Morante es un genio en toda regla. Torero en la plaza y fuera de ella, el de La Puebla ha dado siempre testimonio de su tremenda personalidad cuando tenía un micrófono delante de él. Un concepto distinto para un torero de otra época. En una ocasión dejó, con tan sólo 24 años -hace casi dos décadas- una sorprendente intervención en el entonces programa Ratones Coloraos, que dirigía Jesús Quintero, conocido popularmente como El Loco de la Colina.
«¿En ti manda mucho el amor propio?», le preguntaba Quintero. «Soy una persona y un torero de impulsos, de amor propio, de hacer las cosas que me gustan. Creo que ahí es donde tengo mi transmisión, lo que yo doy a los espectadores gracias a ese desligamiento total de mi cuerpo y de otros pensamientos que no sean puros», contestaba Morante.
«¿Eres un apasionado del toreo?». «Sí, lo soy», respondía José Antonio. «¿Y vives para el toro?». «Sí, es una profesión que te consume y te arrastra«. Tenía 24 años y llevaba delante de un toro desde que tomase la alternativa con 17: «Yo he querido ser torero desde que nací. Me puse delante de una becerra con cinco años, con catorce debuté sin caballos y he llevado a cabo una carrera rápida y difícil, porque vengo de una familia humilde y no es fácil alzarte así».
Los mejores momentos de la vida del joven Morante, delante de un toro
«¿Y con cinco años uno puede tener claro que lo que uno quiere ser en la vida es torero?». «Yo lo tenía bastante claro. Desde siempre he querido serlo». «¿Es verdad eso de Torero casado, torero acabado?», le volvía a interpelar el periodista. «Yo no pienso eso, es compatible. Pero cuando se está enamorado se sufre más porque, cuando te vistes de torero, tienes que dejarlo todo. Te pones tu traje, haces tu ritual y te encomiendas al padre. Cuando se está enamorado, cuando te acuerdas de tu familia, se sufre mucho más».
«Los mejores momentos de tu vida y de mayor felicidad, ¿los has vivido delante de un toro?», le volvía a preguntar Quintero. «Sí, sí. Creo que también es bonito enamorarse, te da muchísima felicidad».
Los programas del corazón y los toreros
«¿Qué sientes cuando ves a tus compañeros en los programas de cotilleo? ¿Te alegras de no estar ahí?» «Sí, por supuesto, no me gusta para nada. Yo no podría soportar la presencia de los paparazis«. Aunque intentaron crear una historia con él y con la tonadillera, según narraba Quintero, esto contestaba Morante: «Sí, pero el tiempo dio la razón a quien la tenía y me quisieron montar en ese carro. Pero para nada. No soy de esas personas. No me gusta que mi vida la sepa nadie».