ENTREVISTA

El ganadero Sánchez Fabrés alza la voz contra el ‘toro grande’: «Además de dar menos miedo al torero, a mí me ha dejado orillado»


miércoles 2 febrero, 2022

El ganadero salmantino Juan Sánchez Fabrés, emblema de la sangre Coquilla, es un hombre que habla a las claras, sin tapujos ni pelos en la lengua. Lo entrevistamos sobre la situación del campo bravo y del futuro del sector.

Ganadero Sanchez Fabres
El ganadero Sánchez Fabrés y un toro de su casa. © T. T.

Juan Sánchez Fabrés es cualquier cosa menos un ganadero al uso. Arquitecto de formación y profesión -hasta hace muy poco- tuvo que serlo también de lo que se encontró en la mítica finca de Pedrollen al morir su padre. Ganadería de lujo a comienzos del pasado siglo, cuando llegó a sus manos ya había crecido el toro de las plazas lo suficiente para que tuviese que pasar dificultades la sangre más pura de Coquilla que existía en el campo. Juan no tiene pelos en la lengua, y esa es tanto su virtud como su cruz. Pero es sin duda su principal atractivo y la fuente de su autenticidad.

P – La ganadería de Sánchez Fabrés siempre fue muy solicitada por las figuras, una divisa que sin duda puede presumir de pasar a la historia por ser de las pocas a las que se le han cortado los máximos trofeos en Madrid.

R -Te corrijo, mi ganadería es la única a la que le han cortado dos rabos en Madrid, uno por parte de Manolo Bienvenida en 1936 al toro ‘Pañofino’ y otra por Pepe Bienvenida en 1939 a ‘Terciopelo’. ¡Fíjate que toreros! Pero no fueron los únicos que apostaron por los toros de casa durante esa época. En los años 40, 50 y 60 nos la mataban asiduamente toreros de la categoría de Paco Camino, Diego Puerta o Manuel Benítez ‘El Cordobés’. Luego a partir de los 70 el toro subió, tanto en romana como en cara, y se nos orilló injustamente.

P – Una divisa que tras unos años en todo lo alto fue poco a poco perdiendo protagonismo al igual que otros hierros de esa misma época.

R – Ahora tengo un cartel delante de una feria de Logroño de mediados de los 60, en el estaban anunciados ganaderías de la categoría de Antonino Pérez, Urquijo, Benítez Cubero y Conde de la Corte, así como nuestro hierro, pues bien, de todas esas ya no existe ninguna. O bien han desaparecido o están de forma residual. Pero el problema no lo tienen esa ganaderías, el problema lo van a tener los que están ahora. Los festejos se han reducido de 2007 a 2019 en dos terceras partes, eso es un verdadero drama. Yo ya no me preocupo de eso porque mi ganadería está muy reducida y apenas lidio, el problema lo van a tener los que tienen que sacar adelante sus camadas en estos años.

P – Me hablaba de que hay ganaderías históricas que ya han desaparecido, pero ¿qué papel juega su ganadería en el panorama taurino actual?

P – Si te soy sincero, poco o nada. Aquí tenemos 40 vacas de vientre y todo lo lidiamos en festejos menores. Mi mercado son las novilladas sin caballos. Mi papel es el de intentar que mis erales sigan izando la bandera del encaste Coquilla. El tipo de toro que yo tengo no es posible lidiarlo en plazas importantes debido a que el trapío es insuficiente poder ir, de ahí que tenga que hacerlo en este tipo de festejos.

P – Con todos estos condicionantes ¿aún le queda ilusión por sus coquillas?

R – Soy lo que soy gracias a este tipo de toro. Me crie viendo embestir este tipo de encaste, no sería capaz de amoldarme a otro. Si te soy sincero yo hubo un momento en el que traté de cambiar de encaste por uno que estaba de moda en esa época y fracasé. No lo entendía, no comprendía sus reacciones, me engañaba su comportamiento, por lo que decidí volver a los que siempre había tenido en casa y abandonar esa absurda idea de buscar un toro más amoldado a los tiempos.

«Los aficionados no se dan cuenta de la tragedia que está sufriendo el ganadero»

Sanchez Fabres
Un toro de Sánchez Fabrés. © S. F.

P – Nos hablabas de ese descenso generalizado de festejos desde 2007 a 2019, ¿tiene solución?

R – Yo soy negativo en ese aspecto. Esta crisis nos afecta a todos, y cuando digo a todos es a todos. Claro que le va a afectar más a una ganadería que críe 60 toros al año que a mi, pero aquí en mayor o menor medida nos afecta a todos. El tsunami es enorme y va a llegar tanto a los ganaderos que ocupan la sexta planta o a los que como yo estamos en la primera, por lo que veo complicado que podamos salir de esta. Se han perdido muchos pueblos y alguna plaza de capital, la dejadez por parte del sector ha sido palpable, se miró hacia otro lado y ya es muy complicado deshacer lo andado.

P – Dentro de toda esta situación entiendo que el principal perjudicado es el ganadero.

R – De eso que no te quepa duda. Los aficionados no se dan cuenta de la tragedia que están sufriendo los ganaderos. Yo respeto mucho a todos los que componen este sector; toreros, empresarios, picadores, banderilleros… pero aquí el que tiene que poner el dinero por delante es el ganadero. Aquí hay que dar de comer todos los días, y no solo es eso, las ganaderías tienen unos costes altísimos. Subida de la luz, carburantes, materias primas… es un escándalo, y eso es el pan de cada día. Los toreros si no van a Sevilla no cobran pero tampoco tienen gastos, si un empresario no da un festejo no entra dinero en la cuenta pero tampoco gasta, y así todos, pero los ganaderos tenemos que alimentar a ese ganado que si no lidiamos nos tenemos que comer con patatas el gasto de los cuatro años que llevamos criándolo. Y eso es insostenible. Aquí todos somos importantes y necesarios, pero no nos podemos olvidar de quién es la base de esto.

P – Podemos decir entonces que el problema que ya venía marcado años atrás se acusó con la pandemia y con ataques desde varios flancos dentro y fuera del gobierno.

R – El problema de la tauromaquia es mucho más profundo que la pandemia. Vivimos en una sociedad urbanita que no está preparada para ver una corrida de toros. El factor de la sangre limita mucho que esto pueda seguir funcionando. Aparte ya de los ecologistas, los verdes, esos que no han pisado una ganadería en su vida y se atreven a juzgarnos, algo inaudito. El problema de base es que la sociedad del siglo XXI no está suficientemente informada de que va esto. La tauromaquia te la tienen que enseñar. Cualquier persona ajena a este mundo va a los toros y si no le explicas de que va sale corriendo, entonces esto tiene más meollo que la propia pandemia. Aquí existe un problema de educación.

«El tipo de toro ha ido creciendo de tal manera que hay ganaderías extraordinarias que han tenido que mandar todo al matadero»

Sanchez Fabres Toro
Otro toro de Sánchez Fabrés. © S. F.

P – Hablábamos antes de los rabos cortados a toros de la casa en Madrid, animales que hoy en día ni se enseñarían de novillos. ¿Cree que uno de los factores que hizo que este encaste quedase relegado a un segundo o tercer plano fue la entrada de la tablilla y el guarismo?

R – Mira, yo tengo disecados aquí en casa esos dos toros, uno del año 36 y otro del 39, son dos toros que por trapío no se lidiarían ni en Algemesí. Pero no es solo ese, aquí también tengo otro toro lidiado por Manolete en Barcelona a mediados de los años 40, ese ya es de carcajada, me llamarían loco si lidiara un toro así. El tipo de toro ha ido creciendo de tal manera que hay ganaderías extraordinarias que han tenido que mandar todo al matadero. Y no eran ganaderías que no embestía, ¡eh!, sino por el tamaño que se empezó a exigir; desde mi punto de vista desproporcionado.

P – Entiendo entonces que esto es un problema más amplio que el enfocado a una divisa o encaste determinado. ¿Qué se hizo mal para que se quedaran tantos hierros por el camino?

R – Ahí es donde quería llegar yo, esto es un problema global, que atañe no sólo a mí como ganadero sino a otros muchos. Hoy en día es admirable cómo se ha conseguido criar un toro tan grande y que encima embista, pero por el camino se han dejado a muchos compañeros, y eso me duele. Esto no lo produjo un factor en concreto sino varios de ellos. Yo he culpabilizado mucho de esta situación a Mariví Romero y Manolo Molés. Para mí el inicio del cambio empieza con ellos, con una única cadena de televisión y dando una información particular y sesgada de como eran las cosas. El que acude a los toros, ya sea público o aficionado se aferra a dos cosas; el tamaño del toro y sus pitones, porque no conocen el toro por dentro. El verdadero problema es su fiereza, su casta, su movilidad, pero oye, aquí lo que vendía era el toro grande.

«Cuando se iguala por arriba dejas fuera de mercado a una serie de prototipos que no cumplen con esas medidas»

Descarga
toro de Sánchez Fabrés. © S. F.

P – Ese toro grande que con los años se acabó estandarizando, un problema que aún no se ha subsanado y que por lo que se ve tiene difícil solución.

R – Cuando se iguala por arriba dejas fuera de mercado a una serie de prototipos que no cumplen con esas medidas. Queremos que el toro de Santa Coloma sea igual que de Albaserrada, y no es lo mismo, o que el de Núñez sea igual que el de Juan Pedro o el de Murube, y eso es simple y llanamente una locura. La gente se cree que el torero lo pasa mal con un toro grande y pasado de kilos y no es así, con el que lo pasa mal es con el que se mueve y no le deja pensar.

P – Fueron unos años complicados para divisas como la suya que vieron como se les relegaba al banquillo simplemente porque el toro no daba ni el peso en la báscula ni la seriedad en la encornadura.

R – Aquí se fue contra muchos ganaderos que no teníamos el toro que querían vender estos señores. A ellos nada más que les importaba la fachada del animal, su volumen y poco lo que llevaban dentro. Eso no era otra cosa que fruto de su desconocimiento. Le hicieron un daño enorme a la tauromaquia con su mensaje. No podían llegar a entender que el trapío del toro lo daba su mirada, su expresión, eso que de verdad le helaba la sangre a los toreros. De esos polvos vinieron estos lodos. Los aficionados empezaron a exigir un toro más grande, con mayor volumen, y esto lo que consiguió es que los toros se pararan.

P – Según entiendo de sus palabras como ganadero ha faltado en estos tiempos mayor educación taurina, explicar ciertas cosas del toro que con el paso de los años se han convertido en dogma de fe.

R – Exactamente, más que educación yo te diría cultura.

P – Pero entiendo que esa educación pasa por enseñar que también hay toros más allá de Madrid, Bilbao o Pamplona, que existe el toro de Jerez, Santander o Castellón, que hay ganaderías de encastes bien diferenciados que deberían tener cabida en plazas en las que se respete su tipo de toro.

R – Cuando empiezan a sobrar toros a los toreros les dan a elegir y eso va en contra de la propia fiesta. Cuando hay las justas tienen que matar lo que el empresario dice. Te pongo un ejemplo de seriedad y honradez. Manolo Chopera, para mí el mejor empresario que ha dado la historia del torero. Te decía, hay que matar la corrida de Buendía, sino quieres venir que pase otro. Claro que se negociaba, pero sobre una base que imponía el empresario. Ahora pudiendo elegir dejan a la cola la que les puede exigir más.

«El comportamiento varía según el encaste o la ganadería y hay muchos aficionados que no se han implicado en conocerlas de verdad»

Astado Sanchez Fabres
Otro astado del ganadero charro. © S. F.

P – ¿Siente que esa falta de conocimiento por parte del aficionado le ha perjudicado de alguna manera?

R – Podría ser, pero con la mía y con muchas otras. El comportamiento varía según el encaste o la ganadería y hay muchos aficionados que no se han implicado en conocerlas de verdad, se dejaban guiar por su aspecto físico, y te cuento una anécdota que viví en casa. Durante un tentadero con el Niño de la Capea salió una vaca que me pareció extraordinaria, brava, humilladora… una vez terminado el tentadero bajé a hablar con el torero, tenía la firme intención de dejarla como madre. Entonces al preguntarle a Pedro me comentó que la vaca siempre le estuvo midiendo, cada vez que se colocaba lo miraba de arriba a abajo. Le miraba a los ojos. Eso en una vaca se lo aguantas pero en un toro tarda dos pases en meterle la espada. Eso el que está en un tendido no lo ve, pero el torero si siente que el animal lo mide en cada muletazo. Al torero lo que le da más miedo es la mirada, no los pitones.

P – Hay una diferencia entonces entre la tauromaquia de mediados de siglo, finales y de este, así como una marcada evolución tanto en el toreo como en las embestidas de los animales.

R – La evolución lógica del paso del tiempo, quien no se adapta se queda atrás. Lo que si te digo es que a mi me llevan los demonios cuando alguien dice que ha disfrutado delante de la cara de un animal. Eso es imposible, aquí el único que tiene que disfrutar es el que está en los tendidos.

«El aficionado tiene que entender que el ganadero siempre va a querer dar salida primero al cinqueño que al cuatreño»

Vacas Sanchez Fabres
Vacas de Sánchez Fabrés. © S. F.

P – Ya por ir terminando me gustaría saber su opinión como ganadero sobre el toro que se lidia hoy en día, antes hablábamos sobre la estandarizan del toro, del perjuicio que esto atañe a la tauromaquia, ya no solo en igualdad física, sino muchas veces en comportamiento. En este 2021 con un sobrante importante de toros se han lidiados corridas muy por encima de lo que debería lidiarse en algunas plazas.

R – Un toro desproporcionado, grande, basto y en muchas ocasiones con casi seis años. Yo como ganadero entiendo que haya que darle salida a ciertos animales, pero eso no debe ir en detrimento de la categoría de la plaza. Este año seguramente se repita esta situación ya que los ganaderos tienen muchos toros cinqueños aún en sus cercados. Y ya no es en Sevilla o Madrid, ya hasta en los pueblos te exigen el toro grande y eso es una locura. El aficionado tiene que entender que el ganaderos siempre va a querer darse salida primero al cinqueño que al cuatreño, eso es de cajón.

P – ¿Qué visión tiene Juan Sánchez Fabrés sobre la temporada que se nos avecina?

R – Mi visión como ganadero es un poco apocalíptica como estás viendo, pero es que yo creo que un pesimista es un realista bien informado. ¿Cómo es posible que un ganadero como Paco Galache, amigo y gran ganadero, tras llevarse el ‘Toro de Oro’ al mejor toro de la feria de Salamanca de este año y con las figuras en el cartel, tenga que mandar 20 toros al matadero. ¿Tú te crees que eso se puede consentir? Vamos es lamentable que un ganadero tras triunfar de esa manera en su tierra no tenga prácticamente la camada vendida. Pero si esto le pasa a Galache que no le pasará a otros. La situación es más que alarmante, aquí ya no se respeta ni al que triunfa.