El canal Playz acogió este 9 de noviembre un debate en el que estuvieron presentes Chapu Apaolaza, portavoz de la Fundación Toro de Lidia; Gonzalo Caballero, torero; Álvaro Burdiel, novillero con picadores y estudiante de ADE; Laura Almarcha, veterinaria, vocal de AVATMA y miembro de Associació Cetàcea; Miriam Jiménez, socióloga, politóloga, vegana y activista; y Ernesto Castro, filósofo.
Durante el debate, Chapu Apaolaza avisó de distintos aspectos peligrosos en cuanto al futuro del animalismo se refiere: «Tras apedrearnos a nosotros, apedrearán las puertas de las carnicerías«, apuntaba el portavoz de la FTL.
«De todos los estereotipos que se han arrojado sobre la tauromaquia, el más chungo es el de que somos unos viejos apestosos. Es hiperbólico, pero es así. Esto no es la España del puro«, comenzaba diciendo. Y se refería al bono cultural que ha discriminado a la tauromaquia: «Cuando ha salido el tema del bono cultural, que pretende el acceso a los jóvenes a la cultura limitándoles parte de la cultura, no refleja que la gente que más va a los toros comparada con el porcentaje de su edad es la de 18 años», indicaba.
«La mentira de que la gente no va a los toros ya es chatarra»
La franja de 15 a 19 años, según datos del Ministerio de Cultura, ha ido a los toros un 21% más que la media del resto de edades: «La gente de 15 a 30 años va a los toros un 12% más que la media. La mentira de que la gente no va a los toros es una chatarra y lo que genera es una especie del estereotipo dañino hacia los aficionados a los toros. Y lo que más me asusta de todo es el argumento de que hay que cuestionar los espectáculos culturales que no comparte toda la población y que las minorías hay que dejarlas de subvencionar. ¿Cuántos jóvenes van a la ópera? ¿Vamos a prohibir las cosas porque vayan menos personas? ¿Cuántos jóvenes de 15 años van al teatro clásico? Ese es un peligroso debate», defendía el portavoz de la Fundación.
«Esto no va de tauromaquia o no, esto va de animalismo, de poner a los animales por encima de las personas. Después de apedrear plazas de toros, apedrearán las puertas de las carnicerías. Otra cuestión es el intento del antitaurino por revisar la empatía y el ejercicio del espectador de la cultura: ¿qué está sintiendo el antitaurino ante la muerte probable o posible de un torero? Y esto es muy grave y llama la atención sobre la vuelta a un mundo donde volverán a medirnos las faldas no sólo en el toro sino leyendo a Fernando Vallejo o viendo El Silencio de los corderos. ¿Es decente? No lo sé», se preguntaba el periodista.