Cristóbal Pardo, Emilio de Justo y Ginés Marín trenzaban, en la noche de este jueves 6 de enero, el paseíllo en la cuarta de la Feria de Manizales con una corrida de Las Ventas del Espíritu Santo, propiedad de César Rincón. Cayó un aguacero tremendo antes de comenzar la corrida, por lo que se debió retrasar el paseíllo más de media hora… pero mereció la pena, porque a la postre Emilio de Justo indultó al segundo del festejo, un toro del maestro Rincón de nombre «Despistado» que fue todo bravura y clase y que, aunque hizo dos pequeños amagos de rajarse al final de la faena, finalmente no los consumó, por lo que se ganó la vida.
Ovacionado Cristóbal Pardo con un primero de Las Ventas al que le costaba pasar
El primero fue un toro colorado de capa, bien hecho y que comenzó con buen estilo, queriendo tomar el capote desplazándose y con calidad, sin soltar la cara en el capote de Cristóbal Pardo. Pero después, aguantó solamente una serie buena por ambos lados de Pardo, quedándose corto a la tercera, costándole pasar. Había que tocarlo con mucha fuerza, obligándolo para que terminase el viaje, y fue muy a menos, incluso queriendo buscar al torero. Mató de espadazo y fue ovacionado.
Emilio de Justo la forma con un un bravo segundo de César Rincón al que indulta
Apoteosis en el segundo toro de la tarde, de nombre «Despistado», un toro negro muy bien presentado para esta plaza que desde el principio ya cuajó a la verónica por ambos lados Emilio de Justo, llevándolo con mucho temple y gusto. Y en la muleta fue a mejor: el toro se rebozaba en cada muletazo, metía la cara entre las manos y empujaba con todo el cuerpo hasta donde lo mandaba el torero, que lo cuajó en tres series rotundas, muy templado y encajado, con mucho gusto. Perdió un punto las manos el animal, pero de la misma codicia con la que quería coger la muleta. Tiró la espada el torero, sonó el pasodoble Feria de Manizales, el toro amagó con querer irse pero no lo hizo, se pidió el indulto y se concedió de forma merecida. Dos orejas simbólicas y perdón a la vida del animal.
Oreja a la suavidad de Ginés Marín frente al tercero, que brindó al maestro César Rincón
El tercero fue un toro escaso de celo, que se iba suelto, echaba la cara arriba, y al que le faltaba clase. No embestía con la misma claridad que el anterior. Ginés Marín no consiguió encelarlo de capote, pero con la muleta sí logró convencerlo más, ofreciéndole primero distancia y luego mucha suavidad. Nunca le obligó al toro, convenciéndole de que aquello no le hacía daño: y así consiguió dos series muy buenas por la mano derecha y una por la zurda, donde protestaba más. Luego comenzó a defenderse. Mató de estocada entera defectuosa y un descabello y paseó una oreja. El toro lo brindó al maestro César Rincón.
Vuelta al ruedo para Cristóbal Pardo en el cuarto
El cuarto fue un toro que, si bien tenía clase, le faltó poder y fuerza para brillar. Estuvo Cristóbal Pardo muy esforzado, pero cuando le exigía, el toro se derrumbaba y se venía a menos, y le costaba volver a empezar las series. Aunque después repetía con interés, no transmitía nada. El colombiano brindó la faena a los areneros por su inmenso trabajo durante toda la feria para que ésta se esté llevando a cabo. El toro, al final, sí agradeció el buen trato de Cristóbal, y se entregó en dos buenas series del torero. Mató a la segunda y todo quedó en vuelta al ruedo.
Ovacionado el ímpetu de Emilio de Justo ante el rajado quinto
El quinto fue otro toro bajo de transmisión y de casta. Sacó algo de clase, aunque en el recibo de capote de Emilio de Justo no terminó de bajar la cara. Le vino muy bien el puyazo, y ahí aprovechó por chicuelinas para quitar con gusto el extremeño. El inicio de faena fue muy interesante, sobando y mimando al toro para que entregase la clase que tenía. Puso mucho ímpetu Emilio para que el animal transmitiese. Finalmente, el toro se sintió podido y se rajó. Espadazo casi entero y ovación.
Marín le arranca otra oreja al manso sexto y logra el triunfo junto a De Justo
Ginés Marín cerró la tarde con un toro falto de transmisión, que también tenía clase pero fue soso y a ratos se quiso rajar. Marín lo puso todo con el capote y la muleta: empezó de rodillas para alegrar la embestida sosa del animal, arreciando de nuevo el aguacero en la ciudad. Se quiso rajar el animal y, en tablas, el oliventino consiguió hilvanar dos series con repetición y ritmo, sujetando siempre al animal. Mató de espadazo casi entero, doblando muy pronto el toro. La gente se lo agradeció con una oreja y salió a hombros junto a Emilio de Justo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Manizales, Colombia. Cuarta de Feria. Más de tres cuartos de entrada en tarde muy lluviosa.
Toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Cristóbal Pardo, ovación y vuelta al ruedo.
Emilio de Justo, dos orejas simbólicas y ovación.
Ginés Marín, oreja y oreja.