AL NATURAL

Damián y la erudita Generación X


martes 5 marzo, 2024

Los comentarios en Redes Sociales tildan de 'ligerita' y 'falta de gobierno' la faena del charro al exigente toro quinto en Villaseca

Damián Castaño
Damián Castaño, el pasado domingo en Villaseca. © Pablo Ramos

Es cierto que no conviene hacer demasiado caso de los comentarios que llegan a través de las Redes Sociales, que suelen ser un foro de eruditos en todas las materias conocidas y por descubrir -nótese la ironía, no vaya a ser que se cfrean que lo digo en serio-. Pero a veces hay que salir al paso de determinados ‘conocimientos’ que se intentan perpetuar a costa de los que desconocen la relación que se crea en un ruedo entre el animal y el hombre.

Particularmente activa es esa plataforma que antes se llamaba Twitter y que ahora, por arte de Elon Musk y sus santos bemoles, se llama X. Un basurero monumental donde llegan a vomitar sus miserias todos los que pretenden hacerse notar a costa de faltar al respeto -pero que no me lo falten a mí-, descalificar cuanto no se ajuste a mis parámetros y tener la poca vergüenza de ridiculizar a los que se visten de luces sin haber pensado siquiera en cómo se pega un natural. Son los miembros de la generación escéptica pero osada; descreída, pèro impositora; desengañada pero tremendamente desahogada, porque, a través de esa X, se puede incluso hablar con Dios y que te conteste. Siempre que Dios, claro, tenga una cuenta activa.

Pues a esa gente que conforma esa Generación X tan entendida, tan considerada y tan sabia respecto a la forma de torear y los cánones que intentan ensalzar a machamartillo -sean o no ciertos- le dio por criticar el domingo a Damián Castaño únicamente viendo el resumen en vídeo de la corrida de toros celebrada en Villaseca de la Sagra, donde la plaza entera rugió con la manera de interpretar el toreo al natural del pequeño de los Castaño.

«Yo eso no lo considero torear», decía uno; «no me gustan, no manda, no lo lleva hasta allá, sólo se estrella», añadía otro. Y así varios más. Sólo uno, UNO de todos los que le echaron a volar al charro su calcetín lleno de mierda alude a la condición de toro. Y de manera somera: «aunque el toro tampoco es que valiese». Viendo la foto de Pablo Ramos que publicó este portal y que el apoderado del salmantino utilizó para ilustrarlos a todos con tres líneas, el toro no sólo valió: Damián lo cuajó como manda la conjugación del verbo torear.

Esa actitud de apuesta constante. Esa permanente posición de quedarse, de asentarse, de dominar los raíles del tren. Incluso cuando, en el inicio, el artista debe condimentar su guiso con un grácil toreo sobre las piernas -pero nunca corriendo-, conquistando los terrenos como hacía Domingo Ortega, que era un señor muy viejo que habrán visto en alguna foto esos que pueblan la Generación X. Con un toro de máxima exigencia al natural que, además, no tenía ni uno a diestras, por donde no sólo se puso Damián, sino que se llevó, además, tres sustos y un pitonazo que a punto estuvo de partirle la boca. Con esa reserva, que se hacía huracán de repente y con cierta nobleza para meter la cara y romperse a la verdad, Castaño cinceló una obra tan maciza que la plaza entera lloró con él cuando marró con la espada.

Porque no es nada fácil decidir que apuestas en la primera de la temporada. Y menos cuano lo que sale es un Peñajara con cara de pocos amigos y mucho brío al acometer, ya fuera bien o mal. Pero es que cuando Castaño le comenzó a zurdas y a media alturita, dándole las ventajas para que no se le viniera abajo y mantuviese su importancia hasta el final, tuvo que lanzar trapo y encelar, traerlo para atrás y enseñar el camino correcto para salir del trapo. Terminó -dicho está- soplando naturales de pecho entregado, pies juntos, plantas enterradas y muñeca rota tras la cadera, que era donde llegaba la banba de la muleta para no engañar. Pero, ¡ay, amigo! ¡A la Generación X vas a engañar tú con esa forma de aliviarte…! Esos no tragan con ese engaño que se ve en las fotos y el el vídeo, cuando la bamba está tersa detrás de la cadera y la muñeca no puede -físicamente- ir más atrás de lo que la lleva la cintura de añil y oro. Esas fotos son las que antaño conocíamos todos porque estaban en cada taberna. Pero para la Generación X… eso está muy lejos de lo que entienden por torear.

Es curioso que en la plaza, en el callejón, los profesionales de las demás cuadrillas quedaron admirados de la forma de ‘negociar’ la faena de Damián con el enrazado Peñajara. Sentían admiración por el compañero porque era capaz de realizar una gesta en la plaza. Pero qué sabremos los que estábamos allí, si el toreo es lo que se promulga en Twitter… O en X… O en la madre que parió al tonto que le dio altavoces a los osados.