EL EXILIO INTERIOR

Y los taurinos, ¿a quién votamos?


domingo 28 mayo, 2023

La afición taurina estigmatizada, perseguida, provoca también un déficit de libertad, individual y colectiva, que afecta también a la creación artística que se autocensura no vaya a ser que…

Detalle torero
Detalle de un torero calándose la montera. © Plaza 1

Llegó el día de ir –o no- a votar y a la afición taurina se le presenta un interrogante añadido a la hora de elegir papeleta: condicionar el voto a tal afición. No es baladí la cosa pues cada cual vive su vida y, si puede ( hay prioridades, la pura supervivencia incluso, que todo lo condicionan) hace de sus aficiones hilo argumental de la misma. Los toros, sin ir más lejos.

Sucede que, no solo en España pero de España estamos hablando, ser aficionado a los toros se (han) convertido en estigma y como tal se utiliza desde la política, los medios de comunicación y las redes sociales.

La afición taurina estigmatizada, perseguida, provoca también un déficit de libertad, individual y colectiva, que afecta también a la creación artística que se autocensura no vaya a ser que…

Por eso y más, quienes, profesionales o aficionados, se reconocen en ella y sufren tal censura, que deriva en prohibiciones, a la hora de elegir entre las distintas opciones políticas cuyas decisiones, en caso de gobernar unos u otros, afectan a la vida cotidiana, derechos y deberes, servicios públicos, economía, educación, urbanismo… toman en consideración y ponderan cual es el posicionamiento de cada una de ellas en el tema taurino.

Resulta que, desde hace ya muchos años y muchas elecciones por medio, tanto nacionales, como autonómicas y locales, tal consideración añade duda al voto: ¿puede el sentimiento taurino pasar por encima de consideraciones ideológicas?. Es decir: ¿es la tauromaquia más importante que la sanidad, la educación, la economía o el urbanismo, cuya gestión es, por definición, distinta (luego, los hechos son los que son) según la ideología?.

Y es ahí donde el taurino pondera y vota (o se queda en casa, que es otra opción, entre el descreimiento y la rabia).

Hoy, todos los municipios de España y buena parte de sus Comunidades Autónomas eligen sus representantes. En algunas ciudades, pueblos y autonomías, los toros han sido borrados de un plumazo por decisiones arbitrarias,  al margen o en contra de la ley y los taurinos mantienen la esperanza de que en alguna de ellas (el caso de Gijón es uno de los más llamativos) se pueda revertir según sea el resultado.

Los partidos y coaliciones políticas han tocado- si lo han hecho- lo taurino durante la campaña reafirmando lo ya conocido: la izquierda, así, por extensión y salvo excepciones,  proclama abiertamente su antitaurinismo y un malsano fervor abolicionista; la derecha, con la ultraderecha como abanderada, hace de lo taurino reafirmación de valores patrios.

Diluido en la nada el PACMA, pues a su podredumbre interna se une que sus postulados han sido asumidos por otros partidos, con Podemos, IU y adlátares a la cabeza,  más nacionalistas de toda ralea,  si la representación que logren todos ellos en las distintas administraciones resulta mayoritaria buscará tener efecto contra la tauromaquia. Y, al revés, las opciones de la derecha en todas sus variantes, serán favorables, o, al menos, no contrarias.

Pero, decíamos, la vida es más, mucho más,  que las aficiones de cada cual, entre otras cosas porque sin vida (sin trabajo, sin salud, sin educación…) la vida no es tal.

Que, por ejemplo reciente, en la Comunidad Valenciana, un político “de izquierdas”, Joan Baldoví, de Compromís, aluda a la Plaza de Toros  de Valencia como ”el lugar del crimen” es, entre otras cosas, un insulto la inteligencia. Y que, desde el otro lado de la balanza, la ultraderecha que encarna VOX se apropie- sí, ese es el término- de la tauromaquia, deja a esta inerme a merced de sus contrarios y huérfanos a muchos taurinos.

¡Suerte para (casi) todos!