Morante propició uno de los momentos más divertidos de la recientemente finalizada Feria de Colombinas. El diestro sevillano dejó un instante para el recuerdo en el coso de la Merced: lo que en un principio parecía un gesto hacia un aficionado que le soltó una ‘guasa’ tras finalizar una tanda, resultó ser otra cosa bien distinta.
Su segundo toro de Juan Pedro Domecq evidenció de salida una alarmante justeza de fuerza. Le ayudó el sevillano de capa, no siendo castigado nada en varas, pero Morante confiaba en su nobleza y buen fondo pese a tener tendencia hacia el tercio. Para ayudarlo le cambió los terrenos y se lo llevó hacia los terrenos del tendido 10-12 para ser si ahí no se afligía y sacaba esa nobleza y temple que había evidenciado en los tercios anteriores.
Primero fueron muletazos de uno en uno a media altura, para después exigirle más por abajo en series cortas pero más intensas. Pese a ello algunos aficionados le pidieron que abreviara con un toro que a su juicio no ‘valía un duro’, pero Morante no desistió en su empeño hasta meterlo en el canasto y cortarle las dos orejas de una forma rotunda. La plaza se metió de tal manera en su obra que se olvidó de la justeza de fuerzas del colorao de Juan Pedro.
Una vez que metió la espada y el toro dobló junto a las tablas de sol, el sevillano se echó la mano a la oreja derecha y mirando al tendido esbozó una pícara sonrisa, no hizo falta nada más, el torero sevillano había convencido hasta a esos escépticos que no creían posible que toro y torero se fusionaran en una faena de tanto calado. Las cosas de Morante.
Morante de la Puebla ha dado un paso adelante en estas últimas temporadas, toros en los que antes se limitaba a abreviar o machetear faena ahora porfía hasta intentar meter en el canasto al toro; unas veces se consigue y otras no.