EL EXILIO INTERIOR

Cristina Sánchez, empoderada


jueves 25 noviembre, 2021

El apoderamiento de Cristina Sánchez a Antonio Ferrera es el particular '8M' de una mujer a la que, cuando estaba en activo en los ruedos, algunos de sus compañeros no la querían en sus carteles.

Cristina Sanchez
Cristina Sánchez, en su reaparición en Cuenca en 2016. © Photo VD

Paco March

Feminismo, lenguaje inclusivo, empoderamiento… el discurso político y los medios de comunicación recogen -manipulan, también- una inquietud, una lucha, un deseo de justicia, una reivindicación ancestral en la que el sexo no (pre) determine las relaciones sociales, laborales y de convivencia. La  igualdad en la diferencia. Si de tauromaquia hablamos, la historia nos remite a nombres y episodios que revelan incomprensión –de los hombres- y reivindicación -de las mujeres- .

La mujer en el toreo se ha visto, por profesionales y aficionados,  como un elemento extraño, exótico incluso y, como tal, tomado en relativa consideración, cuando no directamente ignorado o perseguido. Se tiene noticia de mujeres enfrentadas al toro, a pie o caballo, en el siglo XVIII. A ‘La Pajuelera la inmortalizó Goya en 1816 y años más tarde en Catalunya surge la cuadrilla de ‘Las Noyas’, que recorrió toda la geografía taurina española. Después llegaría María Salomé ‘La Reverte’ y ya entonces son varios los diestros- ‘Guerrita’ entre ellos- que se oponen a compartir cartel con mujeres.

Juanita Cruz, una revolución del toreo femenino

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Juanita Cruz. © W.P.

En 1908 el Gobierno de Antonio Maura prohibió a las mujeres torear, hasta que en 1934 la II República restituyó ese derecho, con Juanita Cruz como valedora. Con 17 años de edad, Cruz-que había toreado en becerradas por varios pueblos desde dos años antes, con permisos puntuales de los gobernadores civiles- remitió una instancia al Ministerio de Gobernación en la que, acogiéndose a la Constitución republicana, reclamaba el derecho de la mujer al toreo a pie en reconocimiento a la igualdad de derechos sin distinción de sexos.

Una vez conseguido, Juanita Cruz, que toreaba con chaquetiila corta y falda, se anunció en numerosas plazas -sólo en novilladas- y conquistó el favor de los públicos, como el de Las Ventas donde se presentó en abril de 1936. Apenas tres meses después, la Guerra Civil lo truncó todo y marchó a México, donde tomó la alternativa. En su regreso a España, en 1947, ya no pudo torear pues el Régimen había prohibido el toreo para la mujeres. En los estertores del franquismo, en 1974, se levantó la prohibición y a partir de ahí fueron un buen número de mujeres( Conchita Cintrón, en España sólo como rejoneadora; Ángela, Maribel Atienzar, Mari Paz Vega…) las que con desigual fortuna vistieron de luces ante novillos y toros.

Y Cristina Sánchez

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Cristina Sánchez y Antonio Ferrera. © Instagram y Luis Sánchez Olmedo

Y Cristina Sánchez. Pero no es de la Cristina Sánchez matadora de toros (alternativa en Nimes en 1996, confirmación en Las Ventas en 1998, retirada en 1999) de lo que aquí se trata, al menos no en lo biográfico. De lo que se trata es de Cristina Sánchez apoderada, paso que ya dio en enero de este año con la joven novillera sin caballos Raquel Martín y que ahora se agiganta nada menos que con Antonio Ferrera. Es el particular ‘8M’ de una mujer a la que, cuando estaba en activo en los ruedos, algunos de sus compañeros no la querían en sus carteles.

Cristina Sánchez se ganó el respeto de la afición (como novillera, primera mujer en salir por la Puerta Grande de Las Ventas, 1995) y desde 2004 aporta su visión del toreo en las retransmisiones televisivas. Ahora lidiará en los despachos de “un mundo de hombres”. Cosas del destino, el último apoderado de Cristina Sánchez fue Simón Casas, como este lo ha sido hasta ahora de Antonio Ferrera.

Antonio Ferrera, un verso libre en el toreo, lo ha comunicado de una forma reveladora de la trascendencia del envite, más allá o en paralelo a lo estrictamente taurino: «Se corrige una gran injusticia o, por lo menos, contribuye a corregir una enorme injusticia que dominaba y domina lamentablemente el mundo del toro, excluyendo a personas (mujeres) de un valor moral, ético y profesional incalculable«.

El reto asumido por Cristina Sánchez y Antonio Ferrera es, a la vez, reivindicación y apuesta, un riesgo que ambos asumen con la generosa entrega que se les supone a los toreros. Cristina Sánchez, apoderada. Y empoderada (qué palabra tan fea, diría Curro).

Foto: Photo VD