«Creo que ‘El Cid‘ se lo merece, ha sido un torero importantísimo para nuestra divisa. Un torero que está estrechamente ligado a nuestra casa, el cual estuvo presente en muchas de nuestras tardes más importantes. Toreó los toros de casa como muy pocos». Así describía hace unos días el ganadero Victorino Martín a la figura del torero de Salteras, espada que llegó a erigirse como figura del toreo durante más de diez años gracias a su binomio con la divisa extremeña. Lo hizo durante un homenaje que le tributó la Asociación de Jóvenes Taurinos de Coria en el que Manuel Jesús, muleta en mano, se puso de nuevo delante de este hierro.
Hablar de Manuel Jesús ‘El Cid’ es hacerlo de un torero con mayúsculas. un matador de toros sevillano que cimentó su carrera gracias su constancia, valor y entrega en los ruedos. Un torero que nunca lo tuvo fácil, ya desde novillero tuvo que buscarse las habichuelas en plazas donde el dinero era muy justito y el novillo muy grande. Un torero que poco a poco fue ganándose el respeto de la afición. Madrid siempre lo tuvo entre sus toreros predilectos, desde novillero estaba apuntado en la agenda de los buenos aficionados. La espada le había privado hasta en dos ocasiones de un triunfo de campanillas ya de novillero.
El Cid, un torero que se cuajó con las más duras
Su carrera de matador de toros tuvo unos años complicados, se cuajó en los pueblos con las corridas duras, ahí fue poco a poco metiendo la cabeza y haciéndose un nombre. Debutó en Sevilla en corridas en las que se pudo dar a conocer a la afición sevillana, pero la dichosa espada volvió a frenar su progresión. Madrid no le volvió la espada, allí siempre tuvo un salvavidas donde agarrarse cuando ‘pintaban bastos’. ‘Guirarrero’ de Hernández Plá en 2002 fue otra de esas tardes para guardar en la memoria. Pero su carrera empieza a remontar cuando Francia apuesta por él. La tarde y la plaza estaban marcadas en rojo. Bayona y una corrida de Victorino. Los máximos trofeos de ‘Gamberrito’, su vida había cambiado para siempre. Su idilio con Victorino no hacía más que comenzar.
De ahí en adelante vinieron más tardes de gloria tanto en España como en Francia, otras en las que desgraciadamente la espada se llevó el triunfo, pero su carrera ya había tomado un impulso que nadie podía parar. Madrid, su Madrid le vio erigirse en figura, Sevilla le dio su sitio en carteles de máxima categoría. Tiene el récord de Puertas del Príncipe consecutivas en Sevilla, tres. Un torero que nunca le dio la espalda a aquellos que apostaron por su persona. Victorino y su carrera estuvieron ligadas estrechamente.
Más sobre el idilio de El Cid con Victorino Martín
Así como muchas plazas de Francia, Madrid o Sevilla le dieron su sitio, también encontró cobijo en la afición de Bilbao, según muchos y buenos aficionados, la más ecuánime de todas. Allí firmó la tarde de su carrera. Se encerró con seis de la divisa de la ‘A Coronada’ para escribir su nombre con letras de oro en la historia del toreo. Antes ya había matado seis toros en Sevilla, casualmente el del triunfo grande fue el del hierro extremeño. En los últimos años de su carrera apostó por encerrarse en Madrid con los toros que tanta gloria le habían dado, pero esta vez no hubo suerte.
Torero de un gran temple y corazón, así como de una privilegiada mano izquierda. Consiguió todo desde la nada. Domingos de Resurrección, corridas de la Beneficencia, Goyescas de Ronda… todo gracias a ser fiel a su concepto, a no rendirse y levantarse cuando el golpe era duro. Un torero que también consiguió que el aficionado americano le hiciera un hueco. Un torero que pese a no estar en activo sigue con el veneno dentro, ¿volveremos a verlo más allá de las plazas de tientas?