscar Borjas confirma alternativa con «Nigeriano», nº 67, cinqueño, negro listón de 545 kg. Con querencia a los medios, pero con alegría en su galope cuando se llegaba a sus terrenos el primero; complicado el reservón segundo, que embistió por arreones y tapba la salida en su querencia en los medios el segundo; manso y huidizo el tercero; fijo, alegre y con transmisión, el cuarto; fijo y a mejor gracias a la buena lidia del rejoneador; sin ritmo, pero con posibilidades el sexto.
Roberto Armendáriz: oreja.
Iván Magro: ovación tras aviso.
Francisco Palha: oreja.
Miguel Moura: ovación.
Óscar Borjas, que confirma alternativa: silencio.
Mario Pérez Langa: ovación.
FOTOGALERÍA: PABLO RAMOS