Marta Murube Algarra es una joven ganadera sevillana que tiene al toro bravo como eje de su vida y que, además de una conocedora de todo lo que esconde el campo bravo, es una gran caballista. Marta, mediana de cinco hermanos, es hija de José Murube y de Aurora Algarra. Nos citamos con ella en La Capitana, cuartel general de los toros de Luis Algarra que cría con mimo su madre. Siempre con una sonrisa en la boca, nos atiende para contarnos cómo es ser hija de dos de los ganaderos más importantes de campo bravo español, así como para hablarnos de su día a día y del futuro que le ve a los dos hierros de la casa.
Marta pasa casi el día entero montada en un caballo; para ella no existe el reloj, y cada minuto lo dedica 100% al toro bravo. Aún así, es una joven de su tiempo: sabe que la ganadería le exige estar siempre alerta, pero también disfruta de los pequeños momentos que le da la vida. Su vitalidad es contagiosa, se le ve nobleza en sus ojos, pero también esa chispa que puede convertir ese momento de calma en un terremoto. Hoy nos citamos con ella, una de las nuevas generaciones ganaderas, esas que andan formadas universitariamente y que empujan para salir del cascarón, un cascarón que está desquebrajado desde hace tiempo con esas ganas locas por aprender.
«Mis abuelos, desde el cielo, estarán orgullosos del trabajo que mis padres están haciendo»
P – Sois cinco hermanos que os habéis educado taurinamente bajo el paraguas de dos familias ganaderas. Supongo que os sentiréis unos afortunados por nacer en este mundo, el cual tenéis el privilegio de conocer desde chicos.
R – Así es, somos cinco hermanos, cuatro niñas y un niños y todos, absolutamente todos nos sentimos tremendamente orgullosos por nacer, vivir y convivir junto al toro bravo. Para nosotros es un privilegio y una suerte estar junto al toro. Mis hermanos y yo hemos estado en contacto con los animales desde chicos y eso sin duda nos ha ayudado a amarlos y a respetarlos. Creo que los ganaderos somos los que más protegemos al toro bravo, eso que a nadie le quepa duda.
P – De tus cinco hermanos nos consta que eres la que más involucrada estás en el día a día de la ganadería, en su proyecto ganadero. Entiendo que es un aprendizaje constante para algún día poder tomar las riendas de una ganadería u otra.
R – Así es, aquí todos los días se aprende. El campo te curte una barbaridad y lo que es mejor, te enseña cosas que te valen para el día a día. Ahora estoy profundizando más en temas de genética, la mecánica de trabajo, temas administrativos, un poco lo que es una empresa ya que una ganadería se ha convertido en eso. Aquí es muy importante el romanticismo, pero las cuentas tienen que salir.
P – Tus padres siguen un legado marcado por tus abuelos, es una satisfacción que pese a que ya han pasado muchos años se siga identificando los toros de la casa con el trabajo que ellos hicieron, que ahora llevan ellos a buen puerto y que ojalá vosotros deis continuidad.
R – Mira, mi padre es la quinta generación con ganado bravo en su familia, mi madre la tercera, y quieras que no ya hay un camino marcado, un reconocimiento unánime del aficionado de lo que es el toro de Murube y el de Algarra. Es una satisfacción y un orgullo también para ellos -que tanto han luchado por la ganadería- que haya una continuación en nosotros, sus hijos, y que no haya un corte generacional entre medio como ha pasado en tantas ganaderías. Mis abuelos desde el cielo estarán orgullosísimos del trabajo que vienen desempeñando mis padres.
P – Entiendo entonces que ni se les pasa por la cabeza cambiar de rumbo pese a los momentos malos que puedan venir.
R – El sello no lo van a cambiar por nada del mundo, tienen claro lo que tienen entre manos, saben del sacrificio que hicieron sus antepasados por poner estas ganaderías en el lugar que ahora ocupan. Esto es un camino muy largo en el cual debes saber que senda tomar. Tanto mi padre como mi madre saben que no pueden ir dando bandazos, ellos tienen claro que tipo de toro buscan y de ahí no se van a salir.
«Cada ganadero tiene su personalidad y eso en casa se lleva a rajatabla»
P – Los ganaderos sois los que estáis sufriendo en mayor medida esta pandemia. Sin duda un momento en el que muchos se pueden llegar a plantear incluso abandonar. Sabemos de vuestra afición y sacrificio por sacar adelante vuestra ganadería, pero ¿la pandemia os hizo replantearos vuestra idea de ganadería?
R – Para nada, en ningún momento se ha pensado en tirar la toalla o en plantear un cambio a la hora de gestionar la ganadería. Mantenemos en las dos ganaderías el mismo número de vacas que teníamos antes de la llegada de la pandemia. Es verdad que parte de los toros de saca de las camadas del 2020 y 2021 o bien se mandaron directamente a matadero o los tentamos a puerta cerrada, pero a parte de eso todo sigue igual. Gracias a Dios le dimos salida en estos años a algunos toros, pero el resto fueron como te dije, o a matadero o lidiados en casa. Aquí no hemos tocado ni al personal ni a la alimentación, nos gastamos el mismo dinero en pienso que años atrás, ya que nuestros toros no entienden de pandemias, tenemos que darles una alimentación idónea pese a que los precios estén por las nubes.
P – Una vez que te involucras en la ganadería pasas a tener una visión más especifica de ésta. ¿Tus padres te tienen en cuenta a la hora de tomar ciertas decisiones en la ganadería?
R – Yo estoy todos los días con ellos, entonces pues poco a poco me consultan ciertas cosas, me ponen, entre comillas, a prueba para saber si se hacer las cosas como ellos me enseñaron. Somos un equipo en el que todos sumamos, aunque claro está que la decisión final la toman ellos. En los tentaderos siempre comentamos lo que ha pasado, me preguntan, tienen en cuenta mi opinión, pero como te dije la decisión final la toman ellos. Me gusta estar con ellos cuando se hacen los lotes, a la hora de apartar una corrida, en un tentadero… decisión como tal todavía no las tomo pero si doy mi opinión, les aconsejo mucho y eso me hace sentirme plenamente involucrada en la ganadería.
P – Se dice que el ganadero trata de transmitir en los genes que selecciona su propio concepto de la vida. Entiendo que ese concepto de toro va marcado por un tipo definido de embestida.
R – Cada ganadero tiene su personalidad y eso en casa se lleva a rajatabla. Sabemos las virtudes y los defectos de cada encaste y a partir de ahí se trabaja para potenciar unos y eliminar otros. El toro de Murube es un animal más pastueño, con mucha clase y nobleza, mientras que el de Algarra tiene un poco más de chispa, de transmisión, claro está sin perder esa clase que mi abuelo tanto potenció y que es seña de identidad de la casa.
«El toro bravo siempre me enseñó a ser humilde, a ser paciente, a no tener prisa por conseguir las cosas»
P – Dicen que el torero además de serlo tiene que parecerlo, algo similar debe pasar con el toro bravo, ¿es así?
R – Las hechuras son importantísmas, pero uno nunca sabe lo que un toro lleva dentro. Bien es cierto que un toro bajito, de cabos finos, con su cara colocada y mirada de noble tiene más opciones de embestir que uno un pelín más basto, pero como la genética es tan caprichosa uno hasta que no lo ve embistiendo en la plaza no está tranquilo. Hay ganaderos que a la hora de buscar un semental se basan en las reatas, otros en las hechuras, aquí en casa tenemos de las dos cosas. En Murube embiste el toro en tipo, el bajo, con cuello, fino, armónico, vamos el toro con hechuras, sin embargo en lo de mi madre no es así. Aquí embiste el bastito, ese que muchas veces no te entra por los ojos.
P – En referencia a esto, hace unos días aprobasteis para semental un utrero que en principio no iba a ir a corrida de toros, cuéntanos su historia.
R – Nos pasó eso que precisamente que te comentaba antes. Vendimos unos novillos que por hechuras no íbamos a dejar para toros. Eran algo más altitos y bastos que sus hermanos de camada, pues bien, de los que toreamos uno salió extraordinario y lo dejamos para semental. Pero ahí no queda la cosa, ayer miércoles le metimos un toro a Perera, uno de esos que te enamoras nada más verlo, pues fue bueno pero no como el otro. Fue noble pero se apagó prontito, mientras que el otro pese a tener menos cuello y no ser de una familia tan contrastada como el de Perera se quedó de semental. Como decía mi abuelo aquí en la ganadería nunca dos más dos son cuatro, por eso esto al final es tan bonito pero a la vez tan complicado.
P – Nos hablas continuamente por tu amor al campo, hacia los animales, pero ¿qué te enseñó el toro bravo?
R – A mi el toro bravo me lo enseñó todo, es decir, sin él me faltaría algo. Me enseñó a ser humilde, a ser paciente, a no tener prisa por conseguir las cosas. El toro para mi es mucho más que un animal, es un ejemplo de lo que hay que ser en la vida. Me enseñó que siempre hay que ir de frente, que hay que crecerse en el castigo. En fin, muchos valores que han acabado sirviéndome en mi día a día.
P – ¿Y tus padres?
R – Los dos me enfocaron hacia lo mismo. Pese a ser dos ganaderías distintas, ambos buscaron inculcarme los valores que te da el toro bravo. Me enseñaron a amarlo por encima de todo, así como el sacrificio que supone el ser ganadero. Ellos, como yo, saben que esto es muy duro, que tiene que gustarte de verdad para estar día a día aquí. En la ganadería no hay horas, ni fines de semana, ni festivos, aquí hay que estar al pie del cañón todos los días de año. Lo más importante en la vida es amar lo que haces y gracias a ellos con el tiempo me di cuenta de eso. Siento una gran admiración por ambos, ya que son mi espejo, son los que me enseñaron todo y siempre les estaré agradecida por ello.
«Ojalá pueda seguir muchos años aquí, eso será un síntoma claro de que la ganadería va por buen camino»
P – Dicen que los toros suelen parecerse a sus criadores, ¿En qué se parecen los toros de Murube a tu padre y lo de Algarra a tu madre?
R- No sabes hasta que punto se parecen a sus toros. Mi padre es más noble, más tranquilo, mientras que mi madre es hiperactiva, no para, esta todo el día para arriba y para abajo, no se le agotan las pilas -habla entre risas-. Y eso se ve en sus animales. Lo de mi padre es más suave, más noble…, mientras que lo de mi madre tiene más chispa, mayor transmisión.
P – Según tu personalidad, ¿con cual te identificas más?
R – Pues fíjate, mi padre siempre dice que yo tengo la parte noble de los murubes y la chispa de los algarra. Me dice que estoy cruzada al 50% entre los dos encastes. Mi carácter es más cercano al de mi padre, pero cuando digo aquí estoy yo me sale la vena Algarra y no hay quien me pare. Muchos me dicen que soy un ‘rabo de lagratija’ como mi madre, no me estoy quieta.
P – Nos hablaste de tus raíces, de tu relación con el toro bravo, del concepto que tienes como animal, pero, ¿qué le puede aportar Marta Murube a la ganadería familiar?
R – Principalmente ilusión y futuro, creo que con eso me quedo. Ojalá pueda seguir muchos años aquí, eso será un síntoma claro de que la ganadería va por buen camino.
P – Ya por último, ¿cómo te ves en un futuro? ¿qué sueño te ronda por la cabeza?
R – Me veo rodeado de mi familia, disfrutando de mis padres, mis hermanos, de esos sobrinos que ya corretean por el campo y a los que tanto le gustan los toros y los caballos. Me ilusiona ver que ellos están viviendo lo que mis hermanos y yo vivimos de chicos, al fin y al cabo que mis padres disfruten de sus nietos. Están en una edad preciosa, ya disfrutan de los tentaderos, de sus primeros herraderos… ya tienen el veneno de la ganadería dentro. Respecto a mi sueño te diría que seguir viendo evolucionar la ganadería y poder seguir siendo participe de ella pese a todas las dificultades que tiene ser criador de bravo. Yo encaminé mi vida hacia esto, a mi me encantaría poder seguir para que en un futuro mis hermanos puedan seguir disfrutándolo igual que lo hago yo. Ese es básicamente mi sueño, vivirlo en familia.