Este domingo trenzaba José Tomás el segundo de sus paseíllos de esta temporada, una tarde especial por muchos motivos y en la que el diestro de Galapagar cortó un total de tres orejas a sus cuatro toros. Pero lo de menos fueron los trofeos conseguidos, lo importante fue como estuvo en la plaza. Tomás despejó de un plumazo cualquier tipo de duda que reinara en el ambiente tras la tarde de Jaén.
José Tomás desenfunda su valor y quietud ante el flojo primero de Juan Pedro. Los eternos naturales de José Tomás al segundo de Garcigrande le valen las dos orejas. El tercero coge a José Tomás, que se enraza y sella una obra de estoicismo y mano baja. José Tomás, ovacionado con el cuarto de Domingo Hernández, con una condición a menos. Así resumíamos cada una de sus cuatro actuaciones ayer en Alicante, una tarde de gran rotundas.
Pero este domingo también hubo un momento cargado de simbolismo: el diestro madrileño decidía brindar uno de sus toros a los hijos del empresario y ganadero Pedro Trapote fallecido en abril del pasado año. A ambos les unía una gran relación de amistad, sin ir más lejos el madrileño pasaba gran parte de su preparación en la finca Las Majadillas situada en el término sevillano de Castillo de las Guardas.
Este brindis servía como homenaje a un hombre apasionado por la ganadería, el toreo y por José Tomás. Desgraciadamente ya no está con nosotros, pero sin duda su presencia estará siempre con aquellos que tuvieron la suerte de disfrutar de su amistad. El torero afincado desde hace años en la costa malagueña sigue yendo a esta preciosa finca sevillana para seguir preparándose de cara a futuros compromisos. El triunfo del día de ayer fue el homenaje póstumo que con su espada y su muleta le hizo a un amigo que fue parte fundamental en su carrera.
Pedro Trapote falleció a los 52 años de edad en su finca, un paraíso de la crianza del toro bravo. Allí pulía su proyecto ganadero, el primero con el nombre de Toros de la Plata con procedencia Carlos Núñez, a través de Manolo González, y una segunda ampliación con sangre Domecq, vía Guadalest. El segundo hierro con encaste Urquijo y Atanasio se anunciaba con el nombre de Herederos de Antonio Ordóñez.
Tras vender la preciosa finca de Los Tinahones todo el ganado fue a parar a Las Majadillas. La finca situada en Constantina era un auténtico paraíso, la cual habían comprado a comienzos del siglo a los herederos del Maestro Antonio Ordoñez. Allí su figura se veneraba de una forma especial.