Llegaba la cita más importante del año para Manuel Jesús ‘El Cid’, que reaparecía tras cuatro años apartado de los ruedos. Y lo hacía en ‘su’ Maestranza, con ‘su’ corrida de Victorino Martín, y con Manuel Escribano y Emilio de Justo para cuajar un interesante cartel para el aficionado.
El Cid deja pasajes de toreo templado ante un astado con virtudes
Ovacionado de salida resultó el primero de la tarde, un toro de Victoriano que acusó su falta de fuerzas, pero que se fue afianzando a lo largo de la lidia. Se le cuidó en el caballo y posteriormente en banderillas, siempre buscando llevarlo pulseado a media altura. Empezó con la mano izquierda una faena con momentos de interés. El de Victorino la tomó con ritmo en una primera serie que llegó una enormidad a los tendidos. Lo pulseó Manuel en una trasteo donde el animal tuvo la intención de humillar. El de Victorino tuvo nobleza en sus embestidas, agradecido cuando lo llevabas enganchadoUn astado que fuera de los chismes iba siempre orientamos y saliendo con la cara alta. La clave estuvo en perderle siempre pasos a un Victorino que se sentía más cómodo en la media distancia. Estuvo inteligente Manuel en no dejarlo pensar, siendo consciente que llevándolo empapado en la muleta haría que este no perdiera el celo. Tras una estocada casi entera en buen sitio dio una vuelta al ruedo tras una leve petición de oreja.
Un firme Escribano se la juega ante el reponedor pero humillador segundo
Más hondo que su hermano resultó el segundo, un animal que cantó su condición en los lances de salida. Un astado que humilló una barbaridad, pero que no pudo desarrollar su condición al estar tocado de los cuartos traseros. Manuel volvió a conectar —como de costumbre— con el respetable en banderillas, un tercio en el que lo ve siempre muy claro. Escribano se la presentó siempre en la media distancia a un animal que nunca se salió del muletazo, haciendo siempre hilo y volviéndose sobre las manos. Firme y valiente estuvo el Gerena en una faena de poder a poder. Se puso en el sitio, acertando en perderle pasos para así evitar que el toro se quedara en las manos. Una faena donde se jugó literalmente la cornada en varias ocasiones por la condicion de su oponente. Aprovechó el primer tramo del muletazo, ese en el que venía humillado un astado que anduvo siempre renqueante. Tras una estocada trasera, La Maestranza supo valorar su esfuerzo con una gran ovación que saludó desde el tercio.
De Justo pasea la oreja de un tercero ovacionado en el arrastre
Le cortó la oreja Emilio de Justo al interesante tercero, un astado de Victorino Martín que embistió a media altura en el saludo capotero. Pese a faltarle un punto de humillación, quiso siempre colocar la cara e ir hasta el final. Muy torera fue su forma de llevarlo al caballo, corriéndole hacia atrás y pulseando su embestida. Emilio sabía que podía tener delante un toro de triunfo. Lo tanteó con la mano izquierda en un inicio donde el animal no quiso ir por donde le mandaban, de ahí que la segunda tanda fuera más a su altura. Los naturales brotaron largos y despaciosos ante un toro que quiso comerse la muleta por abajo. Le limpió el muletazo y desenmuñecó a tiempo para que ese tornillacito no le tocara la muleta. Cogió ritmo, un animal que embestía más y mejor cuando lo llevabas pulseado y casi sin toques. Pese a las virtudes del toro, este no permitía ni una duda. Por el derecho le faltó un punto de recorrido, teniendo mejor inicio que final del muletazo. De Justo anduvo fresco de cabeza y muy ágil de piernas ante un astado que en muchas ocasiones pedía que le perdieras un pasito. El extremeño entendió desde el inicio a un toro que obligó al extremeño a jugar con las alturas y las distancias. La seria final a zurda acabó de meter en su labor a una Maestranza muy pendiente de él en toda la faena. Quiso siempre llevárselo atrás en naturales de pura seda, siempre toreando con las yemas y acariciando la embestida de un ejemplar que fue agradecido cuando le hacías las cosas bien. Tras enterrar el acero le fue concedida una oreja.
El Cid se reencuentra con su toreo en una faena premiada con una oreja
Se ovacionó al cárdeno cuarto al salir de chiqueros, un animal que siempre quiso humillar, aunque le faltó salirse del capote por el lado derecho. Metió riñones en el peto en un tercio de varas donde empujó con clase. En banderillas saludó ‘Lipi’ tras dos pares de gran exposición, salvándole De Justo de un percance cuando este salía de la cara del animal. La ovación cerrada de La Maestranza fue de esas que calan. Ya en la muleta, el de Salteras dibujó una primera serie a zurdas de gran temple y hondura ante un animal con grandes virtudes. Lo llevó siempre con suavidad, algo que agradeció el astado. Una faena donde volvimos a ver esa gran mano izquierda del de Salteras, siempre buscando llevar al toro empapado en las telas. ’Mecatero’ fue un toro que siempre exigió estar bien colocado, de lo contrario embestida a arreones. La clave estuvo en darle tiempo y distancia, en llevarlo siempre enganchado. Manuel volvió a reencontrarse con su torero en una más que interesante tarde para él. Por el derecho tuvo que tragarle al faltarle largura en el muletazo, por ahí había que ser más preciso en alturas y distancias para intentar meterlo en el canasto. Sevilla se entregó a su torero en una faena premiada con una justa oreja.
El toreo despacioso de Escribano desoreja al buen Patatero de Victorino, de vuelta, que hizo quinto
Y le cortó las dos orejas Manuel Escribano a ‘Patatero’ un extraordinario animal de Victorino que embistió al ralentí en la muleta del sevillano. Manuel se fue a recibirlo a portagayola en un claro gesto de compromiso con su plaza. Este fue un animal que galopó de salida en una saludo capotero donde el astado la tomó siempre con entrega. Empujó con el pitón izquierdo, ese por el que luego embistió de una forma excepcional. Manuel inició su faena a favor del toro con muletazos a media altura y en línea recta. Lo pulseó siempre el de Gerena, cogiendo el animal un ritmo amexicanado. Jugó siempre con las alturas y las distancias ante un astado que todo lo hizo por abajo. Se vació en naturales al ralentí que hicieron crujir a la plaza. Manuel no pegó ni un tirón, todo lo hizo toreando con las yemas, siempre buscando llevarse al toro tras la cadera. Aguantó parones y miradas de un Victorino que siempre hizo por la muleta y no por el torero. Por el lado derecho tuvo que ir más tapadito, por ahí pesaba más su embestida. Se murió buscando los vuelos por abajo, un animal de gran categoría, esos que permiten un tipo de torero basado en la cadencia. Con la faena en su punto álgido dejo un cambio de mano que paró los relojes de una Maestranza que ya había perdido la noción del tiempo. ’Patatero’ hizo honor a su sangre con una entrega total en los chismes. La vuelta al ruedo a este que les habla no le supuso un problema, a animales de esa categoría hay que saber premiarlos. La plaza se llenó de pañuelos blancos para pedir las orejas, Luque accedió y premió la faena del sevillano con el doble trofeo. Manuel había vuelto a conquistar Sevilla en otra tarde para el recuerdo.
Ovación tras aviso para Emilio de Justo en una faena de poder a poder ante el exigente sexto
El sexto de la tarde fue otro animal de Victorino que se movió en los primeros tercios, pero que acusó como el tercero problemas en los cuartos traseros. Un toro pronto y alegre, pero que siempre acortó el viaje. De Justo sabía que iba a ser un astado para tirar la moneda, de ahí que buscara la corta distancia para que este no viniera con inercia. Se la dejó siempre puesta buscando apretarle cuando el toro llegaba al emboque. Toro que pesó en la muleta, embistiendo en ocasiones en línea recta. Muy firme anduvo el extremeño ante un animal exigente en los trastos. El toro tuvo entre otras cosas la virtud de la emoción, pero le faltó clase para buscar los vuelos de la muleta por abajo. Se jugó la vida de Justo por el izquierdo, por ahí el animal se quedaba debajo, embistiendo siempre con el freno de mano puesto. Volvió a la derecha para dejar otras dos tandas muy jaleadas por una plaza que supo valorar en todo momento la faena del de Torrejoncillo. Un toro que fue a más gracias al buen hacer de un torero que a base de disposición y entrega consiguió sacarle el fondo que tenía el animal. La espada cambiaría una más que merecida oreja por una cerrada ovación de despedida.
FICHA DEL FESTEJO
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril, sexta de abono. Corrida de toros. Casi lleno.
Toros de Victorino Martín, variados de tipo, pero en las líneas de la casa. Corrida de gran interés por su gran juego. El quinto, Patatero, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
El Cid (corinto y oro): vuelta al ruedo y oreja.
Manuel Escribano (verde botella y azabache): ovación y dos orejas.
Emilio de Justo (corinto y azabache): oreja y ovación tras aviso.
INCIDENCIAS: Saludó ‘Lipi’ tras parear al cuarto de la tarde
FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA