Se presenta estos días (durará hasta septiembre y es muy recomendable) en el Museo de Historia de Catalunya en Barcelona una extensa muestra (182 imágenes) de fotografías de la saga Catalá Roca: el padre, Pere Catalá i PIc sus hijos Francesc y Pere Catalá- Roca. El título de la muestra- traducido del catalán- es explícito: “Los Catalá. Fotógrafos de un siglo”.
El patriarca, Pere, en los años previos a la Guerra Civil, centró sus trabajos en la publicidad de marcas tan conocidas como Cinzano, Anís del Mono o Cerebrino Mandri (medicamento que se consumía en polvos diluidos en agua y que aliviaba al instante dolores de cabeza, entre otros males) durante la contienda lo hizo en campañas y carteles de la causa republicana, desde la Generalitat catalana. Así, suyo es el célebre eslogan “Aixafem el feixisme” (chafemos el fascismo) que acompañaba la fotografía (en cuyo proceso le ayudó su hijo Francesc) en la que una espardenya (zapatilla), chafaba un esvástica sobre el pavimento. De sus dos hijos, Pere, se volcó en la fotografía publicitaria y en la cultura popular.
El otro, Francesc Catalá-Roca (1922-1998), que cedió su fondo de doscientos mil negativos al Colegio de Arquitectos, es el más prolífico de los tres y su mirada fotográfica abarca diversas temáticas, desde el paisaje urbano al retrato de grandes personajes, de Dalí a Serrat, pasando por Miró. Y, también, la tauromaquia. De ello dio buena cuenta la exposición “La mirada taurina de Francesc Catalá-Roca “ que se exhibió en la Sala Bienvenida de Las Ventas, con Carlos Abella al frente de Centro d Asuntos Taurinos, durante la Feria de San isidro de 2012.
En las veinticinco fotografías de la citada muestra Catalá-Roca (que, con el tiempo, acabaría por convertirse en gran aficionado a los toros) retrata la tauromaquia de forma caleidoscópica, es decir, no sólo los lances de la lidia sino que ahí están, entre muchas, los coches de cuadrillas -maravillosa la del Hispano Suiza de Chamaco en la Plaza Real de Barcelona- o el reportaje publicado por Life con Domingo Ortega y Luis Miguel Dominguín.
Pero es de la presencia perpetua de la fotografía taurina de Catalá Roca en Barcelona, nada menos que en un edificio de viviendas frente a La Monumental, al otro lado de la Gran Vía, lo que aquí traigo.
Era 1960 y por encargo de su amigo y gran arquitecto catalán Antoni de Moragas i Gallissá quien junto a Francesc de Riba i Salas diseñó el edificio, Catalá-Roca seleccionó una serie de imágenes taurinas (todas en blanco y negro) que reflejaban distintos momentos de la corrida, desde el paseillo al arrastre del toro por las mulillas. Verónicas, chicuelinas, picadores, banderillas, naturales, derechazos, pases de rodillas, estocadas…, fotos de gran tamaño que, una vez plastificadas, Moragas, para atraer la atención de quien mira hacia arriba, colocó en el techo de cada balcón para- dijo- “individualizar cada vivienda”.
La rehabilitación de edificio, obligada por las normativas municipales y que ha eliminado determinados elementos, ha respetado las fotografías taurinas de los balcones, catalogadas de protección por el Ayuntamiento, dado su alto valor patrimonial, pero, a su vez, muestra el deterioro de muchas de ellas. Aún así, hace unos años, los propios vecinos de la finca, con la colaboración de los herederos de Catalá-Roca, que localizaron los negativos, pudieron reemplazar las fotografías de la portería, que reproducen el bordado de la chaquetilla de un picador.
Frente a La Monumental cerrada al toreo y en un edificio de viviendas, las fotografías de Francesc Catalá-Roca resisten el paso del tiempo y testifican la memoria taurina de Barcelona, “la ciudad del Mundo que más toros daba”.
Sin toros en La Monumental, la afición catalana resiste y así, el próximo domingo y el siguiente UTYAC convoca sendos actos con los toreros Ginés Marín y Fortes, que el día antes estará en un tentadero con los alumnos de la Escuela Taurina de Catalunya. Y el primer domingo de marzo la FETC homenajeará a Serafín Marín, en sus veinte años de alternativa y marginado del toreo por vaya usted a saber qué (o sí), en una fiesta campera (en la provincia de Castellón) con alumnos la Escuela.