La confección de carteles de San Isidro se encuentra completamente congelada. Hasta después de Reyes no regresará la actividad a unas oficinas de Las Ventas que bastante ajetreo han tenido durante la semana previa a la Navidad. Se han sucedido las quinielas, las apuestas y las previsiones, pero lo cierto es que a esta hora no hay cerrados muchos carteles en la primera feria del mundo. Es más, aguardan ‘sorpresas’ agazapadas que pueden hacer que den un vuelco los carteles que a estas horas se dan por cerrados.
Comenzando por toreros con mucho predicamento en la plaza y que tienen un difícil acomodo en el esquema actual que maneja la empresa que, por otra parte, intenta hacer el San Isidro que más gente meta en los tendidos, como es lógico. Pero se sigue encontrando con un problema al colocar a toreros como Ureña, Urdiales, Perera, Robleño -que también quiere lidiar alguna buena-o incluso Ginés Marín, que ha demostrado más cosas en esta plaza que algún otro que, con menos, está ya en el baile. Si a esto le unimos manos a mano y puestos suprimidos entre los famosos 54 de los que hablamos antaño, volvemos a comprobar que la confección del cartel final que se anunciará el 1 de febrero no va a ser fácil.
Todavía hay ‘sorpresas’ que pueden dar un vuelco a los carteles de San Isidro
Porque parecemos tranquilizarnos al ver que los medios vamos anunciando cómo están los carteles casi en tiempo real, pero no es verdad, porque luego van saltando por los aires antes de que hayan pasado tres horas. Además, que las cosas que nos cuentan y nos vamos creyendo sin contrastar, porque el que haya colocado a Paco Ureña en una de Victorino, mano a mano con Emilio de Justo y no haya previsto que no estará en la feria si a esa corrida no se añade una con las figuras, es que no conoce el funcionamiento de las contrataciones. O que no se acuerda de la encerrona del año pasado, a última hora y para corregir errores. Y eso hablando de un torero que no figuraba en los carteles de Valencia una hora antes de entrgarlos a la Diputación, pero estará, finalmente, dos tardes en el ciclo de marzo.
A Ginés Marín no se le escuchará hablar, dado el perfil bajo que siempre ha exhibido, pero que Sebastián Castella -con todos los respetos que merece un torero con su palmarés- vaya a estar en tres de los 23 carteles de San Isidro y él no tenga entrada en alguno de los de máxima categoría no le va a hacer ninguna gracia. Porque al francés le sobra curriculum y le sobra toreo, pero lleva tres años retirado y ahora hay que demostrar dónde está el nivel de tu regreso. Baste ver lo que le ocurrió el pasado año a un genio como Alejandro Talavante, que no llegó ni a su propia sombra con el chispeante puesto. Y, sin embargo, la cuarentena que se le propone son tres tardes en San Isidro y otra más en Otoño, que redundarán en su perjuicio y se le harán tremendamente largas si no es capaz de arreglaro en la primera de ellas.
Las claves que pueden enquistar en las contrataciones
Pero eso le corta las alas a toreros como Perera o como Urdiales, que optan a lidiar la de Alcurrucén que ahora mismo tiene Alejandro. Pero con Diego no se han puesto ni siquiera en contacto -porque se pretende que lidie El Pilar con Juan Ortega y Pablo Aguado, repitiendo el cartel de Otoño-, pero la respuesta de Villalpando, apoderado del riojano, va a ser que dónde está la otra con cierto fuste. Y a Perera le han confirmado las dos tardes, y parece que hay consenso con El Parralejo como una de ellas, confirmando la alternativa a Isaac Fonseca, pero ¿dónde está su acomodo en la otra?
También a Robleño se le coloca en la de Escolar. Como se haría en cualquier otro año en el que no hubiera sido el autor de una de las mejores faenas del año en Madrid. Pero se olvida uno de que el de San Fernando ha llegado hoy a lo que es no sólo por ser capaz con cualquier encaste, sino por pegarle pases -de los buenos- a cualquier tipo de toro. Y digo yo que ya le va tocando una de las que embisten de verdad para ver si tiene -como me temo- mucho más dentro de lo que vemos.
Y luego hay cuestiones de moral y de sensibilidad en esto del toreo, como conceder la tarde de un Domingo López Chaves que se ha hecho en los últimos años con el reconocimiento de la afición madrileña, que da gusto verlo torear y que no ha hecho más que pedir la de Escolar para despedirse de la primera plaza del mundo. Otros a eso le llamarían gesta, pero el charo sólo sabe que tiene «complicada» la entrada en los carteles. Igual es que no se lo merece…