Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera trenzaban el paseíllo, mano a mano, en la tarde de este sábado en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla dentro de la sexta corrida del abono hispalense. Se lidiaba un encierro de Victorino Martín.
Llegaba a Sevilla la esperada ganadería de Victorino Martín para volver a reencontrarse con una afición que cada año la espera como agua de mayo. Volvían los grises al albero sevillano para un mano a mano entre dos de los tres extremeños que quedaban en el cartel. Una corrida que no dejó indiferente a nadie. Un encierro que tuvo dos partes bien diferenciadas; una primera decepcionante y una segunda con el argumento de la emoción y la entrega.
Un festejo que iba camino de convertirse en un fiasco pero el cual supieron levantar de su letargo dos toreos que tiraron de capacidad para remontar una tarde que solo en el tercero había tomado algo de vuelo. Pobrecito y Buenacara se encontraron con dos torero que supieron canalizar sus embestidas y salir con la cabeza alta. A uno le cerró la Puerta del Príncipe un pinchazo previo, mientras que al otro la casta de no querer doblar tras llevar encima una estocada dejaron todo en una calurosa ovación de una plaza que hoy no vivió una de sus mejores tardes. Su intransigencia por momentos y su falta de paciencia en ocasiones marcó una tarde en la que la afición de Sevilla no se vio reflejada.
Silencio tras aviso para Ferrera con el humillador pero justo de empuje primero de Victorino
Se ovacionó al primero de salida, un toro bajo pero serio por delante. Le jugó bien los brazos Ferrera en un saludo capotero en el que el de Victorino embistió con la cara a media altura. Se frenó tambie en el capote de Antonio antes de dejarlo en el jaco. No se le apretó en un tercio de banderillas en el que saludaron montera en mano José Chacón y Fernando Sánchez tras una más que meritoria actuación. Comenzó su faena junto al burladero del 4, ahí le abrió los caminos al animal con unos toreros doblones. Lo mejor vino en una tanda a zurdas en la que pulseó las embestidas del animal. El toro tuvo la virtud de la humillación, la cual fue aprovechada por el extremeño. Acertó a torearlo sin toques y a llevarlo siempre largo a un toro que pedía sitio. Conforme avanzó la faena fue perdiendo celo, algo que aprovechó Ferrera para acortar distancias. Falló a espadas y sonó un aviso, siendo finalmente silenciado.
Silencio para Perera con el desrazado y anodino segundo de Victorino
No tuvo opciones Perera ante un segundo de Victorino muy agarrado al piso. Un animal que ya desde salida le costó un mundo salirse de los vuelos. El de Victorino tenía la buena condición de la nobleza, pero todo lo que hizo fue sin transmitir nada. Astado que siempre vino dormidito, quedándose debajo en muchas ocasiones. Perera anduvo firme, buscándole algún resquicio donde meterle mano. Acortó Miguel Ángel distancias en la parte final de la fsena, ahí aguantó estoico miradas y parones de un toro que bien es verdad que no quiso comerse a nadie. Se atascó en la suerte suprema siendo finalmente silenciado.
El palco le niega una oreja a Ferrera tras una faena de gran personalidad rematada con una estocada de premio
También escuchó palmas el tercero de la tarde nada más salir por chiqueros. El de Victorino no dejó estirarse de capa al extremeño. Embistió con movilidad en los capotes, pero le faltó ese punto de raza para querer irse tras los vuelos. Un toro que tendió a apretar hacia los adentros. Ya en la muleta acertó Ferrera en quitarle las querencias y llevárselo al centro del ruedo. A base de temple y pulcritud fue limpiando el final del muletazo de un toro que tendía a soltar la cara. Se lo hizo a media altura, dejándole siempre la muleta en la cara y tirando del astado. Por el izquierdo – el pitón del toro- lo toreó con despaciosidad, aliviando al animal cuando este empezaba a aburrirse. Exprimió a un toro a base de conocimientos de la lidia. Pese a que no humilló dibujó muletazos con estética y buen gusto. Volvió a la derecha, por ahí ya acortaba viaje el animal. Le tragó en varias ocasiones en las que el toro marcaba cierta querencia a chuqueros. Lo mató de una soberbia estocada en todo lo alto, esa que de por si valía una oreja. Dio dos vueltas al ruedo tras no conceder la oreja el presidente.
Silenciado Perera con el soso cuarto de Victorino
Se protestó al cuarto de la tarde, un animal de Victorino que más que medido de fuezas era malandao. Un toro que tuvo fijeza y prontitud pero no el poder para embestir en series de cuatro o cinco muletazos. Un toro sosito y de anodina embestida con el que Perera no pasó de correcto. El extremeño estuvo técnicamente perfecto, pulseando al animal y llevándolo a su altura para no quebrantar al ejemplar de Victorino. Toro con buen embroque pero el cual tendía a aburrirse al final del muletazo. Perera porfió en una faena que no caló en los tendidos. A zurdas quiso acariciar la embestida y torearlo con las bambas pero su desigual embestida no ayudó a que se viniera arriba su labor. Tras una estocada un pelín caída fue silenciado.
Un rotundo Ferrera brilla en todos los tercios con el gran quinto y solo falla con la espada
En quinto lugar salió ‘Pobrecito’, un Victorino de grandes virtudes. Animal que ya desde salida embistió con nobleza y largura, algo que aprovechó Ferrera para lancear de forma magistral a la verónica. Se lo llevó toreando hasta el centro del platillo para cerrar con una media detrás de la cadera. Toreó con todo el cuerpo, cargando la suerte y abriendo el capote con las palmas de la manos. Siempre con el mentón clavado en el pecho y ganándole un paso al animal. En varas se empleó en dos grandes puyazos de José María González. Pero la nota negativa se vio en el posterior brindis, ahí se hicieron mal las cosas. No puede salir al ruedo ninguna persona ajena a la lidia. Tanto Ferrera como Joaquín deberían saberlo. La multa debe ser ejemplarizante, no queda otra. Se lo llevó a los terrenos del 7 para ponerse a torear sin probaturas en un incio de faena presidido por la templanza. Los muletazos a derecha tuvieron buen ritmo, el animal la tomaba con calidad, pero era a zurdas donde su embestida cobraba verdadera dimensión de acontecimiento. Por ahí acarició las amexicanadas embestidas de un Victorino de nota. Un toro de gran flexibilidad en sus movimientos que por ese pitón lo hizo siempre gateando. Ferrera sabía de su profundidad, de ahí que le pusiera el alma en cada muletazo. Se la volvió a echar a la derecha, por ahí dibujó un sensacional cambio de mano al ralentí – aún lo está dando-. Se olvidó del cuerpo y toreó con el alma, Sevilla se entregó de tal manera que no importó que el astado perdiera celo en las postrimerías del trasteo. Toreó sin ayuda, por naturales con la mano derecha, todo a media altura. El toro ya estaba acusando tanta entrega y bajó enteros. Pinchó en el primer encuentro, sonando un aviso mientras caminaba enfrontilado hacia el animal. Esta vez la espada entró, desatandose la locura. La plaza era un mar de pañuelos, pero la petición de la segunda oreja no fue tenida en cuenta por el usía. Dos vueltas al ruedo dio el extremeño mientras paseaba el trofeo.
La pureza y la sangre de Perera cierran la tarde con una ovación que se antoja corta
El sexto de la tarde fue un toro de la A coronada al que le costó definirse en los primeros tercios. Ya de salida venía humillado pero no metido en las telas. Se le cuidó en el caballo, dejando posteriormente Curro Javier dos pares que le valieron el reconocimiento de la plaza. Se puso a torearlo sin probaturas, dándole siempre las ventajas a un animal al que le realizó una faena con el sello de la templanza. Lo llevó siempre pulseado, limando los defectos que tenía el toro. Su gran virtud fue cogerle la velocidad a un Victorino interesante pero complejo. Tuvo prontitud y entrega un animal al que Perera acertó en llevarlo largo, jugando con las alturas y no abusando del toreo en línea. Por el izquierdo tuvo menor entrega, le costó humillar. Por ese pitón se lo echó a los lomos en unos instantes en los que se temió lo peor. Volvió a cambiar de pitón – sin mirarse tras levantarse del suelo- con el toro ya perdiendo celo. Porfió el extremo en una labor que supo valorar la afición sevillana. Una faena interesante que no acabó en triunfo. El toro tardó en caer y todo quedó en una ovación desde el tercio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sexta de abono. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Toros de Victorino Martín. Con seriedad por delante dentro de la desigualdad de hechuras. Con prontitud y humillación el desigual y venido a menos primero; de desrazada condición el soso y anodino segundo; con nobleza y buen son a zurdas el manejable cuarto de Victorino; con nobleza el irregular y soso cuarto; de gran entrega y ritmo el bravo y humillador quinto; con clase y temple a derechas el humillador sexto.
Antonio Ferrera, silencio, vuelta tras petición y oreja con dos vueltas al ruedo.
Miguel Ángel Perera, silencio, silencio y ovación con saludos.
INCIDENCIAS: José Chacón y Fernando Sánchez saludaron en el primero de la tarde, mientras que Juan José Trujillo lo hizo en el sexto. Ovacionado resulto José María González tras picar al quinto.
PARTE MÉDICO DE MIGUEL ÁNGEL PERERA: ‘cornada por asta de toros en región dorso lumbar izquierda que afecta a musculatura paravertebral con apertura de fascia toraco-lumbar, siguiendo dos trayectorias y 6 y 8 cms. Exploración, limpieza, sutura y drenaje. Pronóstico reservado. Se traslada a Hospital’.