Los ganaderos de lidia han sido los que más han sufrido las consecuencias de la falta de festejos taurinos debido a las restricciones que ha conllevado la pandemia. Y si, además del problema de excedente de toros, le sumamos la grave situación que ciertas ganaderías en nuestro país sufren con los depredadores como los lobos o los zorros -además de aves necrófagas como el buitre-, el resultado de la ecuación es un auténtico «calvario».
Eso es lo que expone el ganadero alcarreño Álvaro Polo, que posee una vacada con unas 80 hembras de las que resultan unos tres festejos taurinos cada temporada. Y, de esas vacas, ha perdido hasta 32 becerros en las últimas tres parideras debido a los ataques de zorro. La ganadería, Polo Sáiz en los carteles, pasta en las cercanías de la localidad guadalajareña de Ciruelas.
«La sobrepoblación de zorros en la zona hace que, para buscar comida, maten a los becerros, los animales más débiles de una ganadería. En cuanto la madre los deja acostados y se desplaza a comer en el cercado, que tiene unas 20 hectáreas, éstos aprovechan, los matan y se alimentan de ellos«, explica este ganadero. 200.000 metros cuadrados «son mucho terreno, y en cuanto los dejan dos o tres horas solos, a los zorros les da tiempo a despiezarlos incluso«, asegura Polo.
32 becerros bravos muertos por zorros en las tres últimas parideras
En las tres últimas parideras, han sumado un total 32 becerros muertos por ataques de raposo. El lobo asegura que no ha llegado a esa zona aún, pero sí a una localidad situada a unos 30 kilómetros de distancia, Atienza. El procedimiento, cuando un becerro muere supuestamente en las fauces de un raposo, es avisar a los agentes forestales y dar parte de ello: «Si éstos no ven pruebas concluyentes de que sea un ataque de lobo, éste lo vinculan al zorro«, indica el ganadero.
Por su parte, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha respondió al problema cuando el ganadero le comunicó lo ocurrido emitiendo nuevos permisos de control de zorros para el coto social del municipio. «Al principio no comprendían mucho la problemática, porque los agentes forestales de esta zona no le daban el valor a la riqueza genética de un animal bravo, pero sí es verdad que en cuanto fuimos capaces de plasmarles la realidad de la situación, enseguida la Junta se puso en contacto con el coto de caza y les dejaron hacer batidas de zorro legalmente para controlar su población», explica Polo.
«Me he encontrado zorros arrastrando a nuestros becerros por el cercado. En esos momentos, en lo que menos piensas es en grabarlo con el móvil; en lo que piensas es en evitar que se lo lleve y que les haga daño, aunque en muchas ocasiones es inevitable», denuncia Polo.
La obligatoriedad de poner un vallado cinegético que los zorros pueden cruzar
La Administración obliga a la ganadería a poner un vallado cinegético que los zorros pueden cruzar, una incongruencia total: “Esta valla cinegética tiene un paso de 15×15 centímetros, que es lo obligatorio, y esas vallas o bien son de alambre o bien son de varilla, y en cuanto el zorro intenta cruzarlas, lo consigue; es impresionante, pero entra. Y si no puede, escarba y se buscan las mañas para acceder a la ganadería”, relata Polo.
Esa valla cinegética está pensada para que perdices, conejos y liebres puedan caminar tranquilas por todo el ecosistema, y animales como los zorros no puedan acceder, pero lo consiguen: “Entran en un momento dos o tres y te la forman con los becerros…”, sigue lamentando el ganadero alcarreño.
«Aquí no se pierde carne, aquí se pierde genética, que es lo peor»
La parte negativa -dentro de las muchas- de perder becerros bravos sin haber probado sus condiciones en una plaza es, sin duda, la pérdida de genética, algo que ocurre menos en la ganadería que no es de lidia: «El ganado manso también está muy cuidado genéticamente para conseguir buenos reproductores, pero sí es cierto que en cuanto tengas un seguro y pérdidas por zorro o lobo, a eso ya se le da un valor económico. En el caso del ganado bravo, tú has trabajado durante muchos años para conseguir el comportamiento de ese animal. Sufrimos igual los ganaderos de manso y los de bravo, pero estos últimos mucho más por la genética seleccionada para lidiar en plazas«, argumenta Polo.
Sus reivindicaciones
Pide más soluciones ante este problema, «ya no sólo por el ataque del zorro, sino por la fauna que convive con la ganadería de bravo o en extensivo. Ya que quieren darle derechos a todos los animales, debemos jugar todos con las mismas cartas: si un corzo puede tener brucelosis y tiene que tener derecho a entrar a mi finca, que no me hagan a mí de sacrificar las vacas que contraigan esa enfermedad; si el zorro entra a comer a mi casa, que me dejen hacer vallados que no sean cinegéticos para que pueda entrar el zorro. Los ganaderos tenemos una indefensión total», denuncia Polo.
«Es que al final, llega un momento en el que la finca genera alimentación para el zorro, como conejos o perdices; en época de caza, en el que los cazadores hacen su función y eliminan las piezas, el zorro tiene escasez de éstas y se meten en la finca a comer becerros», sigue exponiendo. «Y la realidad es que ya ver salir a un toro en la plaza es un milagro porque ha sobrevivido al zorro, a los saneamientos, a las peleas de camada, ha tenido que estar sano, tiene que tener los pitones perfectos… ha sobrevivido desde chico a todo lo imposible»”, pone en valor por último el ganadero.