Merodeó la Puerta Grande de Madrid primero Borja Jiménez, y pudo tenerla al alcance igualmente Sebastián Castella después. Todo con dos toros excepcionales de una corrida de Jandilla, cuyos dos primeros ejemplares tuvieron virtudes, mientras que a los dos últimos se les intuyeron, pese a que su volumen no les dejó terminar de desarrollarlas. La faena de la tarde, y una de las más rotundas del abono, fue la de Borja Jiménez al tercero: todo hondura, profundidad y gobierno, sobre todo en dos series cumbre con la mano izquierda. La de Castella, con otro animal de garabatillo, fue igualmente intensa, luciendo mucho al toro, pero se echó en falta la profundidad de aquella. La espada, en cualquier caso, minimizó ambas. Fue lo más destacado de un espectáculo donde ni antes Castella llegó al tendido con el nervio del primero, ni luego Borja redondeó con un sexto que se movió sin entrega. Manzanares, por su parte, tuvo otra tarde opaca.
Faena larga e insulsa de Castella al primero, que embistió con carácter
Tuvo movilidad el primero, amplio y fuerte, bajo y musculado. También carácter. Se meneó con nervio, punteando las telas en ocasiones, pero con transmisión. Se dobló con él Castella en el inicio de un trasteo largo, como suele ser habitual en el francés, al que faltó limpieza en algunos momentos y sobró tensión en otros. El público nunca terminó de empatizar con el de Beziers.
Manzanares no termina de apostar por el buen pitón izquierdo del segundo
Largo de viga y cornidelantero, el segundo ya tranqueó en los primeros tercios, y luego en la muleta tuvo prontitud y humillación y, sobre todo por el pitón zurdo, embistió de categoría. Con ritmo y profundidad en la embestida. Colocando la cara. Manzanares lo pasó sin excesiva convicción por el pitón derecho y se estiró más por el lado zurdo, pero sin conseguir llegar al tendido.
Rotundo faenón de Borja Jiménez que con un gran Jandilla vuelve a poner Madrid a sus pies
Muy Jandilla el tercero. Largo de viga, con cuello, estrecho de sienes pero con desarrollo de pitón. Un tacazo que embistió como sus hechuras auguraban. Claro que, para delante tuvo un torero en sazón, que ya desde el saludo capotero, ganando terreno, cargando la suerte, dejó claras sus intenciones. La faena de muleta lo tuvo todo: desde un inicio precioso, con un trincherazo de rodillas, prólogo de una poderosa apertura por bajo, hasta dos series con la derecha muy sometidas, llevando muy por abajo la embestida, pero sin descomponer la figura. Sin embargo, fue por el pitón zurdo por donde la obra ascendió aún más con dos series superlativas. Roto el torero, con la muleta a rastras y el toro persiguiéndola con celo y codicia. Lo cerró a dos manos con el mismo lujo, lo mató de una estocada entera y algo desprendida, y a esa mácula debió agarrarse el presidente para no dar una segunda oreja que la faena mereció y el público demandó con insistencia.
Castella malogra con la espada una notable faena al excelente cuarto
Largo de viga, de sienes reunidas, tocadito arriba de pitones, grande pero proporcionado de hechuras, el castaño cuarto fue otro gran toro. Lo percibió Castella en los primeros tercios, donde el toro se movió con buen aire, y lo brindó al cónclave para diseñar una faena en dos partes: luciendo mucho al toro en la primera, dándole sitio y distancia para traérselo toreado y templar su boyante embestida. La serie al natural en ese mismo son fue el punto álgido de la obra. Un puñado de muletazos con trazo y reunión, de gran acabado. Luego el torero acortó distancias y en ese terreno de cercanías que tanto domina se impuso al de Jandilla y puso de acuerdo a todos. Tenía premio gordo en la mano, pero media estocada tendida y un par de descabellos hicieron a la gente guardar los pañuelos. Ovación de gala al toro de Borja Domecq y aclamada vuelta para el torero galo.
Abrevia Manzanares con el quinto bis, cuya endeblez le incitó a defenderse
Largo el quinto bis, sustituto de la misma ganadería que reemplazó a un titular que se dañó nada más salir al ruedo. Más grande y con la cara más abierta, embistió al capote de Manzanares de salida, pero después de su paso por el caballo comenzó a mostrar debilidad, y esa merma le incitó a defenderse en la faena de muleta. El torero alicantino lo despachó con premura.
Esfuerzo de Borja Jiménez con un sexto que tuvo movilidad pero le faltó entrega
Grande pero proporcionado el jabonero sexto, al que Borja Jiménez laceó rodilla en tierra. Cumplió en varas, pero ya en el quite del sevillano se intuyó que el toro iba a durar poco, porque le costó desplazarse. Tuvo mucha fuerza el inicio de rodillas en los medios, con la mano derecha, que fue donde de verdad rugió el público. Luego el torero dio aire al toro para aprovechar su inercia, pues el animal destacó por su movilidad, porque cuando llegaba al embroque tendía a derrotar y a quererse quitar el trapo de la cara. Hizo un esfuerzo Borja, que no terminó de valorar el tendido, pues gracias a su exposición consiguió robarle y limpiarle muletazos al de Jandilla. La espada se fue qbqjo y quitó al torero cualquier posibilidad de reconocimiento.
FICHA DEL FESTEJO
Miércoles, 4 de junio de 2025. Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. Vigesimocuarta de la Feria de San Isidro 2025. Corrida de toros. Lleno de ‘no hay billetes’.
Toros de Jandilla. Con nervio y movilidad el primero; embistió largo y profundo por el izquierdo el segundo; bravo y codicioso el tercero; de bravura boyante el gran cuarto; se defendió por su precaria fortaleza el quinto bis; con movilidad el sexto, que no terminó de entregarse.
Sebastián Castella, de catafalco y plata: Silencio tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso
José María Manzanares, de azul rey y cobre: Silencio y silencio
Borja Jiménez, de champagne y oro: Oreja tras petición y silencio
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FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO