Desde el pasado fin de semana, España mira a Aragón. Las terribles inundaciones en el río Ebro provenientes de su desbordamiento están dejando miles de hectáreas anegadas y cientos de familias que viven del campo y la ganadería en la más absoluta ruina. Los seguros agrarios y ganaderos no pagan el trabajo de años por cuidar tanto las tierras como el ganado; ahora, esos sueños se han visto rotos en sólo unas horas por el temporal de agua que ha producido la crecida del río. Y esos sueños rotos también son los de Rafael Alarcón, ganadero de bravo que tiene su finca de toros y vacas en la localidad zaragozana de Pastriz. Alarcón ha sufrido la inundación de su finca y ha tenido que sacar, en sólo unas horas, a todos los animales que tenía en ella, 350 en total.
Rafael descuelga el teléfono a Cultoro y, en su voz entrecortada, se nota el cansancio de quien vela por sus animales sin mirar las horas del reloj; en los últimos días, Alarcón lleva pocas horas de descanso y muchas de incertidumbre. Su ganado, por fortuna, está a salvo, pero su finca se encuentra anegada por la inundación: «Mi finca está en la zona de Soto Benedicto, en Pastriz. Allí tenemos entre 300 y 350 cabezas de ganado entre machos y hembras comprendidos entre todas las edades. Teníamos miedo sobre todo por los terneros recién nacidos, ya que con toda el agua que había caído nos preocupaba que no pudieran entrar».
Un tiempo que iba contra el ganadero: el nivel del Ebro subía cada vez más
Viendo la que se les venía encima, y con la experiencia que ya tenían de la inundación del Ebro hace un lustro, este temporal no le cogió con los animales a campo abierto: «Las vacas entraron bien al corral, pero claro, empezó a caer la noche y vimos cómo peligraban los más chicos. No eran muchos, siete u ocho, pero con pocos días de vida. Menos mal que los localicé todos y los pude llevar en un viaje al lugar donde estaban sus madres«.
El tiempo corría en su contra a la hora de ir a buscar a los animales, como así atestigua el ganadero: «Yo lo hice el sábado, sabiendo que hasta el martes no iba a llegar lo gordo, entonces lo hice con tiempo por eso. El problema más que la hora de encerrar a las madres era el tener mil ojos puestos a los chiquitines, ya que su movilidad y resistencia no es la misma. Pese a todo tuvimos cierta suerte, uno de los terneros se quedó enganchado en una alambrada y no se lo llevó la corriente de milagro. Sino entre la maleza y el agua subiendo no lo hubiera encontrado. Puedo dar gracias a Dios de que no perdí ningún animal».
🔴 Imágenes de los #bomberos de la @DPZaragoza esta mañana en #Novillas ➡️ acceden a una granja de 🐑ovejas aislada por el agua para comprobar que todos los animales se encontraban a salvo. El grupo de drones les acompaña desde el aire para guiarles y garantizar su seguridad. pic.twitter.com/sXXS6olGer
— Diputación de Zaragoza (@DPZaragoza) December 13, 2021
«De las inundaciones de 2018 no recibí ayuda de nadie»
El medio Ebro es una zona que tiene acostumbrados a los ganaderos a inundaciones cuando las lluvias caen con copiosidad, unas riadas que se producen cada cierto tiempo; sin ir más lejos en 2018 volvieron a sufrir graves inundaciones. «¿Recibiste ayuda por parte de alguien para sacar tu ganado o llevarlo hacia otro sitio?«, le preguntamos. «Nada, cero. ninguna ayuda por parte de nadie. Y no sólo sufrimos las riadas de 2018, salvo en 2020 yo no salí de la finca. Desde el 2003 hasta hoy yo saqué siempre andado mis animales sin ayuda ninguna, pasando día y noche con ellos. Ahora es imposible estar a su lado, está todo anegado». «¿Y económicas por parte de la Administración?», volvemos a interpelarle. «Tampoco, tampoco, aquí nadie arrimó el hombro«.
Muchas veces vemos cómo a los autodenominados animalistas se les llena la boca hablando de la protección de los animales y del maltrato al que están sometidos en los festejos populares o de lidia en la plaza de toros. «¿Se puso en contacto con ustedes alguien de estas asociaciones para ayudaros? ¿Se dejó caer alguno por aquí?», le preguntamos «Qué va, qué va, ninguno, cero. Si te soy sincero ni quiero que se pasen por aquí. para qué, deja, deja, Al revés, perjudican más que ayudan, que se queden donde están, aquí no los queremos».
Pese a que se adelantó y sacó a tus animales de la zona inundable, ver como éstos están en serio riesgo no debe ser plato de buen gusto para nadie, y menos para un ganadero. La incertidumbre hizo en Rafael mucha mella. «Totalmente, ya no duermes, ya no eres tú. Los animales son animales y por mucho que tu quieras siempre puede haber alguno que no quiera entrar o que se quede atrás. Ahora una vez salvados los animales estoy preocupado por la finca, el agua seguro que arrasó con todo, los destrozos serán mayúsculos, pero bueno, lo primero son las vidas, lo otro tiene solución». «Aunque suene duro, ¿uno se acostumbra a eso?», le preguntamos. «Puff, por desgracia sí. Lo duro es volver a empezar. Hace unos años me desarmó alambrada, corrales, tapias…, un desastre».
«Yo no abandono esto porque el toro es mi vida»
Dentro de lo malo, que por desgracia es mucho, solo queda pensar en que la temporada para este hierro se dé sin ningún tipo de problema y puedan lidiar sus toros, novillos y vacas en los festejos populares de la zona; «Fíjate, llevamos dos años de aúpa, al perro flaco todo son pulgas. Dan ganas de abandonar, ahora estaba hablando con la gestoría que me estaban haciendo los papeles y me lo decía la chica de allí. Yo no abandono porque el toro es mi vida, llevo más de 35 años junto aquí. Pese a que son todo sin sabores uno se parte la cara por esto y muchas veces es para nada».
La voz se le entrecorta, no puede contener la emoción; «Perdona que me ponga así, pero el palo está siendo muy gordo, es un tema que se está repitiendo y nadie le pone solución, aquí ningún político mira por nosotros, tenemos que ser los propios ganaderos y agricultores quienes con nuestro esfuerzo salgamos de esta, es muy duro opero es así».
El ganadero da fuerza al propio sector del toro: «Tenemos que ser fuertes»
Sin duda, después de todo esto, hay una luz al final del túnel, pero esto pasa por la unión ante tantos problemas: «Tenemos que ser fuertes, lo que pasa es que los ganaderos somos los últimos de la fila. De unos años a esta parte cambió todo mucho en el festejo popular. Antes se nos tenía un respeto y ahora eso se perdió por completo. Eres el que menos cobra, el trato muchas veces es malísimo… yo ahora lo veo todo negro. O nos unimos o esto no tiene solución. Yo hablo con otros amigos que incluso lo están pasando peor que yo y ellos son los que me dan animo a mí. La pandemia no va a ser nada comparado con lo que se nos viene encima si no hay unión entre todos los ganaderos y cifrar un precio mínimo, no queda otra».
Son momentos difíciles en los que el ganadero se siente abandonado, ve cómo se le da la espalda sistemáticamente por un sector y una clase política que en muchos casos lo dejan de lado. Y colgamos el teléfono a Rafael Alarcón con la sensación de que queda mucho camino por recorrer al mundo del toro para darle al ganadero de bravo el sitio que realmente merece.