Parecía que estaba todo mucho más que amarrado. La temporada 2022 había servido para ir cocinando lo que comenzó a aparecer en septiembre como una posibilidad remota hasta que se ocuparon de darle forma los que más mandan en el toreo. Y lo hicieron bien. Tanto que la imagen que le llegó al aficionado sobre el nuevo operador de televisión que se hacía con los derechos de las plazas más importantes del mundo fue de potencia, de solvencia, de poderío empresarial. De contar con un plan bien cocinado para que supiera lo suficientemente rico que ya todos se acostumbrasen a su gusto.
Pero ahora, unos cuantos millones de euros, algunas entrevistas mal elegidas y un par de faltas a la información lanzada después, la sensación ya no es de tanta solvencia ni de un poderío tal como parecía enseñar. Porque, publicados sus precios -eso sí, por controvertidos que hayan sido- y con las cifras puestas encima de la mesa, el negocio no brilla tanto como pareció en aquella presentación que lo fue de San Isidro y de la propia operadora ante el común de los mortales. Y es así porque no se ha sabido transmitir ni un ápice de confianza. Porque no se vislumbra un plan. Y si lo hay, ni los directivos de la operadora son capaces de seguirlo. O esa es la impresión que da.
Porque todo estuvo muy bien para ‘cepillarse’ a Movistar Toros con dos jugadas de ajedrecista experimentado; le quitamos los derechos de Madrid y Sevilla, aprovechamos para hacer lo mismo en Valencia desde julio y, además, fichamos de plantilla a los antiguos empleados que salieron del canal para garantizarnos la solvencia propia. Jaque mate. Y ahora, ¿cómo le jugamos a la realidad del toro y del aficionado? ¡Ay, amigo! Es que eso es lo más complicado.
Pero es ahí, en ese escenario que debió ser el primero en tener su prospección de negocio, donde ahora te vas a jugar los cuartos con el ‘fardo’ a cuestas de haberle dado matarile al que proveía de toros a los de más edad sin tener un plan para que se animen a conocerte los que tienen menos. Edad y posibles, que ninguno de ellos sabe, a día de hoy, qué tiene que hacer para no quedarse sin ver el Domingo de Resurrección de Sevilla. Y queda menos de un mes.
«En los próximos días se sabrá en qué plataforma -Orange, Vodafone o Movistar- se podrá ver el canal», le decía Ignacio Díaz de la Cortina, director General del ‘invento’ y Piticlín desde entonces, a Juan Diego Madueño en su entrevista de El Mundo. Es decir, que la nueva revolución para ver los toros no era más que un ejercicio especulativo parecido al de Dazn con el fútbol. Un toro de compra-venta que sólo con los números que se han hecho públicos -5 millones por los derechos de Madrid, calculemos que uno y medio por Sevilla y otro medio ‘kilete’ para el julio valenciano- nos sale que tienen que hacer casi 42.000 suscriptores para ‘empatar’ en las compras. Y aún no hemos empezado a ‘pagar la luz’…
Y no es barata, porque se han anunciado a profesionales de reconocido prestigio y caché. Empezando por el que es leyenda viva y revolucionario de la narración audiovisual, Víctor Santamaría, un seguro para garantizar la calidad. El equipo que encabeza y prestigia también supone un desembolso importante, y sitúa el ‘break’ -el momento en que se cubren los gastos y se empieza a ganar el primer euro- muchísimo más alto. Total, que entre pitos y flautas te metes por encima de los 60.000 suscriptores para ‘empatar’. Pero aquí el empate no te da ni siquiera un punto.
Es cierto que es grande la «masa social» que vio Moritz Roever, CEO de OneToro, cuando se decidió por Mundotoro TV -cuyo alquiler de marca y tráfico tampoco saldrá nada barato- para llevar a cabo su proyecto. Habló de siete millones de usuarios, y eso es una auténtica barbaridad para los compañeros de portal -que sólo nos sacan millón y pico, por cierto-, pero si aplicamos la regla de oro de la conversión digital, la del 2×1.000 -es la tasa de conversiones que tienes más o menos garantizada según los comportamientos estándar de los usuarios- la ‘garantía’ se sitúa en los 14.000 suscriptores. Que son una auténtica pasada cuando empiezas un proyecto desde cero, pero no se acercan ni de lejos cuando tienes que recuperar desembolsos semejantes. Y Telemadrid, que mitiga un poco el golpe, el año que viene ya no echará una mano tan grande, pero tú seguirás teniendo que soltar los cinco ‘melones’.
Lo justo, lo lógico y lo necesario es encontrar el equilibrio entre negocio-promoción de la fiesta-cuidado del aficionado. ¿Que es muy difícil? Complicadísimo, mire usted. Pero es que si fuera fácil no tendríamos los problemas que tenemos. Y lo cierto es que, mientras no se presenten argumentos más sólidos, la el grado de confianza según la información aportada no pasa el corte. Aunque, sí, lo de Piticlín ha estado divertido por recordar los buenos tiempos de Bigote Arrocet; pero nosotros éramos más de Gila, que si no tenía balas para tanto enemigo, las lanzaba todas y ya se las repartirían ellos. Igual es que ese es el plan…
Como broma era genial; pero ¿será efectiva como táctica? Porque el toreo espera…