Que la tauromaquia llega hasta todos los rincones el algo que está fuera de toda duda. En ella se inspiraron todo tipo de personajes, desde pintores a escultores, pasando por músicos, escritores o pensadores. Uno de esos amantes de la tauromaquia es Fernando Sánchez Dragó. Según se puede leer en la biografía que adorna su página web, este prolífico escritor pretende ser un hombre sin etiquetas, que no tiene ni dios ni ley ni patria ni rey ni frontera ni bandera, que va a pecho descubierto y desnudo por el mundo.
Hace unos años en una entrevista a los compañeros de Holanews, habló largo y tendido sobre la tauromaquia, focalizando en la figura de José Tomás, torero del que el madrileño se siente ferviente admirador. Un José Tomás que junto, con Belmonte y Joselito, considera buque insignia de la tauromaquia moderna.
«Hablemos de José Tomás, leyenda, mito, ídolo. Alguien que atrae a las plazas de toros cuando torea incluso a las personas que no son aficionados y me atrevería a decir que atrae incluso algunos de los antitaurinos. José Tomás es un torero extraordinario», comienza explicando Sánchez Dragó.
Así habla Sánchez Dragó sobre José Tomás
«En la historia del toreo hay varios nombres muy importantes. Hasta que llegan Belmonte y Joselito siempre se decía que el toro tiene un terreno, que el torero tiene otro terreno y que si el torero se mete en el terreno del toro, el toro atropella, el toro empitona, el toro se lo lleva por delante y, ya menudo, el toro lo mata. Entonces de repente llega don Juan Belmonte, que es el antecedente más directo junto a Manolete, que llega después, de la forma de torear de José Tomás, eh, y se coloca en el terreno del toro. Cambia por completo las suertes de la tauromaquia, es decir, obliga al toro. Hasta Belmonte, torear consistía en parar, templar y mandar. A partir de Belmonte torear significa; parar, templar, mandar y cargar la suerte. Conseguir que el toro, en cuyo terreno se ha metido el torero, gire alrededor suya y que el toro no lo coja», expone Sánchez Dragó.
«Esa revolución de la que te hablé la lleva a cabo Belmonte. Buenos pues José Tomás lleva a cabo una segunda revolución en el toreo. José Tomás se coloca directamente, no ya en el terreno del toro, sino que se coloca en el toro. Se ve torear a José Tomás y uno se lleva las manos a la cabeza porque uno lo ve cogido. Gracias a Dios muchas veces no es así. Yo lo llamo un torero metafísico, místico, porque como a Santa Teresa o San Juan de la Cruz el toro literalmente atraviesa el cuerpo de José Tomás sin herirlo ni mancharlo. Es algo digamos que divino».
«Yo siempre quise escribir un libro sobre un torero. Yo he escrito muchas crónicas sobre José Tomás, a mi lo que me gustaría hacer con José tomas es lo mismo que Hemingway con Ordoñez y con Luis Dominguin, lo mismo que hizo Marcel janco con Jaime Ostos o lo mismo que hizo Dominique Lapierre con El Cordobés, agarrar a un torero y seguirlo toda la temporada para ver como es, como se mueve, que dice, que no dice. Y la verdad es que llevo tiempo detrás de José Tomás, pero es sumamente esquivo, hermético, es un hombre misterioso».