A estas horas, cuando un buen puñado de chavales que soñaron con ser toreros y convertirse luego en figuras estaría puliendo los cubalibres de Madrid, un tipo humilde, sereno y tranquilo, natural del toledano pueblo de Pepino y con la bondad por bandera porque no tiene doblez, ya ha asumido que tiene una Puerta Grande en Madrid y está pensando en volver a abrirla cuando regrese el día 3 de junio, a pulir los defectos que se viera hoy. Porque Tomás es así, y le importa poco si las orejas de hoy las califican de oro, de plata o de hoja de lata. Sabe que habrá más, porque esto sólo es el principio. Allá cada cual si quiere quedarse en el cortoplacismo.
Porque lo cierto es que no es casualidad -por muy barato que lo quieran vender- que un tipo tenga la fe y la entrega para abrir con sus armas las dos puertas más caras del sistema actual. Y ambas el día de su presentación. Y ambas el mismo año, con a penas unas semanas de diferencia. Que levante la mano el que pueda igualar la hazaña, pero que no me venga de purista, porque hay toreros y toreros, y este no es casualidad. Rufo llega al tendido, conecta con el de los pañuelos con el corazón y con la entrega y utiliza los avíos para exigir un sitio entre los grandes del escalafón. A veces lo consigue más, a veces menos, pero jamás deja de perseguir un objetivo que se ha impuesto como condición: tiene entre ceja y ceja ser figurón del toreo. Pero sabe que ahí se llega paso a paso.
Hoy Tomás dio otro. Pero no el de abrir ese portón, ni el de torear con las figuras. Ni siquiera el de mojarle la oreja a un Juli o un Talavante: Rufo creció otro palmo por ganar la batalla contra sí, por salir triunfante del escrutinio a que se somete cada día después de salir andando de Madrid.Y también el de la autoevaluación crítica y el análisis de tu actuación. Porque no es oro todo lo que reluce… Habrá más, Tomás. Muchas más en su carrera. Por eso no tiene demasiada importancia si la de hoy llegó o no a la medida en el escalímetro del presi.
Todo eso ya lo sufrió Julián, el de Velilla, que ahora llega a esta plaza como si fuera tan suya como Feligrés para dejar obras para el recuerdo casi cada tarde que hace el paseíllo aquí. Fue con el cuarto, toro de entrega, de repetición y de clase, con ese punto de mansito que hace que se redondeen mucho en la muleta en su huída hacia adelante. Y más si es la de Julián, que parece obsesionado con volver a reinar en esta plaza, porque cuando eres El Juli, aunque seas del Atleti, estás tan obligado a vencer como el Madrid. Y esta puerta ya se le lleva resistiendo mucho tiempo desde la última vez que la abrió.
También a Talavante, que ha estado tres años fuera y ahora debe volver a tomarle el pulso a la plaza. También él tiene tardes que pudieron ser y no fueron, y tardes que rompieron en buenas cuando no lo esperaba allí. Pero lleva dos de las cuatro contratadas en este San Isidro y aún se estaá poniendo de acuerdo con el tipo que ve en el espejo de con qué Talavante quedarse o estrenar uno para cada ocasión. Es verdad que no ayudó mucho el lote que le cupo en suerte, pero una reaparición, con el foco puesto en tu vuelta, o es o no es, pero jamás puede ser a medias. Para eso, buena gana de retirarse…
Ni El Juli ni -por supuesto- Rufo tienen intención alguna de retirarse, aunque a Julián no le supondría el más mínimo problema con la que está cayendo. Porque la solución no está en comportamientos ajenos; la verdad está todos jugando al padel, coño.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, decimotercera de abono. Lleno de ‘no hay localidades’.
Toros de Garcigrande (3º) y Domingo Hernández (1º-2º-4º-5º-6º). De corto humillado viaje por el derecho y con calidad por ese lado -no por el izquierdo- el primero; dañado de las manos delanteras y falto de fuerza el protestado segundo; desclasado y de embestida nada clara el tercero; con repetición por el derecho y duración el aplaudido cuarto, de calidad en general en su embestida; con repetición a menos un quinto con retazos de calidad; Con emotividad hasta que se rajó el sexto.
Julián López ‘El Juli (azul petróleo y oro): Silencio y vuelta tras dos avisos
Alejandro Talavante (nazareno y oro): Leves pitos y ovación tras dos avisos
Tomás Rufo (espuma de mar y oro): Oreja tras aviso y oreja
INCIDENCIAS: Saludó montera en mano Miguel Murillo en el quinto de la tarde y Fernando Sánchez en el sexto.
GALERÍA: Luis Sánchez Olmedo