Este domingo fallecía Vicente Fernández, todo un icono de la música en México. Un taurino reconocido que nunca le dio la espalda a una de sus pasiones. Su amistad con toreros y ganaderos hacía que acudiera en numerosas ocasiones a los ruedos de su país y, tras casi tres meses luchando por su vida en el hospital, acabó falleciendo.
Toreros como Enrique Ponce, Javier Conde, Juan José Padilla o Andrés Roca Rey tuvieron el honor, según ellos, de tener una sincera amistad con el. Una vez más queda claro que los toros forman parte de las raíces de un país que tanto cariño siente por España. Ambos comparten sus tradiciones más arraigadas.
Tras el fallecimiento de Vicente Fernández no se hicieron esperar las muestras de cariño por parte de muchos toreros, ese fue el caso de Andrés Roca Rey, el cual pese a su juventud pudo vivir momentos con el genio de la ranchera mexicana. Ratos de conversaciones y torero de dos buenos amigos que pese a la edad que los separaba sí se entendían a la perfección. Fruto de ellos es este mensaje cariñoso con el que el torero peruano despedía a su amigo. «Como bien decía usted… ¡La vida es una copa de licor!».
Vicente Fernández, un icono de la música al que no sólo admira Roca Rey, sino otras figuras del toreo
Vicente Fernández le cantó a la tauromaquia rancheras en la que destaca Soliloquio de un toro bravo. No podía ser de otra manera, la conexión que existe entre entre ambas artes es indudable, ambas tienen lazos que las unen, lo que no hace sino engrandecer a ambas. Algún torero como Enrique Ponce o José Tomás, entre otros, se arrancaron alguna vez a cantar rancheras, y en México siempre se sintieron como en casa, por lo que no era descabellado verlos cantar en público alguna de las canciones del Maestro.
Hay una anécdota muy curiosa de Vicente Fernández. Era el 15 de septiembre de 1984. La Monumental Plaza de Toros México en ese entonces con capacidad para 45 mil aficionados se encontraba repleta, pues en el ruedo se habían colocado sillas y lograron entrar 54 mil personas con entrada pagada. Aquél día reunió tanto a los representantes más granados de la sociedad del país, como a miles de personas que cantaron sus temas en los camiones, en las cocinas de las casas, en Garibaldi o hasta en las embajadas del extranjero.